La economía ucraniana se contraerá ocho veces más que la rusa en 2022, según el Banco Mundial

La economía ucraniana se contraerá este año a un nivel ocho veces superior al de la rusa tras la guerra iniciada por Moscú en febrero, según estimaciones del Banco Mundial. En su último informe, publicado este martes, la institución prevé que el Producto Interior Bruto (PIB) de Ucrania se contraerá un 35% en 2022, frente a una caída del 4,5% del PIB ruso.

Ambos países han mejorado sus estimaciones económicas con respecto a lo previsto anteriormente. En su informe de junio, el Banco Mundial estimaba que el PIB ucraniano se contraería un 45% y el ruso, un 8,9%. El organismo cree que la economía rusa caerá menos de lo previsto inicialmente “gracias a la fuerte respuesta fiscal y al aumento de los precios de la energía, que ayudó a aumentar los ingresos fiscales.

Por su parte, según la institución, la economía ucraniana ha “mejorado gradualmente” desde abril, tras la retirada de las tropas rusas de Kiev. Aun así, la actividad económica está marcada por la destrucción de la capacidad productiva, los daños a las tierras agrícolas y la reducción de la oferta de mano de obra, ya que, de una población previa de 44 millones de personas, se estima que siete millones se han convertido en refugiadas y otros siete millones se han desplazado internamente desde que comenzó la guerra.

“La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha desencadenado una de las mayores crisis de desplazamiento humano y ha cobrado un alto precio en vidas humanas y económicas”, dice en un comunicado Anna Bjerde, vicepresidenta del Banco Mundial para la región de Europa y Asia Central. “Ucrania sigue necesitando un enorme apoyo financiero mientras la guerra se prolonga innecesariamente, así como para los proyectos de recuperación y reconstrucción que podrían iniciarse rápidamente.”

Según las estimaciones del Banco Mundial, Ucrania necesitaría un mínimo de 349.000 millones de dólares para su recuperación y reconstrucción en los sectores social, productivo y de infraestructuras. Es 1,5 veces el tamaño de la economía ucraniana antes de la guerra, en 2021.

Con la continuación de la guerra, el organismo cree que Ucrania se enfrenta a “masivos” impactos sociales y de pobreza: la proporción de población con ingresos por debajo del umbral de pobreza nacional puede alcanzar casi el 60% en 2022, frente al 18% de 2021. Las familias, especialmente las más pobres, se están viendo afectadas por la inflación, que alcanzó una subida interanual del 23,8% en agosto. El Banco Mundial estima que alcanzará el 30% para el final de año, con los salarios reales disminuyendo un 10% en comparación con 2021.

El impacto de las sanciones

En el informe, el Banco Mundial señala que las sanciones a Rusia por la invasión en Ucrania están teniendo “importantes repercusiones económicas negativas, aunque menos graves a corto plazo de lo que se esperaba en un principio”.

Según el organismo, el shock inicial se vio mitigado “por la fuerte respuesta fiscal de las autoridades, los controles de capital, el ajuste monetario, la rápida acción para frenar los riesgos del sector financiero, así como las altas entradas de divisas impulsadas por el aumento de los precios mundiales de las materias primas”.

Sin embargo, debido a la congelación de la mitad de las reservas internacionales rusas y el debilitamiento de sus ingresos nacionales por petróleo y gas, Rusia también es más vulnerable a una caída de los precios mundiales de la energía, dice el Banco Mundial.

La institución indica las sanciones han provocado una fuerte caída de las importaciones y de los ingresos reales y, de mantenerse así, el PIB se mantendría en negativo hasta 2024, cuando se espera un “crecimiento moderado” de un 1,6% del PIB. A medio y largo plazo, se espera que el crecimiento sea muy bajo, o incluso negativo, por la pérdida al acceso a fuentes clave de productividad, como nuevas tecnologías y equipos y financiación externa.

El informe también señala que la “movilización parcial” anunciada por el presidente ruso, Vladímir Putin, en septiembre puede frenar la demanda interna y aumentar las presiones del mercado laboral y el sector financiero.