Un nuevo Internet está naciendo. Las poderosas compañías de telecomunicaciones están desarrollando la arquitectura de la red de quinta generación (5G), que ofrecerá una conexión mucho más rápida y poderosa y que gestionará una cantidad ingente de información. Mientras tanto, las dos principales potencias mundiales, Estados Unidos y China, luchan en una batalla al más puro estilo de la Guerra Fría por el control del Internet del futuro. Esta semana, Trump ha lanzado su ofensiva más dura hasta el momento declarando una emergencia nacional y limitando considerablemente las actividades de la tecnológica china Huawei en EEUU.
El presidente de EEUU anunció este miércoles una orden ejecutiva que puede vetar a Huawei de las redes de comunicación del país. Poco después, la Casa Blanca añadió a la empresa china a la llamada Lista de Entidades, lo que prohíbe que el gigante tecnológico compre partes y componentes de empresas estadounidenses sin la aprobación previa del Gobierno.
Washington acusa a Huawei, uno de los principales desarrolladores del Internet del futuro, de ser un agente de espionaje del gobierno chino. EEUU teme que las autoridades chinas puedan acceder en cualquier momento a la información gestionada por la empresa. “Si EEUU restringe a Huawei, eso no mejorará la seguridad del país y no lo hará más fuerte. Solo obligará a EEUU a utilizar equipos alternativos peores y más caros”, ha respondido la empresa, que se considera “líder indiscutible en 5G”.
“La carrera por el 5G es una carrera que EEUU tiene que ganar”, señaló el presidente Trump hace un mes. EEUU concibe este tema como un asunto de seguridad nacional y por eso ha levantado barreras y concedido facilidades a las empresas nacionales para que ganen esta batalla en nombre de Estados Unidos y tengan el control sobre la arquitectura de la red global.
Sin embargo, la posición de EEUU en la carrera por el 5G no es especialmente fuerte. Actualmente solo un teléfono de Motorola, ofrecido con la empresa de telecomunicaciones Verizon, es compatible con la tecnología 5G en Estados Unidos. A principios de abril, Verizon activó su nueva red 5G en Chicago y Minneapolis, pero las primeras pruebas no han sido muy exitosas. Mientras tanto, Huawei aprovecha su posición y se ofrece a vender a iPhone el chip de 5G que ha desarrollado la empresa.
China está haciendo un gran esfuerzo por extender su tecnología 5G por países de todo el mundo. Estados Unidos acusa a Pekín de ofrecer precios subvencionados y préstamos a bajo interés para superar a sus competidores occidentales, principalmente Nokia y Ericsson, ambas europeas.
“Estados Unidos tendrá que conectar con estos países [con tecnología china] y se debe preparar para el día en el que el Gobierno de EEUU y las empresas tengan que vivir en 'redes sucias”, señaló al diario The New York Times Sue Gordon, directora adjunta de inteligencia nacional de EEUU. En este sentido se ha expresado Mike Pompeo, secretario de Estado de EEUU, que ha llegado a sugerir a sus aliados europeos que si utilizan la tecnología china, ello podría suponer el final del intercambio de información de inteligencia.
“Esta es una discusión que va mucho más allá de la tecnología y el comercio”, señaló Pompeo en una visita a Londres el pasado 9 de mayo. “Una seguridad insuficiente impedirá a EEUU compartir determinada información en redes de confianza. Esto es lo que quiere China: dividir las alianzas occidentales por medio de bits y bytes, no balas y bombas. Sabemos que el 5G es una decisión soberana, pero se debe tomar con el contexto estratégico más amplio en mente”, añadió. Pompeo aseguró que la legislación china obliga a Huawei a cooperar con el Gobierno y entregarles la información que deseen. El CEO de la empresa. Ren Zhengfei, responde: “En los últimos 30 años no hemos hecho eso [dar información al Gobierno] y en los próximos 30 años, tampoco lo haremos. Nunca lo haremos”.
Mientras EEUU acusa a Huawei de ser un agente de espionaje del gobierno chino, Washington ha utilizado grandes empresas tecnológicas estadounidenses –entre ellas Apple, Google y Yahoo– durante años para acceder a sus sistemas y poner en marcha programas de espionaje, tal y como salió a la luz tras las filtraciones de Edward Snowden, exanalista en la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA). Además, según reveló Wikileaks, hackers de la CIA encontraron y/o crearon agujeros de seguridad en muchas de estas poderosas empresas tecnológicas y los explotaron durante años sin advertírselo a las corporaciones afectadas, a pesar de que la ley les obliga a ello.
Estados Unidos también se encuentra en una batalla judicial contra Apple, a la que ha solicitado en al menos 12 ocasiones ante los tribunales acceso a información protegida de los dispositivos de algunos de sus clientes. El caso más famoso se dio en 2016, en el que el FBI solicitó a Apple desarrollar un software para desbloquear el iPhone de uno de los terroristas del atentado de San Bernardino en el que 14 personas fueron asesinadas. Apple se negó y la audiencia se fechó para el 22 de marzo. Un día antes, el FBI aseguró que había encontrado a una tercera parte que ayudaría a desbloquear el teléfono y retiró la solicitud. Apple ha rechazado entregar o desarrollar software nuevo para acceder a los teléfonos de sus clientes.
La nueva guerra fría se desarrolla entre denuncias –Huawei está acusado en EEUU de 23 cargos, entre ellos blanqueo de capitales, fraude y robo de secretos comerciales– y vetos comerciales. Washington sabe muy bien lo que se puede hacer con la información que gestionan las grandes empresas tecnológicas y quiere impedir que China domine el mercado en un mundo en el que las empresas se pueden convertir –voluntaria o involuntariamente– en los mejores espías del mundo.