Es un Eid cubierto de sangre, destrucción, incertidumbre y muerte. De ahí que muchos lo llamen el Eid de los Mártires, Eid a-Shuhada en árabe. Las primeras horas de la mañana del lunes amanecieron con cierta calma, solo el lanzamiento de nuevas octavillas anunciaban más amenazas israelíes. “¿Conocéis el lugar donde se guardan los cuerpos de los miembros de Hamás y la Yihad Islámica?”, rezaba uno de los lados del panfleto sobre un mapa de Gaza cubierto de tumbas, y una de ellas con un punto de exclamación sobre ella. “Lista de parte de los nombres de aquellos que creyeron que podían enfrentarse a la fuerza del Ejército de Defensa Israelí”, decía en el reverso finalizando con un pie de página: “Según vosotros, ¿el nombre de quién estará escrito en el próximo panfleto?”. Los papeles llegaron a varias zonas de Gaza, sobre todo en el norte cerca de la costa.
En los colegios de la UNRWA (agencia de la ONU de ayuda al refugiado palestino), el penetrante olor testimonia los días que han pasado ahí refugiados los más de 170.000 palestinos desplazados. A pesar de ello, y como día excepcional del Eid, payasos y animadores sociales así como voluntarios y psicólogos se acercan a estas zonas de refugio. Los niños saltan y corren hasta que, de repente, un globo explota y varios niños huyen asustados.
El trauma todavía está presente. “Es imposible que los niños hayan olvidado el horror que pasaron -dice una mujer acercándose-. Desde el día que huimos mi hija tiene pesadillas y no duerme”.
Un niño aparece con una moneda de un shekel, feliz. Es el llamado eidiya, la propina que se les da a los niños en esta festividad. Durante todo el año, los adultos guardan las monedas sueltas, difíciles de encontrar debido a su escasez ya que Israel controla la entrada de dinero nuevo a Gaza. “No hay Eid, ¿cómo va a haber Eid si en cada casa hay muertos?”, dice una mujer con tono de rabia y desesperación. “Y después de todo esto, ¿dónde vamos a ir? ¿Viviremos en la calle?”. Los niños no tienen juguetes nuevos, pero algunos aparecen con los pocos que han podido rescatar de los escombros. Tampoco pueden estrenar ropa ni zapatos nuevos. Es un Eid triste que nunca olvidarán.
Tamara es una voluntaria de Gaza que sonríe a las niñas mientras les regala gorras blancas. “Hemos venido para pasar el primer día del Eid con los niños. Les pintamos la cara, jugamos con ellos. Algunos están contentos pero hay otros que están muy agresivos.”
En el hospital de Shifa hay cientos de personas que han colocado sábanas y telas para construir algo parecido a una tienda. Allí duermen mujeres, niños y hombres, ancianos y enfermos. Los niños caminan descalzos entre aguas residuales, mientras las mujeres limpian con tesón la ropa y el lugar donde se echan los más pequeños.
“Recuerdo cuando tenía 5 años y veía cómo llegaban hasta Gaza multitud de personas de los territorios de 1948. Huían de la muerte. Ahora nosotros estamos igual -cuenta Abú Amir, un anciano gazatí-. En 1967 cuatro países árabes lucharon durante seis días contra Israel. Aquí en la asediada Gaza la resistencia lleva defendiéndonos veinte días”.
Ocho niños muertos
Alrededor de las cinco de la tarde se oye una fuerte explosión en el hospital Shifa. Los muros exteriores y parte del edificio del ambulatorio del hospital registran daños importantes, pero no se informa de muertos o heridos. Sin embargo, la masacre del Eid llega minutos después en el campo de A-Shati, el campo de refugiados de la costa.
10 palestinos muertos, entre ellos 8 niños, y cerca de 40 heridos es el resultado del bombardeo israelí que un periodista del canal norteamericano NBC identifica como procedente de un drone, un avión militar no tripulado, contra un grupo de niños que juega en una máquina para entretenimiento. Tras el ataque, la empinada calle se convierte en un río de sangre. En la calzada queda el impacto de un misil de unos 20 centímetros de diámetro, pero a su alrededor la metralla ha dejado varios coches destrozados y las ventanas y las fachadas de más de cinco casas llenas de agujeros. De los niños jugando solo quedan sus sandalias, restos de ropa y la sangre cuyo olor impregna el lugar.
Grupos de vecinos se amontonan llevando los cuerpos de los niños muertos, algunos ni siquiera pasan por el hospital, sino que después de la despedida de la familia son llevados directamente al cementerio.
Hasta la llegada del anochecer, 18 palestinos han muerto y 70 han sido heridos en ataques israelíes sobre Gaza en un día de luto discorde con la festividad que comenzaba, en el 21º día de una guerra que parece no tener fin. A esa hora, los habitantes de Yabalía (donde viven más de 100.000 personas) ya han recibido órdenes israelíes por teléfono para evacuar sus casas. Todo indica que la operación terrestre se extiende.