David Axelrod: “Trump se irá si pierde; lo preocupante no es lo que haga él, sino lo que hagan sus seguidores”
Es difícil encontrar a alguien con más instinto político y que sepa más de campañas electorales en Estados Unidos que David Axelrod. Fue uno de los artífices de la victoria de Barack Obama cuando el joven senador era un candidato improbable y le asesoró en los años más difíciles de su Presidencia como consejero en la Casa Blanca. Su libro Believer es una crónica sincera de la revolución política que encumbró a Obama y sus limitaciones.
Axelrod empezó su carrera como periodista en el Chicago Tribune, como se nota en su capacidad de preguntar en su popular podcast, The Axe Files.
Desde 2012, dirige el Instituto de Política de la Universidad de Chicago, un foro de enseñanza y debate sobre políticas públicas no partidista y que busca la diversidad ideológica. Ahora sus sesiones y debates son todas online, como el resto de la Universidad. Hablamos por videoconferencia unas horas antes de las elecciones en un país que está, según él, “de los nervios”.
¿Cuál es su sensación sobre las elecciones?
Todas las señales apuntan a que Biden va a ganar y es curioso hasta qué punto la gente siente escalofríos cuando lo dices. Porque la mayoría de la gente decía lo mismo hace cuatro años. Estuve anoche en una charla online con unas 3.000 personas de Los Ángeles, y fue como una sesión de terapia de grupo porque están escarmentados por lo que pasó la última vez.
Pero Biden tiene una ventaja significativamente más grande de la que tenía Clinton, Biden es más popular de lo que era ella, Trump es un presidente en el cargo y no un intrépido aspirante.
Trump está viajando alrededor del país organizando eventos supercontagiadores y le dice a la gente que estamos mejorando, pero la gente no necesita ni encender el televisor para saber que no es verdad: lo está viviendo. Y esto refuerza la gran inquietud que existe sobre Trump.
En mi opinión, todo apunta a que va a perder. Dos datos me parecen especialmente importantes. Uno es su nivel de aprobación presidencial, que está alrededor del 43%. E incluso en los estados disputados tiene más opiniones negativas que positivas. En la política presidencial es una realidad que los presidentes en el cargo no consiguen mucho más que su nivel de aprobación. Así que la idea de que con un nivel de aprobación del 43% y con un oponente relativamente popular Trump va a conseguir llegar hasta el 49-50% del voto me parece bastante remota.
En segundo lugar, Trump ganó a Clinton por más de 20 puntos entre los votantes blancos. La última encuesta de CNN muestra que Trump le lleva a Biden una ventaja de dos puntos en intención de voto entre los votantes blancos. Otros sondeos muestran una ventaja mayor para Trump, tal vez de seis puntos. Pero lo que está muy claro es que Biden va a conseguir muchos más apoyos entre los votantes blancos que Clinton. Desde luego, entre los blancos universitarios tiene una ventaja significativa. Y hay ahora una gran brecha de género en este país: las mujeres blancas con estudios universitarios están en contra de Trump por un margen de más de dos a una.
Como consecuencia, las zonas suburbanas han cambiado, y la mayoría de los estadounidenses viven en zonas suburbanas.
Incluso si Trump sólo gana por dos o incluso por seis puntos el voto entre los blancos, no va a ganar estas elecciones.
¿Está inquieto sobre la exactitud de las encuestas?
Las encuestas nacionales fueron bastante exactas. De media daban que Clinton ganaba el voto popular por tres puntos y ganó por 2,2. Las encuestas de los estados fueron más erráticas.
Pero hay una relación entre las encuestas nacionales y las encuestas de los estados. Si Joe Biden está ganando el país por siete, ocho o incluso 10 puntos, como se ve ahora, si gana por ese margen, es casi inconcebible que pierda el colegio electoral (la suma de los votos electorales que reparte cada estado según quien haya ganado en ese territorio).
Hay nerviosismo sobre el hecho de que más de la mitad del electorado de los que votaron en 2016 haya votado pronto de manera presencial o por correo.
Trump ha convertido en un tema de debate el voto por correo y va a intentar cuestionar estos votos, que, según los datos del registro de identificación de partido, quedarán dos a uno a favor de Biden. El día de las elecciones, el voto se inclinará más hacia Trump porque muchos de sus votantes no han querido votar por correo ya que él lo ha convertido en tabú.
Eso va a crear tensión porque, por ejemplo, en Pensilvania, Wisconsin y Michigan, no empiezan a contar esos votos por correo hasta el día de las elecciones y probablemente no terminarán de contar hasta varios días después. Así que cuando arranque, el escrutinio reflejará sobre todo los votos de la gente que ha votado ese mismo día y Trump liderará el recuento en esos estados.
Y eso va a crear tensión porque inevitablemente Trump va a cuestionar el voto por correo, va a decir que ha ganado y que le están intentando robar las elecciones con votos fraudulentos. La historia del voto por correo en este país, que data de la guerra civil, muestra que nunca ha habido ejemplos de casos extendidos de fraude. No hay ninguna evidencia de eso, pero él ha creado esta ficción. Y hay cierta preocupación porque el Tribunal Supremo está ahora inclinado a su favor con firmeza y puede intervenir en algunos de estos casos electorales y decir que se descarten votos por correo.
Pero creo que es altamente improbable que esto vaya a pasar. Todo esto se puede acabar la misma noche de las elecciones porque Florida empieza a sus votos cuando llegan, sin esperar al día de las elecciones. Deberíamos saber hacia la medianoche o la una de la mañana (6 o 7 de la mañana del día 4 hora peninsular) qué ha pasado en Florida.
Si Florida elige a Biden, las elecciones se han terminado. Trump no puede ganar sin Florida. No lo ha conseguido ningún republicano en 96 años.
Hay otros estados como ése. Arizona, Carolina del Norte, y en cierto sentido, Ohio. Hay algunos estados que Trump tiene que ganar que nos van a ayudar a entender por dónde va la noche electoral y eso puede acabar con la controversia del voto por correo.
Pero en la pandemia mucha gente quiere votar por correo porque no quiere ir a los colegios electorales así que el volumen es enorme. Vamos a tener el nivel más alto de participación en 60 años.
¿Más que en 2008?
Oh, sí. Desde luego. Creo que vamos a tener más participación que en 1960, que fue cerca del 63%, lo que para Estados Unidos es mucho. Vamos a tener participación récord y no creo que eso favorezca a Trump. Tampoco creo que Trump crea que favorece a Trump y por eso está intentando descalificar cuantos más votos sea posible. Describiría el estado de ánimo de este país ahora mismo como ‘de los nervios’.
Para los súper fans de Trump es inconcebible que no vaya a arrasar. Para los demócratas, habiendo sufrido la última vez, cada encuesta positiva es una señal negativa porque se sintieron tan mal informados la última vez que no se creen nada, aunque las encuestas nacionales fueran bastante exactas.
¿Cómo va a leer los posos del café la noche electoral? ¿Florida y algo más?
Mirando dos cosas cosas: una es Florida y la otra son condados que votaron por Obama y que después votaron por Trump. Si esos condados empiezan a cambiar, en lugares donde podamos tener un escrutinio fiable, entonces tendrás una idea de la tendencia.
Por ejemplo, en el condado de Maricopa, que incluye Phoenix y sus alrededores, en Arizona: es un condado suburbano y de ahí viene el 60% del voto de Arizona. Trump ganó el condado por tres puntos la última vez. Es un indicador del estado. Si Biden va ganando en ese condado puede estar en bastante buena posición en el estado.
También hay otros condados en Pensilvania, Wisconsin, Carolina del Norte, Georgia, que están en juego ahora, que son indicadores, y por supuesto en Florida.
¿Qué condados mirará en Florida?
El condado de Pinellas, al oeste de Florida, cerca de St. Petersbourg. Trump ganó ahí la última vez por un punto. Obama ganó ese condado en 2012. Es un condado mayoritariamente blanco, con muchos votantes mayores. Y una de las cosas que está pasando es que Trump, que ganó entre los mayores la última vez, ahora va por detrás en este segmento sobre todo por su gestión del virus y su manera de minimizar la importancia de las muertes, que suceden más entre las personas mayores. Miraré con mucha atención ese condado. Si en ese condado está ganando Biden, creo que tiene muchas opciones de llevarse Florida. Será el indicador ahí.
¿Hay algún escenario en el que Trump pueda ganar?
No puedes eliminar del todo esa posibilidad. Es más probable que Biden sorprenda y gane por más de lo esperado que el hecho de que Trump consiga llegar a 270 votos electorales (el umbral necesario para ser presidente).
Pero si gana en Florida, si gana en Pensilvania, que es el estado donde las encuestas están más ajustadas en esa zona, puede aguantar. Estoy bastante seguro de que va a perder Michigan y Wisconsin, y eso pone mucha presión sobre él. En términos de póquer, la última vez se sacó una escalera. Hizo una cosa que era muy difícil de hacer. Y ahora está en esta carrera contra un oponente más popular y con una parte de la población muy grande con opiniones negativas sobre él. Por eso creo que es mucho más difícil. Pero sería una locura decir “nunca”. Tiene una posibilidad.
Le dije a tanta gente hace cuatro años que no había manera de que Trump ganara que ahora no se me ocurriría decir nada...
Estábamos corrigiendo nuestro propio juicio porque nadie lo podía imaginar. Nadie podía imaginar que Trump fuera a ganar, pero cuando llevas en esto tanto tiempo, como es mi caso, tienes un instinto sobre estas cosas. Y mirando hacia atrás, creo que yo y muchos de mis colegas no hicimos caso de nuestros instintos. Pero la sensación en las elecciones es un elemento importante: el momentum, quién está haciendo clic y quién no.
Y estaba muy claro hace cuatro años que Clinton sólo estaba aguantando. Las encuestas eran bastante alentadoras en los estados disputados aunque había perdido terreno en las encuestas nacionales. Pero obviamente pensábamos que esto no podía pasar. Era tan improbable por sentido común.
Creo que ahora todo el mundo tiene la sensación de que Trump es un tren estrellándose. Sus mítines se han convertido en un ejercicio estrambótico de victimismo y resentimiento. Hace cuatro años hablaba del resentimiento de otras personas. Ahora sólo está compartiendo su propio resentimiento.
Hay cierta inquietud sobre el hecho de que Biden no esté haciendo suficientes visitas de campaña. Pero en términos de mensaje, es muy coherente, muy disciplinado. Así que creo que hay una sensación buena en su campaña.
La última vez no hicimos caso de nuestro instinto porque no creíamos que Trump pudiera ganar. Ahora estamos ignorando nuestro instinto porque estamos preocupados de equivocarnos porque nos equivocamos la última vez, y si nos equivocamos la última vez podemos volvernos a equivocar. Pero tienes que mirar de manera fría a esto y preguntarte cuáles son los hechos objetivos sobre el terreno. Los hechos objetivos sobre el terreno son que Trump está en muchos apuros.
¿Si Trump pierde se irá pacíficamente?
Estados Unidos va a tener una transición de poder si Trump pierde. Creo que la principal preocupación no es lo que vaya a hacer él. Si hace falta, será escoltado fuera del edificio. La verdadera cuestión que preocupa no es lo que haga él, sino qué harán sus seguidores.
Trump está utilizando un lenguaje apocalíptico sobre todo esto. Repite que si pierde será porque le han robado las elecciones. Y hay grupos de milicias que responden ante lo que él dice. Algunos han sido entrevistados y dicen que si pierde será que las elecciones están amañadas y que están dispuestos a ir a una guerra civil. Esta gente tiene armas. Así que creo que la gran preocupación es que haya agitación civil ante una derrota de Trump.
También hay preocupación en lo que puede hacer si pierde porque seguiría siendo presidente durante dos meses. En ese tiempo despedirá a la gente que crea que no le ha sido fiel, como el director del FBI, el director de la CIA, y el doctor Fauci. Hará purgas y concederá perdones a sus amigos y aliados. Puede intentar aprobar un indulto para sí mismo, aunque no está claro si es posible. Puede perdonar a la gente de manera profiláctica por cualquier delito que hayan cometido en el cargo.
También es preocupante lo que podría hacer esos dos meses en el escenario global entre ahora y enero. Hay inquietudes. Pero si pierde, se irá.
Creo que nuestras instituciones son suficientemente fuertes y, si sucede, su derrota será ampliamente reconocida. No creo que haya ninguna manera por la que Trump pueda decir ‘no me voy a ninguna parte’. Se irá, aunque no sea alegremente.
Cuando empezamos a hablar de las primarias demócratas en 2018 su candidato no era Joe Biden… Entonces hablábamos de Beto O’Rourke y otros.
Biden no estaba en la cúspide de su vida política. Había mucha más expectación sobre otros candidatos.
La única persona que no subestimó a Biden como candidato fue Donald Trump. La razón por la que pasó por un impeachment fue por sus esfuerzos en 2019 para intentar evitar que Biden fuera el candidato y tratar de alistar al presidente de Ucrania para ello. Eso te muestra hasta qué punto entendió que Biden sería un oponente duro para él. Biden era un oponente difícil para él porque es culturalmente incómodo.
Es un hombre blanco, mayor, católico, del corazón industrial del país, con sensibilidad para la clase trabajadora, con capacidad para llegar a la base de Trump, que es lo que está haciendo. La cuestión era ¿puede un candidato de casi 78 años conseguirlo?
Estuvo a punto de ser derrotado en las primarias por las razones por las que es un oponente fuerte para Trump. Ya que puede conectar con votantes republicanos, era objeto de suspicacia por parte de los progresistas del partido y de los votantes más jóvenes.
Pero las circunstancias le ayudaron. Probablemente en estas circunstancias no hay nadie mejor por su capacidad de empatía, de proyectar decencia y personalidad, que por supuesto son las principales debilidades de Trump.
En política quieres que tus fortalezas sean las mayores debilidades de tu oponente. Sinceramente, el virus también ha hecho más fácil todo para él porque ha podido estar durante meses sin hacer campaña presencial. Incluso ahora no tiene que hacer campaña con tanta intensidad como sería lo habitual si no fuera por el virus. Creo que hay algo de serendipia en política. Es el hombre adecuado para el momento adecuado.
No pensé en él. Cuando lo elegimos como vicepresidente en 2008 todo el mundo asumió, incluyendo él, que ése sería el final de su carrera, servir como vicepresidente. Tendría 73 años cuando dejara el cargo.
Las circunstancias se han alineado a su favor y ahora es el hombre del momento.
Es paradójico, porque el país es más diverso que nunca. También el partido, que, en cambio, ha escogido al perfil tradicional de un hombre blanco mayor
Sí. Él se refiere a sí mismo como un candidato de transición. Creo que es improbable que se presente en 2024. Así que habrá una transición. Pero el partido debería tomar nota de que es útil tener candidatos que pueden apelar a más gente más allá del partido. Y eso no significa necesariamente tener un hombre blanco mayor. Pero creo que Hillary Clinton se equivocó al pensar que había una nueva mayoría en el país y no hizo caso de los votantes blancos de clase trabajadora. Fue un error. Y pagó por ese error.
Biden no está cometiendo ese error, pero le sale natural. El hecho de que esté casi empatado con Trump entre los votantes blancos es bastante sorprendente. Nosotros sacamos el 43% en nuestra primera carrera y el 39 en la segunda. Hillary Clinton recibió el 37%. Biden va a estar alrededor de 45%.
El país está cambiando, pero todavía es mayoritariamente blanco. Y creo que eso importa mucho. Biden no es la cara del futuro del partido demócrata, eso seguro. Es una figura de transición, pero el partido no debería despreciar las lecciones de ahora: tener el máximo alcance posible y no descartar a nadie.
¿Cree que el futuro del partido se parece más a las ideas de Kamala Harris que a las de AOC?
En primer lugar, Kamala Harris puede estar en una circunstancia única. Sería la primera vicepresidenta que asume el cargo como favorita para candidata a presidenta en las siguientes elecciones. A veces, tienes un vicepresidente que puede presentarse tras el segundo mandato. Pero no se me ocurre otro ejemplo de alguien que tome posesión con la mirada en la próxima candidatura.
Esto será un reto porque Biden va a recibir presiones de la izquierda para que promueva una agenda muy progresista. No creo que vaya a ser tan progresista como querrían los progresistas. Y van a poner presión sobre ella porque ella va a ser la que se quiera presentar. Tendrá a la vez la presión y la obligación de ser leal a Biden y apoyar sus posiciones.
Sobre AOC (Alexandria Ocasio-Cortez), creo que es una de las políticas con más talento natural que he conocido. Su capacidad de comunicar es extraordinaria. Lo hace muy bien, en parte porque es auténtica, dice lo que piensa todo el tiempo. Esto es también una de las fortalezas de Bernie Sanders.
Pero creo que sería malinterpretar el partido demócrata decir que AOC es el futuro. Creo que va a influir en el futuro y que va a empujar al país a posiciones más progresistas. Pero cuando miras al núcleo del crecimiento del partido se da en las zonas suburbanas. Y tienes una nueva generación de políticos de centro-izquierda que son menos ideológicos. Ella es idealista y empuja hacia adelante, hacia grandes objetivos.
Creo que habrá un gran debate en el partido y si lo hay ella tendrá más poder. Pero si miras a los votantes del partido demócrata, por ejemplo a los afro-americanos, son más conservadores. Es un error pensar que el voto afro-americano es de izquierdas. Los afro-americanos más mayores son votantes moderados. Ésa es una de las razones por las que le ha ido bien a Biden.
No sólo porque sea la más talentosa va a prevalecer. Mientras no haya un debate de suma cero y la gente diga ‘va a ser a mi manera o de ninguna manera’, creo que es saludable tener estos debates. El hecho de que no los haya es más problemático.
¿Cómo imagina una Administración Biden?
Biden tiene reverencia por las instituciones de la democracia. Y creo que devolverá integridad y transparencia al gobierno y a la Casa Blanca.
Y va a ser muy importante para revitalizar los departamentos del gobierno. Ahora hay una gran desconfianza por el esfuerzo que ha hecho Trump para desprestigiar el Departamento de Justicia, el FBI, la CIA, los científicos, los expertos en salud pública y demás. Y esto ha hecho un gran daño a nuestro país. Creo que Biden lo arreglará.
Creo que traerá con él a gente muy competente y que pondrá orden después de cuatro años de caos. Intentará trabajar con republicanos. Creo que estará en un camino progresista, pero pragmático.
También creo que una de las cosas que cambiarán es que Biden revitalizará las alianzas de Estados Unidos. Lo raro de estos últimos cuatro años ha sido que el presidente haya apoyado más a autócratas que a nuestros aliados que son democracias. Y eso ha sido muy preocupante para los estadounidenses y creo que también para otros países. Trump también desconfía de las instituciones globales como lo hace de las instituciones democráticas de Estados Unidos.
El gran ganador de estos años ha sido China. Biden entiende que es mejor ir con los aliados europeos.
¿Cree que Obama estará involucrado en la Administración?
No, sólo como consejero desde fuera. Creo que el presidente Obama ya ha cumplido con su servicio público. Quiere seguir con su vida más privada tal y como pensaba cuando dejó el cargo. Trump cambió sus planes por cómo se ha comportado, pero Obama nunca quiso ser una presencia continua en la política de Estados Unidos.
¿Y juez del Tribunal Supremo?
Creo que piensa que puede hacer más en su fundación y otras causas. Y que en lo último en lo que se ve al final de su carrera es en el Tribunal Supremo. Tiene reverencia por el Supremo, pero no creo que ambicione estar ahí. Sería un gran juez y tendríamos grandes escritos del Supremo, eso sí.
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