La política exterior apenas ha tenido espacio durante la campaña electoral de EEUU. Sin embargo, el resto del mundo sigue con gran atención la carrera a la Casa Blanca. Probablemente no haya otras elecciones en el planeta con un impacto tan importante sobre el resto de los países. Más cuando ambos candidatos presentan visiones del mundo radicalmente opuestas.
El programa de Gobierno del presidente Trump para un hipotético segundo mandato se limita a 54 frases. Solo cinco de ellas hablan de política exterior y todas entran en el ámbito militar: “Acabar guerras infinitas y traer a nuestros soldados a casa”; “conseguir que los aliados paguen lo que les corresponde [en materia de defensa]”; “mantener y expandir la inigualable fortaleza militar de EEUU”; “aniquilar a los terroristas que amenazan con hacer daño a los estadounidenses”; y “construir un gran sistema de ciberdefensa y sistema de defensa de misiles”.
Mientras tanto, el candidato demócrata, Joe Biden, ha puesto en marcha un ejército de unos 2.000 asesores que trabajan exclusivamente para diseñar su política exterior y de seguridad nacional, según ha revelado la revista Foreign Policy. Tienen por delante una labor titánica similar a la de Trump en 2016: deshacer el legado de su antecesor. Frente a la retirada del tablero de Trump sobre la base del 'America first', Biden apuesta por reclamar la posición de EEUU “de toda la vida” como “líderes morales y económicos del mundo”. “El mundo no se organiza solo. Si no damos forma a las normas e instituciones que gobiernan las relaciones entre naciones, otra nación llenará el vacío. Si no, el caos será el resultado”, señala el programa del exvicepresidente.
En mayo de este año, el presidente Trump anunció la retirada de la OMS por su gestión de la pandemia del coronavirus, una decisión que se hará efectiva en julio de 2021. Biden ha prometido que si gana, revertirá la decisión de Trump en su primer día de presidencia.
Si gana las elecciones, Biden va a tener mucho trabajo en su primer día en el Despacho Oval. También ha prometido revocar el veto migratorio a personas de países musulmanes y volverse a unir al Acuerdo de París por el clima de forma inmediata y acabando con la anomalía creada por Trump, que dejó a EEUU como el único país del mundo fuera del mismo. “El acuerdo es simplemente el último ejemplo de la firma por parte de Washington de un acuerdo que pone en situación desventajosa a EEUU en beneficio de otros países, dejando a los trabajadores estadounidenses –a los que amo– y a los contribuyentes asumiendo el coste”, afirmó Trump. Biden, por su parte, ha prometido volver a meter a EEUU en el acuerdo “el primer día”. “Pero volverse a unir no es suficiente, Biden utilizará todas las herramientas de la política exterior estadounidense para presionar al resto del mundo para aumentar sus ambiciones junto a EEUU”, sostiene la campaña del demócrata.
Trump también ha abandonado el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y Biden ha prometido que se volverá a unir. “El cambio de la política exterior de una administración a otra supone reubicar o no la posición de EEUU y su peso en la gobernanza internacional”, señala a elDiario.es Gustavo Palomares, profesor de política exterior de EEUU en la Escuela Diplomática de España, catedrático europeo Jean Monnet y decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología en la UNED. “Una victoria de Biden sería un paso hacia adelante en ese objetivo del multilateralismo frente al retraimiento global”, añade.
Idas y venidas en Oriente Medio: Irán, Israel y Arabia Saudí
Oriente Medio también ha sido y será una región de intenso trabajo. Durante su mandato, Obama llevó a cabo un giro notable en la zona, alejándose de sus tradicionales aliados como Arabia Saudí e Israel y culminando el acuerdo nuclear con Irán. Trump, por su parte, se encargó de deshacer los pasos de su antecesor.
Su primer viaje al extranjero fue a Arabia Saudí, con quien ha evitado enfrentarse hasta en los momentos más difíciles, como el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul. También utilizó sus poderes presidenciales para vetar una resolución bipartidista del Senado en la que se solicitaba acabar con el apoyo estadounidense a Arabia Saudí en la guerra de Yemen, considerado uno de los peores desastres humanitarios de nuestro tiempo. Biden, quizá presionado por las posiciones de sus rivales demócratas más progresistas en las primarias, ha prometido dejar de vender armas a Arabia Saudí, a quien dice que tratará “como lo que es, un Estado paria”.
En Irán, Trump ha aplicado una estrategia de máxima presión saliéndose del acuerdo nuclear negociado por Obama e imponiendo nuevas sanciones al país. Irán, como consecuencia, está enriqueciendo uranio por encima de los niveles acordados. “Si Irán vuelve al estricto cumplimiento del acuerdo nuclear, EEUU se volverá a unir al acuerdo”, ha señalado Biden.
Por último, el presidente republicano ha mostrado durante su mandato un apoyo incondicional a Israel con una serie de agravios hacia Palestina. Trump ha reconocido Jerusalén como la capital indivisible de Israel; ha ordenado el cierre de la oficina de la Organización Para la Liberación de Palestina en Washington, que en términos prácticos ejercía de embajada en EEUU; ha cortado la financiación a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA); ha revertido años de política exterior estadounidense afirmando que los asentamientos en territorio ocupado no violan el derecho internacional (a pesar de la opinión de la ONU); y ha negociado un supuesto acuerdo de paz entre Israel y Palestina que los palestinos han rechazado y en el que no han participado. A ello se suman sus ejercicios como mediador para que varios países árabes como Emiratos Árabes Unidos y Baréin normalicen relaciones con Israel.
El demócrata ha dicho que no volverá a cambiar la embajada –de hecho en 1995, siendo senador por Delaware, Biden votó a favor del traslado a Jerusalén–. Aun así, el exvicepresidente quiere presentare como un mediador legítimo y restablecer el diálogo con la parte palestina: se opone a las anexiones y a los asentamientos, “tomará medidas inmediatas para restaurar la asistencia económica y humanitaria a los palestinos” y “trabajará para reabrir la delegación de la OLP en Washingotn y el consulado de EEUU en Jerusalén Este”.
“No hay una vuelta al comercio como antes”
Tres días después de asumir la presidencia, Trump se retiró del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), un acuerdo comercial con 12 países asiáticos negociado por la Administración Obama-Biden para consolidar el llamado ‘pivot to Asia’ y para frenar a China. Meses después, anunció la apertura de un proceso de renogociación de NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte).
Su posición frente al comercio internacional permitió a Trump ganar muchos votos de la clase trabajadora blanca y Biden ha aprendido la lección. “No volvería a unirme al TPP tal y como se planteó inicialmente”, afirmó Biden el año pasado. Sin embargo, el exvicepresidente fue una de las personas que ayudó a levantar el TPP.
El candidato demócrata ha presentado en su programa la idea de una “política exterior para la clase media”, que define como “asegurar que las reglas benefician a nuestros trabajadores y nuestras comunidades”. “No hay una vuelta al comercio tal y como funcionaba antes. Nos aseguraremos de que negociamos desde la posición más fuerte posible”.