Los argumentos de quienes dan por buena la operación para derrocar a Evo Morales siempre parten de un hecho que se da por demostrado: en Bolivia hubo fraude electoral. Sobre esa afirmación, sobre ese primer ladrillo, se levantó una reacción social, un amotinamiento policial y finalmente la petición del Ejército de que Morales dimitiera. Un golpe de Estado que no ha encontrado una oposición internacional contundente, entre otros motivos porque, se dijo, venía tras un fraude electoral.
Sin embargo, no ha trascendido mucho sobre lo que pasó realmente con el recuento de los comicios del 20 de octubre. La misión de la Organización de Estados Americanos asegura que hubo “irregularidades” y, por otro lado, otros expertos advierten de que la acusación de la OEA no viene acompañada de pruebas de que estas anomalías sean “generalizadas o sistemáticas”.
Más de un mes después, ¿qué es lo que sabe del supuesto fraude que desencadenó la crisis social y política en Bolivia?
La polémica: la interrupción del recuento preliminar
El pasado 20 de octubre, Bolivia vivía una de las jornadas electorales más inciertas de su historia reciente. Evo Morales buscaba su cuarto mandato y se perfilaba como ganador, pero los sondeos pronosticaban que por primera vez su ventaja sería tan ajustada que se abriría la puerta a una segunda vuelta. Terminadas las votaciones, los resultados del escrutinio preliminar otorgan la victoria a Morales con el suficiente margen para evitar una segunda ronda frente a Carlos Mesa.
El anuncio desata protestas e incidentes violentos en diferentes puntos del país entre acusaciones de fraude electoral. No se fían del recuento.
En el país andino conviven dos recuentos, uno rápido y otro oficial. El segundo es el método tradicional, acta por acta, y lleva más tiempo. El recuento rápido es el llamado Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP). Como su nombre indica, es un sistema destinado a dar a conocer resultados preliminares de forma rápida, a pocas horas del cierre de la votación. A grandes rasgos, este recuento se basa en fotografías de las actas que se envían a través de una aplicación móvil. Esta información se almacena en servidores del Tribunal Supremo Electoral y luego es verificada y publicada en Internet. La polémica se centró en este último mecanismo de recuento rápido, pero sus problemas han acabado empañando todo el proceso electoral.
El día de las elecciones, a las 19:50 horas, el órgano electoral difundió los primeros datos del sistema rápido. Al 83,85% de las actas verificadas, el Movimiento al Socialismo (MAS), partido de Evo Morales, obtenía el primer lugar con el 45,71% de los votos, contra un 37,84% de la formación de Carlos Mesa. La diferencia entre ambos era de 7,87 puntos y la posibilidad de una segunda vuelta ganaba fuerza.
Y aquí viene la clave: tras ese dato, los resultados dejaron de actualizarse durante casi 24 horas. A las 18:30 del lunes 21, se reactivó el sistema y los nuevos datos preliminares otorgaban una diferencia de 9,36 puntos entre ambos partidos. Tras otra actualización que incorporaba los votos desde el extranjero, Morales superaba a Mesa con un margen de 10,14 puntos, justo por encima de los 10 puntos necesarios para evitar la segunda vuelta.
Este 'apagón' en el recuento rápido activa las alarmas y enciende las acusaciones.
Mientras tanto, el recuento oficial comenzaba y fue avanzando durante la semana, solapándose ya con la polémica. Conforme avanzaba el escrutinio oficial, los resultados no siempre daban como ganador directo a Evo Morales en primera vuelta. Porque lo que ha estado en discusión en todo momento no es la victoria de Morales, sino el margen que necesitaba para evitar una segunda ronda electoral –es decir, que obtuviera el 40% y al menos una diferencia de 10 puntos sobre la segunda candidatura– en las que las formaciones opositoras pudieran aglutinarse y sumar fuerzas.
Mientras varias ciudades bolivianas vivían protestas y altercados, mientras la comunidad internacional empezaba a pronunciarse, el recuento oficial no daba por seguro el triunfo de Evo Morales. Días después, los datos del recuento oficial confirmaban el apurado margen (menos un punto) con el que Morales evitaba la segunda vuelta.
Oposición y OEA critican la interrupción del recuento
“Esto es un fraude escandaloso. Confiamos en que la ciudadanía no va a aceptar esta votación, este resultado amañado”, criticó el candidato opositor tras conocer los primeros resultados no oficiales del escrutinio que lo dejaban fuera de la segunda vuelta. Mesa, denunciando que el órgano electoral obedecía órdenes de Morales, llamó a los suyos a movilizarse frente a la sede central de La Paz del TSE y ante sus delegaciones en las otras ocho regiones bolivianas.
Por su parte, la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos, que recorrieron 991 mesas de votación en 352 centros, cuestionó en un comunicado que se dejaran de difundir los datos y mostró su “preocupación y sorpresa” por que finalmente se presentara un escrutinio con un “cambio inexplicable de tendencia que modifica drásticamente el destino de la elección y genera pérdida de confianza en el proceso electoral”. Posteriormente, afeó al Tribunal Supremo Electoral que no fuera “capaz de brindar una explicación certera” a la ciudadanía. En todo momento, se refería al recuento rápido, pero la sospecha ya estaba sembrada.
Mientras, el Gobierno de Morales aseguró que garantizaría a la oposición y a la comunidad internacional un recuento transparente de los resultados de las elecciones, por lo que pidió “no cargar innecesariamente el ambiente” con protestas, a la vez que se mostró confiado en la victoria del presidente en ejercicio.
La interrupción del recuento rápido encendió la mecha de la tensión en las calles y desencadenó protestas que se tornaron violentas en gran parte del país. La policía dispersó enfrentamientos entre partidarios y detractores de Morales delante del hotel donde se realizaba el recuento en la capital. Varias sedes del órgano electoral fueron atacadas, algunas de ellas incendiadas.
El vicepresidente del Tribunal Supremo Electoral, Antonio Costas, renunció a su cargo tildando de “desatinada” la “decisión” de suspender la publicación del recuento rápido. Por su parte, un informe de la empresa Neotec, encargada del soporte técnico del sistema TREP, afirma que los vocales del tribunal electoral les ordenaron paralizar la difusión de resultados por tres motivos: “el uso de un servidor no monitoreado”, “el aumento inesperado de tráfico para verificación de actas” de este servidor y “el cambio repentino de la tendencia” entre los partidos de Morales y Mesa
El recuento oficial, difundido el 25 de octubre, acabó dando la victoria a Evo Morales con una ventaja de 10,57 puntos sobre Mesa en primera vuelta. Las protestas y enfrentamientos violentos siguieron sucediéndose y el Gobierno boliviano aceptó que la OEA auditara los resultados. El 30 de octubre, firmó el acuerdo con la organización regional y se comprometió a dar facilidades al equipo así como a aceptar las conclusiones tuvieran carácter vinculante “para las partes”.
El 10 de noviembre, la OEA publicó los resultados preliminares de su auditoría recomendando unas nuevas elecciones. Morales anunció una repetición electoral. A pesar del anuncio, el Ejército le pidió que dimitiera y acabó haciéndolo horas después.
Aquel mismo domingo, la Fiscalía anunció un procedimiento contra miembros del Tribunal Supremo Electoral por las irregularidades detectadas por la OEA que pueden conllevar “ilícitos penales y electorales vinculados al cómputo de los resultados oficiales”. La presidenta y varios vocales del ente han sido detenidos.
Un think tank de EEUU cuestiona el papel de la OEA
En su informe, la OEA no menciona la palabra fraude, sí habla de “irregularidades”. Uno de sus hallazgos es que la tendencia mostrada en el último 5% del cómputo rápido “Morales incrementa el promedio de votación en un 15% comparado con el 95% anterior, mientras Mesa cae en una proporción prácticamente igual”. “Este comportamiento es muy inusual”, sostiene el equipo en el informe. Acerca del cómputo oficial, según sus proyecciones estadísticas, aseguran que “resulta improbable estadísticamente que Morales haya obtenido el 10% de diferencia para evitar una segunda vuelta”.
Sin embargo, esta conclusión ha sido rebatida por el Centro para la Investigación Económica y Política (CEPR, por sus siglas en inglés). El think-tank con sede en Washington cuestiona seriamente en un informe publicado el 10 de noviembre el papel de la misión electoral de la OEA en Bolivia, asegurando que no “proporcionó pruebas que apoyaran afirmaciones que sugirieran que el recuento rápido podría ser 'difícil de explicar”. El grupo de expertos sostiene que “ni la misión de la OEA ni ningún otro partido han demostrado que hubo irregularidades generalizadas o sistemáticas en las elecciones”. Asimismo, recuerdan que el cómputo oficial –el único legalmente vinculante– “nunca se interrumpió y se actualizó regularmente en línea sin ninguna interrupción significativa”.
“La OEA debe investigar cómo fue posible que se hicieran tales declaraciones sin ninguna evidencia, las que pueden haber alimentado el actual conflicto político en Bolivia”, señala Mark Weisbrot, codirector de CEPR. “[La OEA] ha mentido en al menos tres ocasiones: en el primer comunicado de prensa, en el informe preliminar y en la auditoría preliminar. Por lo tanto, hay que mostrarse profundamente escéptico ante las acusaciones que presentaba esta y sus posteriores publicaciones, a menos que puedan ser verificadas por investigadores independientes a partir de los datos públicos disponibles”, indica en un artículo.
Los investigadores del CEPR se centran en dar una explicación al “cambio de tendencia” difícil de justificar en el recuento rápido para la misión de la Organización de Estados Americanos. Y la razón es geográfica. Para el grupo de expertos, que la brecha entre Morales y Mesa se ampliara a medida que avanzaba el proceso de recuento “fue un fenómeno predecible y poco sorprendente”, según los resultados del 83,85% inicial de votos del TREP.
El análisis argumenta que la brecha cada vez más amplia entre ambos candidatos se explica por las tendencias históricas de votación que favorecen a Morales en zonas donde los votos “tardan más en transmitirse”. “Ni el conteo rápido ni el conteo oficial exhiben cambios repentinos en las tendencias de los resultados finales, y la misma tendencia ampliamente conocida, explicable por la geografía, es evidente en ambos aspectos”, apuntan.
En el informe explican que, durante la última década y media, los votos de las zonas rurales y periféricas del país “han tendido a apoyar en una proporción bastante mayor a Morales y al MAS”. “Debido a limitaciones logísticas, tecnológicas y quizá también otras, estos votos terminan siendo calculados en la etapa final del proceso de conteo. Esto es cierto tanto para el conteo rápido como para el oficial, ambos afectados por la misma geografía e infraestructura. Los lugares rurales y más pobres, que han tendido a favorecer fuertemente a Morales, son más lentos en transmitir los datos o enviar las hojas de conteo a los tribunales electorales”, aseguran.
Además, tomando como referencia los votos al 83,85% –punto en el que se interrumpió la difusión de los datos– elaboran una proyección estadística según la cual el margen de Morales es de 10,09 puntos porcentuales. “Las conclusiones de esta proyección estadística son consistentes con los resultados oficiales del conteo electoral en Bolivia”, concluyen.
Desvío a otro servidor y actas alteradas, según la OEA
En su auditoría, la OEA detectó que, tras la interrupción del recuento rápido, el flujo de la información fue redirigido a un servidor informático “que no pertenecía a los previstos” y que no pertenecía a la Dirección Nacional de Tecnología de la Información. Tampoco era, dicen, controlado por la empresa auditora ni los funcionarios sino “por alguien externo”. “No figura en los informes que nos entregó el tribunal, y todos los actores omitieron su existencia hasta ser detectado por los auditores de OEA”, señalan.
A continuación, sobre el cómputo oficial, recalcan que “el proceso estuvo reñido con las buenas prácticas y no se han respetado los estándares de seguridad”. “Atento al cúmulo de irregularidades observadas, no es posible garantizar la integridad de los datos y dar certeza de los resultados”, aseveran.
Asimismo, los técnicos de la OEA analizaron 333 actas cuestionadas, una muestra seleccionada de las mesas en las que el partido de Morales obtuvo el 99% de los votos. De ellas, 78 (un 23%) presentaban “irregularidades desde el punto de vista pericial”.
Desde el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) advierten de que este análisis de la OEA se basa en “una muestra no representativa del total de las actas” y que la muestra está “sesgada” por no ser aleatoria sino centrarse en las mesas donde arrasó el MAS. El mismo número de irregularidades podría darse en mesas donde la oposición también arrase.
La OEA describe que, en algunos casos, “se verificó que todas las actas de un mismo centro habían sido completadas por la misma persona” y que “en varias actas” el partido MAS obtenía el 100% de los votos. “En algunos de estos documentos ni siquiera se había completado con un cero el campo correspondiente a los votos de los partidos opositores”, explican.
Por otro lado, el equipo auditor de la OEA hace énfasis en la existencia de “actas físicas con alteraciones” y “firmas falsificadas”. De 176 actas analizadas de la muestra que habían sido escrutadas en Argentina, indican que el 38,07% “presentan inconsistencias con el número de ciudadanos que sufragaron”. “Es decir, las actas reflejan un número mayor de votos que el total en las listas índice”.
Sin embargo, una investigación independiente del politólogo Walter Mebane, de la Universidad de Michigan (EEUU), ha tratado de demostrar que los “votos fraudulentos” no han sido “decisivos” en las elecciones. Según su modelo estadístico, hubo irregularidades en 274 de las 34.551 mesas de votación y lo compara con otros procesos electorales en Honduras, Rusia, Turquía, Austria o Wisconsin. “Incluso eliminando los votos 'fraudulentos', el MAS tiene una ventaja superior al 10%” sobre el partido de Mesa, sentencia el informe.
Por otro lado, la OEA argumenta que las condiciones en las que se custodió el material electoral no cumplían siempre con los “controles necesarios”. “El hecho de que hayan existido actas electorales quemadas evidencia la falta de resguardo, de previsiones adecuadas y poca coordinación” con las fuerzas de seguridad. “Dado que en Bolivia no existe la posibilidad de recuento de votos, el resguardo de las actas electorales es un aspecto crítico para dar las garantías al proceso electoral. El control de quien maneja las actas y el lugar en que se encuentran en cada momento es fundamental”, agregan.
“Es previsible suponer que de contar con más tiempo para procesar mayor documentación se hallaría un número aún mayor de irregularidades”, esgrime la OEA antes de finalizar el informe. Para la CELAG se trata de una expresión “poco rigurosa” que “no puede constituir de manera alguna una demostración fehaciente de la existencia de dichas irregularidades”.
Los resultados en las elecciones seguirán dando que hablar. Desde su exilio en México, Evo Morales ha anunciado que conformará una “comisión de la verdad” integrada por “personalidades internacionales” para verificar si hubo fraude o no en las elecciones.