Rodica Radian-Gordon, embajadora de Israel en España, está convencida de que Hamás ha sido quien ha “provocado” la última guerra en la Franja de Gaza, que terminó este jueves tras 11 días de continuos bombardeos, 244 palestinos muertos (incluidos 65 menores), y 12 israelíes. Sus respuestas tranquilas chocan con el discurso emocional de su homólogo palestino cuando hablan de los orígenes del conflicto.
“Evidentemente no hay simetría en el número de víctimas y esto es por varias razones. Primero porque nosotros tenemos [el sistema antimisiles] Cúpula de Hierro, que ha tenido una eficacia de más del 90%”, dice. La otra razón, según ella, es que Hamás se esconde entre la población civil. “No es la primera vez que el Ejército israelí lucha contra una red atrincherada entre la población civil y ha tratado de hacer las cosas de un modo quirúrgico, pero es muy difícil”.
¿Qué significa el alto el fuego?
Con el alto el fuego entramos en un periodo de calma con una elevada capacidad de disuasión por parte de Israel, incluso en cuanto a posibles ataques de otras entidades de la región. Por el otro lado, los palestinos de Gaza, y los palestinos en general, tendrán que elegir entre Hamas, cuyo liderazgo les condena a más destrucción y pobreza, y un posible liderazgo diferente en el futuro que se ocupe de sus problemas de modo constructivo.
Ha habido secretarios generales y relatores especiales de la ONU que han calificado lo ocurrido en Gaza como un “castigo colectivo” ¿Cuál es su respuesta a esta acusación?
Hasta 2005 nosotros tuvimos asentamientos y presencia en Gaza. Entonces salimos de ahí exactamente con la idea de dejar que ellos hiciesen sus vidas y que tuviesen su administración. En 2006 y 2007 Hamás expulsó a la Autoridad Palestina y se convirtió en un centro de terrorismo. Un centro de terror en el seno de una población civil de dos millones de personas. Estamos hablando de 20.000 combatientes que están manteniendo a dos millones como rehenes.
Cuando tienes un grupo así, no puedes dejar que te amenace todo el tiempo. Por eso se producen y se repiten estos conflictos desde 2008. Hay que terminar con esta situación y hay que cambiar el balance de poder. Eso es lo que hemos tratado de hacer ahora.
Hablaba usted de la diferencia en el número de víctimas entre ambas partes. Con tal diferencia hay quien cuestiona el argumento de Israel de la legítima defensa.
Creo que tratar ahora de contar muertos es un argumento muy cínico. No se trata del número de muertos, sino de la amenaza. Nosotros no estamos interesados en más muertos, estamos interesados en debilitar la presencia de Hamás y restaurar la calma en la región. Queremos vivir. Este año hemos logrado tener paz con países [árabes] más lejanos y ojalá pudiéramos hacer lo mismo con los palestinos.
En la última ofensiva, tanto Israel como Hamás han sido acusados por los relatores especiales de la ONU de posibles crímenes de guerra. Es algo muy grave. Como usted representa a la parte israelí, le pregunto por su caso ¿Está Israel cometiendo crímenes de guerra?
Pues mi respuesta es un rotundo no. Además, una de las diferencias entre Israel y Hamás es que nosotros, siendo una democracia, tenemos un sistema legal muy fuerte. El ejército israelí tiene un departamento especializado en la legislación internacional que sirve de lección frente a conflictos anteriores. Antes de empezar los ataques, estudiamos mucho que todo cumple la ley internacional y que los objetivos escogidos son objetivos legítimos y militares. El Ejército tiene las pruebas. También ha habido casos donde la situación no ha sido tan clara y hemos investigado lo ocurrido. El sistema interior es más fuerte que cualquier sistema internacional y esta es nuestra respuesta.
Buena parte de la última crisis estalló por los desahucios de familias árabes en Sheikh Jarrah, en Jerusalén Este. ¿Cuál es la posición de Israel en este tema?
Sheikh Jarrah fue uno de los puntos más delicados y el Gobierno israelí hizo todo lo posible para que no se debatiese en la Corte Suprema en estas fechas, sabiendo que estábamos hablando de fechas muy sensibles. Por eso se pospuso. Entonces es un pretexto. En Sheikh Jarrah existe una situación legal diferente porque… es una cuestión de la historia. Antes del 48 había gente judía que vivía allí y tienen los documentos para demostrarlo. Por eso está en la Corte Suprema de Israel.
Pero el caso de Shaikh Jarrah no es un caso aislado. Ha habido más procesos judiciales de recuperación de tierras por parte de judíos. La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) dice que no existe en Israel una legislación homóloga para que la parte árabe también pueda recuperar tierras.
Existe una legislación, pero no voy a entrar ahora en detalles. La situación es bastante complicada. No existe una legislación 100% paralela, pero hay otras maneras.
En este caso la OCHA sostiene que la transferencia de partes de la población civil de la potencia ocupante al territorio que ocupa está prohibida y puede constituir un crimen de guerra. ¿Cuál es la posición israelí?
Las situaciones de guerra provocan situaciones imposibles. La manera de resolver todo esto es a través de un diálogo directo que ponga sobre la mesa muchas cosas. En el pasado hemos tenido varias rondas de negociaciones con los palestinos en los años 90, en 2000, en 2008 y en 2014. Por nuestra parte, estuvimos de acuerdo en tratar temas muy delicados, incluso los asentamientos. Hemos demostrado ya varias veces, en 2005 y un poco después, que hay situaciones en las que podemos desmantelar asentamientos. Si fuera un entendimiento común, estoy segura de que podríamos llegar a acuerdos.
Lo que no queremos y no aceptamos es que venga alguien de las Naciones Unidas o no sé qué organización internacional y que nos dicte los resultados. Estas cosas tienen que establecerse entre las partes. Desafortunadamente, por muchas razones políticas de ambos lados no nos encontramos en la posición de empezar a negociar. Los palestinos han decidido coger esta calle de las organizaciones internacionales, que es algo que Israel no va a aceptar y entonces no va a llegar a nada. Quizá hagan declaraciones o decisiones, pero no van a ser implementadas porque para implementar una solución tiene que haber consenso.
¿Considera Israel que se debe aplicar el IV Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra en Cisjordania y Jerusalén?
Es un tema legal, pero tiene un fondo que no lo es, y estos son los lazos del pueblo judío con estos lugares dentro de Cisjordania y Jerusalén. Israel no puede ser considerado como un poder colonialista porque nunca hemos tenido fronteras oficiales, sino que fueron fronteras de la tregua del 49. En el 48 se toma la decisión de crear un Estado judío y un Estado árabe. Los árabes rechazaron la decisión y empezó la lucha del 48. Hasta el 67 estos territorios fueron territorios jordanos. Luego los palestinos en el 64 se autodefinieron como “pueblo”. Antes del 64 no hubo una autoidentificación palestina en sí misma. Después de la guerra del 67 los países árabes rechazaron negociar con Israel y entonces nos quedamos con los territorios.
Toda esta situación no es una situación clásica en donde se puede decir que se aplica este u otro convenio. Todo tiene que ser acordado bajo negociaciones que ahora mismo no podemos hacer.
También se ha visto recientemente dentro de Israel un nivel de violencia sin precedentes entre sus propios ciudadanos árabes y judíos. ¿Está en peligro el equilibrio social del país?
Pues sin duda es algo que no habíamos visto antes y que nos preocupa a todos. Lo interesante es que en los últimos meses estamos viendo un esfuerzo real por parte de los líderes políticos árabes de integrarse más dentro del sistema político israelí para llevar resultados tangibles a su comunidad. Esto significa que los ciudadanos árabes entienden que hay que aprovechar las posibilidades por una mayor integración. La violencia viene de una minoría extrema de ambos lados. Esto ha sido una señal para advertirnos de lo peligroso que puede ser la división.
¿Cree que la promulgación en 2018 de la ley de Israel como el Estado nación del Pueblo Judío ha aumentado esas tensiones? Siendo el 20% del país población árabe, hubo quien lo criticó por la cuestión de la autodeterminación o la capitalidad.
No, porque aquí otra vez es algo que tiene que ver con la autodefinición y con una dinámica entre derechos individuales y derechos comunitarios de una minoría. Esta ley toca los derechos comunitarios. Israel es un Estado judío y estas son leyes que tratan de evidenciar esta faceta de Israel como el Estado para los judíos de todo el mundo que lo quieran.
Antes hablábamos un poco de las críticas de organismos internacionales. ¿Cómo le afectan esas críticas de ONG e incluso de la ONU? Por ejemplo, hace poco Human Rights Watch calificó las políticas de Israel como apartheid.
Pues claro que preocupan. Ningún país, y menos un país democrático, quiere ser criticado. Lo que pasa es que son acusaciones mentirosas. No siempre tenemos que reaccionar a cada crítica mentirosa. Hay elementos en la parte palestina que quieren avergonzarnos y consiste en hacerlo a través de estas organizaciones. Por eso no siempre estamos listos para explicar o mostrar todo a cada organización y menos a aquellas que sabemos ya desde el principio cuáles van a ser las conclusiones y que incluso podríamos nosotros mismos escribir el informe final. Estamos abiertos a la crítica, pero tiene que ser una crítica justa.
Y cuando esas críticas vienen de la ONU, ¿hay alguna consideración especial?
Pues depende... Si te estás refiriendo a la Corte Penal Internacional, ahí también tenemos argumentos bastante fuertes por lo que no lo aceptamos. Son argumentos muy fundamentados y legítimos.
Los asentamientos han sido muy criticados e incluso considerados ilegales por la Corte Internacional de Justicia ¿Cree que son un obstáculo para la paz?
En algunas ocasiones hemos mostrado que podemos desmantelar asentamientos. Además, todos estos asentamientos van a estar sobre la mesa de negociaciones cuando llegue el momento. En las negociaciones de 2008 y 2009 se hablaba de fronteras que tuviesen en cuenta parte de los asentamientos y a cambio se contemplaba un intercambios de territorios.
Lo que quiero decir es que el tema de los asentamientos es algo que tiene solución. Ahora bien, ¿por qué no desmantelar todos los asentamientos? Porque se trata, de nuevo, de lazos históricos del pueblo judío con estos lugares. Pero estoy segura que si se viene de buena fe por ambos lados, llegaremos a una solución. Algunos de los eventos del pasado han mostrado que sí podemos llegar a entendimientos en este sentido.
¿Cuál sería la solución ideal para Israel?
Pues fue vivir en paz con nuestros vecinos. Sin duda.
¿Uno o dos Estados?
Esto lo dejo a los políticos. Que ellos decidan.