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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Cómo afrontan el momento decisivo del Brexit los españoles que viven en Reino Unido: “Nunca fue una buena idea”

¿Qué piensan los españoles que viven en Reino Unido sobre el horizonte incierto que presenta el Brexit? Al tiempo que Bruselas insiste en que ya hay un acuerdo, el único posible sobre la mesa, y espera que el Reino Unido abandone la Unión Europea en marzo de 2019, el Gobierno de Theresa May, sin la confianza de la Cámara de los Comunes, ha cancelado su votación (prevista para el 11 de diciembre) y la ha pospuesto 35 días (15 de enero) para evitar el rechazo esperado. ¿Cuáles son las preocupaciones de estos ciudadanos? ¿Se plantean abandonar el Reino Unido?

“El Brexit es un despropósito, es la decisión de un líder mediocre (David Cameron) de someter a referéndum una cuestión con demasiados matices que no puede reducirse a leave o remain (salir o permanecer)”, dice Álex Fernández, un joven que se marchó a Inglaterra en septiembre de 2017 para estudiar un Máster en Urbanismo en la London School of Economics y que ahora trabaja como analista de investigación y desarrollo en una startup.

El proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea ha sido un asunto controvertido y perseguido por determinados partidos políticos, grupos civiles y personas desde 1973. La cuestión nace de la reticencia de la anexión del país a la Comunidad Económica Europea, motivo de la celebración de un referéndum sobre la permanencia en dicha organización en 1975 y en el que el 67% de los electores votó “permanecer”.

¿Qué ha llevado a los británicos a un segundo referéndum en 2016? Aunque los factores son varios y, según quién, diversos, el culpar y tratar a los inmigrantes como una carga social para justificar una mala situación económica fue uno de ellos. Para muchos, en este argumento reside la principal arma de la campaña y un factor decisivo en la votación celebrada hace ya dos años, en la que el 52% votó a favor de salir de la UE, frente a un 48% que votó permanecer.

La campaña del Brexit coincidió con un momento donde la inmigración de europeos al Reino Unido era bastante alta, respecto a años anteriores, debido a la situación económica de los países del este y sur de Europa. “El Brexit nunca fue una buena idea, se ha vendido como una forma de recuperar soberanía en la toma de decisiones respecto a Bruselas y controlar el flujo de inmigración”, explica Rubén Aragón, un español que ha trabajado durante cuatro años en la hostelería londinense al mismo tiempo que se formaba en International Bussiness.

Álex cree que el crecimiento de las desigualdades y la frustración de gran parte de la población británica se han dirigido de forma injusta hacia la UE: “A los ciudadanos los han engañado, no tenían ni idea de lo que estaban votando. Ahora que los británicos empiezan a darse cuenta de la realidad del Brexit, muchos se están echando atrás”. Álvaro Sánchez, camionero que vive desde hace seis años a las afueras de Edimburgo (Escocia), piensa lo mismo que Álex: “La gente sabe que el Gobierno le ha mentido en los motivos por los que se propuso el referéndum”.

“Es la decisión de un colectivo movida desde el ego y el sentirse superior. El Brexit alimenta el argumento racista”, opina Mayte Ruiz, intérprete, diseñadora y profesora de yoga que vive desde hace 18 años en Belfast (Irlanda del Norte). Alicia Derrac, bióloga que vive en Cardiff (Gales) desde 2012 y que en la actualidad estudia un doctorado en biomedicina, habla del proceso de salida de la UE como “una medida populista basada en un nacionalismo absurdo”. “Aquí están muy cansados de la inmigración, pero sobre todo de la procedente de la Unión Europea”, declara Leticia Argüelles, que lleva cinco años en Reino Unido y vive en Brighton (Inglaterra), donde trabaja en servicios sociales con Menores Extranjeros No Acompañados (MENAS).

El Brexit ha sido un claro reflejo de las fracturas geográficas y generacionales de la sociedad británica. Según datos oficiales del Gobierno recogidos por la BBC, el 75% de los votantes de entre 18 y 24 años y el 56% de entre 25 y 49 años se mostraron partidarios de seguir en el bloque. Mientras que el 44% de entre 50 y 64 años y solo el 39% de los mayores de 65 años quisieron quedarse en la UE.

“No les interesa que nos vayamos”

Álvaro narra con incertidumbre cómo poco después del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea de junio de 2016, su esposa y él recibieron una carta en casa a nombre de la presidenta de Escocia, Nicola Sturgeon, diciendo que no se preocupasen por el proceso, que ellos eran más que bienvenidos en el país. “No sé si habrá Brexit o no, realmente ya no sé qué va a pasar. Lo que sí sé es que tengo aquí mi casa con su hipoteca, mi trabajo fijo y pago todos mis impuestos, por lo que pienso que no interesa que personas como mi mujer y yo nos vayamos”, confiesa.

“Los empleadores de aquí nos han dicho que nos ayudarán todo lo que puedan. No les interesa que nos vayamos, sobre todo en Sanidad donde hay muchas enfermeras españolas que, de irse, causarían un colapso en los geriátricos”, apunta Juan Manuel Martínez, que trabaja en una panadería industrial y vive en Magherafelt (Irlanda del Norte) desde hace seis años. A Fran Vidal, que ha llegado hace pocos meses a Oxford (Inglaterra), y trabaja como biotecnólogo en una empresa de genética, lo que más le preocupa es lo que pueda pasar con los inmigrantes llegados después del referéndum: “Si tendremos que volvernos o en el caso de que nos dejen quedarnos, a qué coste sería”.

Rubén relata que de completarse el proceso, teóricamente en marzo de 2019, “quien haya residido en Reino Unido cinco o más años tendrá que solicitar la residencia permanente para quedarse”. Por otro lado, concreta, que a quien no cumpla este requisito se le aplicarán otras condiciones: “La inmigración sería controlada por un sistema de puntos que contabilizaría estudios, habilidades y dominio del idioma, entre otras cuestiones. En este sistema la inmigración europea no tendría preferencia respecto a otros países extracomunitarios y los principales afectados serán los inmigrantes no cualificados y los llegados después del referéndum”.

Los resultados fueron muy diferentes en Inglaterra y Gales, donde ganó leave (salir) con un 53,4% y un 52,5% respectivamente, de Escocia e Irlanda del Norte, donde lo hizoremain (permanecer) con un 62% y un 55,8%. Es por ello que, las principales preocupaciones varían según qué sitio, como es el caso de la frontera entre Irlanda del Norte e Irlanda.

“Cualquier frontera ocasiona molestias”, sostiene Manuel Plaza, un abogado que lleva más de un año viviendo en Belfast y que, a pesar de trabajar en un proyecto relacionado con el Brexit, no le agrada que el país en el que vive se separe de Europa. La frontera con Irlanda es un tema que preocupa especialmente a los norirlandeses: “Aquí nadie quiere una frontera a la antigua, eso sí es algo en lo que todo el mundo está más o menos de acuerdo. Mucha gente la cruza a diario, y quien no lo hace tiene un familiar o un amigo al otro lado”, asegura Manuel. También Jorge Dacal, residente en Belfast desde hace 6 años, lo comparte: “The border es el principal problema”.

En Escocia, y desde un entorno más académico, Sara García Pereda, que desde hace tres meses estudia un Máster en Dramaturgia en la Universidad Napier de Edimburgo, cuenta cómo los profesores y alumnos “creen que no pueden hacer mucho porque quien tiene el poder es Inglaterra”. “Fantasean con la idea de separarse del Reino Unido para después unirse a Europa como un estado independiente”, afirma.

Fran señala que las preocupaciones de los ingleses se centran en la rama profesional, en cómo el Brexit podría afectar a sus trabajos. “Aunque ni ellos saben bien lo que realmente ocurriría una vez completado el proceso”, aclara. “Algunas empresas multinacionales ya están reubicando algunas de sus actividades en ciudades como Frankfurt o París, pero al menos de momento, el recorte de personal no está ocurriendo”, opina Rubén.

“El sentimiento de que ya no eres bienvenido”

Desde la votación de junio de 2016, según registros de la policía británica, el número de delitos de odio ha tendido al alza en lugares como Londres. Aunque no quieren que se difunda la imagen de que están siendo acosados o perseguidos, los españoles entrevistados admiten que el ambiente se ha enrarecido en Reino Unido. La hostilidad hacia el extranjero en el país viene de lejos, pero ahora la discriminación preocupa más.

Para Rubén, es visible “el sentimiento de que ya no eres tan bienvenido como lo eras antes”. Como ejemplo, cita algunos casos de ataques xenófobos sufridos por inmigrantes europeos en el Reino Unido, aunque considera que “son casos aislados”. “El número de incidentes racistas ha aumentado considerablemente desde que se anunció el proceso de salida de la UE”, dice Mayte, a quien también le preocupa enormemente el auge de la extrema derecha en toda Europa y fuera de ella.

¿Qué pasará con las ayudas procedentes de fondos europeos? Aunque el Gobierno británico ha prometido que compensará su desaparición, Álex cree, que de completarse el proceso, “esta pérdida la sufrirán más las universidades y los centros de investigación”. Alicia comparte la misma inquietud: “Todo el dinero para financiar la investigación viene de la Unión Europea. La mayoría de los grupos de investigación en el Reino Unido se componen de inmigrantes, tanto europeos como no europeos, y hay un movimiento continuo de dinero y personal que amenaza con desaparecer”.

Una notable pérdida de valor de la libra en el tipo de cambio, “que se desplome”, y una subida generalizada de los precios también se encuentran entre las principales preocupaciones. A Jorge es lo que más le preocupa, Álvaro relata que tras el referéndum los precios han subido, y Mayte, como madre de dos hijos, teme que todo suba más con el Brexit.

Brexit, a todas horas

“El Brexit está en todas partes”. “Es el tema”. “Está en los informativos a todas horas”. “Lo tenemos hasta en la sopa”. Estas son algunas de las frases más repetidas sobre el espacio informativo que ocupa el Brexit. “El ambiente está caldeado porque la gente está harta de tanta discusión en los medios que no lleva a ningún lado”, sostiene Álvaro.

Manuel afirma que “la información existente sobre el proceso no es suficiente” y, que a pesar de la cantidad de noticias, no cree que a los ciudadanos les hayan dado toda la información necesaria para que puedan formar una opinión consistente, “más bien se informa sobre lo que hace May y se especula con lo que puede ocurrir”, sentencia. “Cualquier medio serio está de acuerdo con que no será positivo”, dice Álex, que se informa por los podcasts de The Guardian y de la BBC.

En Edimburgo, en la Universidad, Sara cuenta cómo les han ofrecido a los estudiantes internacionales responder encuestas, a cambio de entrar en sorteos, “para saber a qué hemos venido a Escocia, qué creemos que nos aporta la formación recibida con respecto a nuestros países de origen y qué pensamos hacer una vez terminemos los estudios”. Y Alicia, en la Universidad de Cardiff, explica que convocan asambleas para informar de las últimas noticias sobre el Brexit, aunque ve la información “muy fluctuante y poco certera”.

Por el momento, aunque el culebrón del Brexit presenta un horizonte incierto, ninguno se plantea cambiar su lugar de residencia por decisiones políticas. De hacerlo, se irían por motivos distintos como por ejemplo “ampliar horizontes y adquirir globalidad”, concreta Rubén, o “para avanzar en mi carrera profesional”, declara Manuel.

Regresar a España se encuentra entre sus últimas opciones. “No me he planteado volver en ningún momento. Aquí tengo todo lo que no tendría allí, se me valora como ciudadano y como trabajador, me siento muy afortunado de formar parte de esta sociedad”, asegura Álvaro. Lo mismo piensa Alicia: “La opción de volver sería un retroceso en mi carrera. El Reino Unido me ha proporcionado unas condiciones de trabajo inexistentes en España”; y Leticia: “Aquí tengo calidad laboral, allí tendría mejor calidad de vida, pero no laboral”.