El informe elaborado por el Departamento de Estado norteamericano, a petición del presidente Joe Biden, ha concluido que es “razonable evaluar” que Israel haya violado el derecho internacional en la guerra contra Gaza. El texto presentado este viernes por la tarde (hora local) ante el Congreso apunta a que “los resultados sobre el terreno, incluidos los altos niveles de víctimas civiles, plantean dudas sustanciales” sobre si el ejército israelí está tomando las medidas necesarias para reconducir la situación de los civiles en Gaza. Pero aun así, no considera que haya motivos para frenar el apoyo de ayuda militar, ya que las garantías que Israel presentó el pasado mes de marzo sobre el uso de las armas norteamericanas conforme al derecho internacional son “creíbles y confiables”.
El pasado mes de abril, Biden ya amenazó a su homólogo israelí, Benjamín Netanyahu, de que habría consecuencias si Washington no veía una mejora constatable de la situación de la población civil. De hecho, el Departamento de Estado señala en este informe que Tel Aviv “tiene el conocimiento, la experiencia y las herramientas para implementar mejores prácticas para mitigar el daño civil en sus operaciones militares”. En cambio, por otro lado, afirma que no ha encontrado muestras de que Israel haya obstruido intencionalmente la llegada de ayuda humanitaria a Gaza
En otro apartado de este mismo documento, según exponen la prensa norteamericana, también se destaca que “Israel no ha compartido información completa para verificar” si se han utilizado armas estadounidenses en casos concretos que hayan violado, presuntamente, las leyes de derechos humanos. Respecto a este aspecto, el informe es bastante crítico con la actuación de su socio y también recalca que “no cooperó lo suficiente” con Washington durante los primeros meses de la guerra tras el ataque del 7 de octubre liderado por Hamás.
El informe hace una revisión de lo sucedido durante la guerra de Gaza desde el 1 de enero hasta finales de abril y es independiente a la escalada de tensión que se ha producido entre Estados Unidos e Israel esta semana. El encargo de este documento se remonta al pasado mes de febrero, cuando Biden lo ordenó como una manera de acallar las críticas por parte de la bancada demócrata más progresista del Senado y conseguir así su apoyo para el paquete de ayuda militar que se aprobó a finales de abril para Ucrania, Israel y Taiwán. Casualmente, la fecha límite para entregarlo era el pasado miércoles, aunque se ha retrasado hasta este viernes.
Entre los demócratas ya hace tiempo que han aparecido voces críticas que piden restringir el envío de armas a Israel y con este documento se pretendía poner presión para conseguirlo. La ley estadounidense prohíbe el envío de armas a terceros países que “incurran en un patrón consistente de graves violaciones de los derechos humanos internacionalmente reconocidos”.
La publicación de las conclusiones del informe llega en uno de los peores momentos de las relaciones entre Washington y Tel Aviv. Desde que a principios de semana el ejército israelí ocupó el paso de Rafah - dónde se acumulan más de un millón de palestinos-, que el malestar entre ambos socios no ha hecho más que aumentar: primero se hizo público que Biden había ordenado paralizar el envío de 3.500 bombas para Israel ante el temor de que pudiera usarlas en una incursión terrestre en el sud de la Franja, y el miércoles por la noche el presidente norteamericano amenazó a su homólogo israelí, Benjamin Netanyahu, con frenar el envío de armas si Israel invade completamente Rafah. En reiteradas ocasiones, el líder estadounidense ha remarcado que una invasión sobre Rafah sin un plan para evacuar la población civil supondría cruzar una línea roja.
A pesar de que parece que las relaciones entre ambos países han llegado a un punto de no retorno, la publicación de este informe es una muestra de los equilibrios que sigue haciendo Washington para evitar escalar la crisis a mayores. De hecho, la conclusión del informe sobre el uso de las armas norteamericanas contrasta con las declaraciones de Biden del pasado miércoles ante la CNN, donde reconoció que era consciente de que hay civiles en Gaza que han muerto bajo las bombas estadounidenses. “Hay civiles que han muerto en Gaza como consecuencia de esas bombas y otros modos en los que [los israelíes] atacan a los centros de población”, dijo el presidente, que reconocía claramente el rol de su país en el conflicto que ya se ha cobrado la vida de casi 35.000 palestinos.
Este mismo comportamiento bipolar (aunque calculado) también se ha visto el viernes por la mañana en Nueva York durante la votación de la Asamblea General de la ONU sobre la petición ante el Consejo de Seguridad para que “reconsidere favorablemente” la admisión de Palestina como estado miembro de pleno derecho: Estados Unidos ha votado en contra, respaldando, una vez más, a su socio dentro de la comunidad internacional.