Europa, territorio hostil para la movilización por Palestina

Fueron cien mil personas las que salieron a la calle, pero la prensa británica conservadora se interesó muy pronto por lo que había gritado un solo individuo. Tanto es así que el suceso, en el caso de que merezca ese nombre, se convirtió en un enfrentamiento entre la ministra de Interior y la Policía Metropolitana de Londres. O eso decían los titulares del lunes que mencionaban las críticas políticas en favor de más mano dura contra la incitación a la violencia.

La manifestación del sábado en solidaridad con la causa palestina y contra la guerra de Gaza transcurrió sin incidentes graves. Las fuerzas de seguridad detuvieron a diez personas por diversas razones. La polémica surgió por un breve acto público convocado por la organización fundamentalista Hizb ut Tahrir que habría pasado desapercibido si no hubiera circulado en redes sociales un vídeo de 43 segundos.

Mientras un portavoz del grupo está dando un discurso, otra persona grita cerca de él utilizando tres veces la palabra “¡yihad!”. Dos o tres más le acompañan.

No hubo detenidos en ese acto en el que había policías presentes, lo que molestó a la ministra, Suella Braverman. Fue suficiente para que cuatro diarios lo destacaran en sus portadas, en algún caso con un tono de abierta indignación. El ministro de Inmigración, Robert Jenrick, criticó en público a Scotland Yard por la ausencia de detenciones. Braverman exigió al director del cuerpo policial una reunión para que diera explicaciones.

Como las demás fuerzas policiales del país, la Policía de Londres depende orgánicamente del Ministerio de Interior, pero su funcionamiento operativo es independiente. Establece sus propios criterios para actuar en la calle en función de la legislación, las decisiones de los tribunales y las directrices generales del Gobierno.

La Policía hizo público un comunicado frente a las críticas: “La palabra 'yihad' tiene varios significados, pero sabemos que la gente la asocia habitualmente al terrorismo”. Los agentes especializados en antiterrorismo examinaron el vídeo y no creyeron que se había cometido un delito por el uso de la palabra en ese contexto. A la misma conclusión llegó la Fiscalía a la que consultó la Policía.

Es poco probable que la distinción terminológica tenga mucho impacto en el sector duro de los tories, al que evidentemente incomodó la alta asistencia a la manifestación.

A partir de la solidaridad con Israel por el ataque de Hamás que mató a 1.400 personas, la mayoría de ellas civiles, los gobiernos de Reino Unido, Alemania y Francia se han mostrado en contra de las movilizaciones propalestinas, aunque no contengan referencias a Hamás en sus eslóganes oficiales, y algunos han intentado prohibirlas.

En Francia, el ministro de Interior, Gerald Darmanin, había ordenado a las fuerzas policiales la prohibición de manifestaciones propalestinas y la detención de sus organizadores al dar por hecho que producirían alteraciones del orden público. Eso no impidió que se celebraran algunas que fueron disueltas por la policía con gases lacrimógenos y cargas.

El Consejo de Estado anuló la orden del ministro por indiscriminada y reclamó que los prefectos regionales tomarán medidas sobre cada reunión solicitada. La decisión de un tribunal que recibió un recurso de los convocantes permitió el pasado jueves la celebración de un acto público en París. La policía ya había llevado camiones con cañones de agua para poner fin a la concentración propalestina, pero tuvo que retirarse tras conocerse el auto judicial.

El domingo, hubo otra manifestación, la más concurrida desde el inicio de la crisis, a la que asistieron 15.000 personas en París, según un cálculo policial. Darmanin, del sector más conservador del partido de Macron, tuvo que tragarse su veto.

Ningún otro país está tan condicionado por su historia del siglo XX como Alemania. La responsabilidad por el Holocausto obliga a casi toda la clase política a mostrar una solidaridad completa con Israel en la que no hay espacio para la más mínima crítica a la violencia contra los palestinos.

Un edificio emblemático de la historia alemana como la Puerta de Brandeburgo fue iluminado con los colores azul y blanco y la bandera de Israel horas después del ataque de Hamás. La sede central de Los Verdes colocó en su fachada una bandera israelí de grandes dimensiones. El domingo, 10.000 personas se reunieron para mostrar su apoyo a Israel y a la comunidad judía en Alemania.

“Es insoportable que los judíos vivan hoy con miedo, especialmente en nuestro país”, dijo a la multitud el presidente, Frank-Walter Steinmeier. “Cada ataque contra los judíos, contra instituciones judías, es una desgracia para Alemania. Cada ataque me llena de vergüenza y furia”.

Por la noche, alguien proyectó sobre la Puerta de Brandeburgo la frase “liberad a Palestina del sentimiento de culpa alemán”, que se ha oído en varias ocasiones. En algunas ciudades, se han prohibido manifestaciones propalestinas, aunque también se han celebrado algunas con o sin permiso policial.

“Primero teníamos permiso para manifestarnos, pero a los pocos minutos de empezar, la policía dijo que se prohibía y cargó contra quienes estábamos allí, lanzando gas pimienta y deteniendo a manifestantes”, dijo uno de ellos, un refugiado palestino, a este diario sobre la concentración en Berlín del 15 de octubre.

Una entrevista de Der Spiegel a Olaf Scholz a su vuelta del viaje a Israel revela también las prioridades de los principales medios de comunicación. Los periodistas hacen quince preguntas relacionadas con la guerra al canciller. En ninguna de ellas, se muestra ningún interés por la campaña de bombardeos que sufre Gaza. Preguntan a Scholz si habló con Netanyahu sobre el “imperativo humanitario” en la respuesta israelí, lo máximo a lo que se atreven al plantear límites a la guerra. “Israel no necesita avisos de los políticos alemanes”, responde el socialdemócrata.

En otras palabras, un político alemán no se puede permitir lo que harían sin mayores problemas un norteamericano o británico.

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