Los países reunidos en la Asamblea Mundial de la Salud, el mayor órgano de toma de decisiones de la OMS, han acordado pedir en una resolución que se inicie lo antes posible “una evaluación imparcial, independiente y exhaustiva” de la respuesta sanitaria internacional coordinada por la agencia de Naciones Unidas, a la que han mostrado su respaldo durante el encuentro. Lo han hecho horas después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, redoblara sus acusaciones al organismo, cuestionando seriamente su gestión de la crisis del coronavirus y amenazando con cortar la financiación de EEUU de forma permanente.
Lo cierto es que la Organización Mundial de la Salud ya cuenta con mecanismos de revisión de su respuesta a epidemias. En la nueva resolución, los propios países mencionan el comité independiente de asesoramiento y supervisión del programa de emergencias sanitarias del organismo (IOAC, por sus siglas en inglés), que coincidiendo con la celebración de la asamblea ha publicado un primer informe provisional sobre la actuación de la agencia de Naciones Unidas a la COVID-19, desde enero hasta abril. En él, condenan la “creciente politización” y apoyan la respuesta de la OMS, recordando que sus poderes llegan hasta donde marca el reglamento internacional, así que los países tienen que hacer su parte.
“La propagación internacional de la COVID-19 ha puesto de relieve la desafíos de gestionar una pandemia mundial y ha puesto a prueba a la OMS como nunca antes”, sostiene el comité, que se estableció tras la reforma de la organización internacional después del brote del ébola en África occidental en 2014-2015. El cuerpo está formado por siete especialistas provenientes de gobiernos nacionales, ONG y del sistema de la ONU, con experiencia en varias disciplinas. Se encargan, según indican, de vigilar de cerca los progresos de la agencia y proporcionar un análisis independiente de su labor.
No obstante, aclaran que no es una evaluación exhaustiva, sino una primera valoración sobre cómo han funcionado los procesos y la estructura del organismo durante la respuesta a la pandemia. Consideran que puede ser útil evaluar de manera independiente el funcionamiento de la OMS para extraer lecciones para el futuro, como han acordado los Estados miembros. Sin embargo, a juicio de los expertos, tal revisión tiene que ser en el momento oportuno, ya que si se efectúa en el punto álgido de la respuesta, “aunque sea de manera limitada, podría perturbar la capacidad de la OMS para responder con eficacia”.
En general, teniendo en cuenta que se trata de un virus nuevo y hay factores que continúan siendo desconocidos, el comité cree que la OMS “ha demostrado su liderazgo y ha hecho importantes progresos” en su respuesta a la COVID-19. De hecho, el comité piensa que tal respuesta ha sido más rápida que la de los brotes de otros coronavirus, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y el del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS). Sin embargo, a juicio de los miembros del órgano, esto no se tradujo en “una acción igualmente rápida por parte de todos los Estados Miembros”.
Según el informe, esta diferencia puede indicar una brecha entre las expectativas de los Gobiernos sobre cuál debe ser el papel de la Secretaría de la OMS y lo que realmente marca el actual Reglamento Sanitario Internacional (RSI) de 2005, que es el tratado internacional vinculante que describe cuáles son las obligaciones de la OMS, un organismo que en la práctica solo puede hacer recomendaciones no vinculantes cuya aplicación depende de la soberanía de los Estados. Señalan que la pandemia ha puesto en duda si se entiende cuáles son las funciones y responsabilidades de la OMS y de los Estados Miembros, y si estas son adecuadas para su propósito, así como en una pandemia.
Por esta razón, recomiendan que se revise el reglamento internacional para que las funciones atribuidas legalmente a la OMS estén en consonancia con las expectativas que tienen los Estados miembros sobre su papel. Tras los ataques de Trump al organismo, según informa The Guardian, hay expertos que también han apuntado que tales críticas solo pueden abordarse de manera efectiva dándole a la OMS nuevos poderes sobre las políticas sanitarias de los Estados, algo que es poco probable que el presidente de EEUU vaya a aceptar.
El 30 de enero, el director general de la OMS declaró que la epidemia del virus, que en aquel momento se concentraba en China -fuera se habían detectado menos de 100 casos- era una emergencia de salud pública de importancia internacional, el máximo nivel de alerta del organismo, y dio varias recomendaciones a los países. No obstante, según el informe, “la urgencia con que los Estados Miembros adoptaron medidas basadas” en la emergencia “varió tanto en cronología como en magnitud”, lo que en su opinión plantea interrogantes sobre si una declaración de este tipo es lo suficientemente clara para desencadenar las respuestas de los países. En otras palabras, arroja dudas sobre si los Estados se toman una declaración de emergencia internacional lo suficientemente en serio. Así, el comité apunta que el diseño de la declaración de emergencia es muy amplio, ya que abarca desde un brote regional limitado como el del ébola en África occidental hasta una gran pandemia mundial.
Una precaria situación financiera
Asimismo, señalan que a pesar de que la OMS activó “su sistema de gestión de incidentes para coordinar la respuesta al brote el 1 de enero de 2020”, que ha sido el núcleo de operaciones, el equipo de apoyo para la gestión de emergencias “está sobrecargado debido a la enorme demanda generada por la pandemia”. Por este motivo, se debe abordar si cuenta con los recursos y el personal adecuado para gestionar una pandemia de una escala y con una complejidad como la actual, brindando orientación científica y recomendaciones sobre el impacto de las medidas, así como apoyando la preparación de los países.
Y es aquí donde entra también otra de las principales conclusiones del comité, que cree que la agencia cuenta con un presupuesto “demasiado modesto” para ejecutar todas las actividades necesarias para apoyar a los países con emergencias sanitarias y, al mismo tiempo, coordinar una respuesta global a las pandemias. De acuerdo con los datos que aportan, para el bienio 2018-2019, se asignaron 554 millones de dólares para aplicar el programa de actividades de gestión de emergencias sanitarias y recaudó el 82% de lo que se necesitaba. La OMS ha puesto en marcha un nuevo plan estratégico de preparación y respuesta ante el coronavirus para el que ha recaudado apenas 408 millones de dólares. Se prevé que se van a necesitar unos 1.700 millones de dólares hasta finales de año, por lo que de momento hay un déficit de financiación de 1.300 millones.
El informe pone de relieve la “precaria situación financiera” que enfrenta el organismo especializado en salud, que se nutre de las aportaciones de sus socios. Estas condiciones, dicen, obstaculizan la planificación estratégica y la gestión de los recursos humanos, por lo que recomiendan que los Estados Miembros examinen la financiación de la OMS para garantizar que el programa de emergencias sanitarias cuenta con capacidades adecuadas. Proponen un aumento de las cuotas y una mejor función de rendición de cuentas.
En este contexto, el presidente de Estados Unidos insiste en cortar las aportaciones que su Gobierno destina al organismo. EEUU es el mayor donante general de la OMS, con una contribución de más de 400 millones de dólares en 2019, aproximadamente el 15% de su presupuesto. El pasado abril, Trump anunció que iba a suspender los fondos a la organización mientras revisaba “su conducta para determinar el rol de la OMS y su grave mal manejo y encubrimiento de la expansión del coronavirus”. Este lunes, coincidiendo con la asamblea mundial, dio un paso más y ha amenazado con cortar de manera permanente los fondos y con la posible salida de su país del organismo “si la OMS no se compromete a importantes mejoras sustantivas en los próximos 30 días”. Las nuevas críticas, que muchos analistas leen como un intento de búsqueda de chivos expiatorios, llegan en un momento en el que Estados Unidos es el país con mayor volumen de casos y muertes del mundo. En los últimos meses, la gestión de la administración Trump ha sido muy cuestionada.
Condenan la “creciente politización”
El comité también condena en el documento explícitamente las “serias amenazas dirigidas” contra el Director General, Tedros Adhanom Ghebreyesus, y los miembros del personal, acompañadas, dicen, de “críticas a la organización en los medios de comunicación”. El pasado abril, el director general reveló que en los últimos tres meses había recibido amenazas de muertes y ataques de distintos tipos, entre ellos de carácter racista.
Los expertos hacen hincapié en la necesidad de que haya un apoyo político unificado al organismo para que pueda llevar a cabo su tarea y rechazan la “creciente politización” de la gestión de la pandemia. “El mundo se encuentra en una coyuntura crítica durante esta crisis sin precedentes y no podrá derrotar este virus sin una mayor solidaridad mundial y una mayor cooperación multilateral”, sostienen, antes de repetir que ningún Estado Miembro puede cree que “va a derrotar al virus únicamente con las herramientas que existen dentro de sus propias fronteras”.
En este sentido, el comité considera que ha habido “una palpable falta de solidaridad mundial y de un propósito común”, que en su opinión es la base sobre la que la epidemia se extiende y empeora. “El éxito de la respuesta a una pandemia depende de sistemas y redes mundiales interconectados: de la experiencia científica, el suministro médico, el comercio, la innovación y la producción”, añaden, antes de concluir que la “creciente politización de la respuesta a la pandemia es un impedimento material para derrotar al virus, al tiempo que agrava otras repercusiones sanitarias, sociales y económicas”.