La excepción ibérica resiste: la extrema derecha en España sigue teniendo menos apoyo que en el resto de Europa
Lo advierte el destacado experto Cas Mudde: “Ninguna democracia occidental es naturalmente inmune a la extrema derecha”. Tras las elecciones generales celebradas en España este domingo, Vox estará en el Congreso con 33 diputados, es decir, 19 menos que los logrados en 2019. La candidatura de Santiago Abascal se hizo con más de tres millones de votos, un 12,4% del total. Si bien son suficientes para mantenerse como tercera fuerza en el espectro parlamentario, el apoyo que ha recibido la formación de extrema derecha en las urnas es aún menor al que ha sustentado a otros partidos de derecha radical en el resto de Europa en sus últimos comicios.
“Durante muchos años, España fue una anomalía entre los países europeos porque no tenía un partido de extrema derecha exitoso. Esto ha cambiado desde entonces, pero España sigue estando mejor que otros países europeos”, dice a elDiario.es Marta Lorimer, que investiga en la London School of Economics and Political Science y está especializada en extrema derecha europea. “En lugares como Italia, la extrema derecha está realmente en el poder –aunque Meloni ha moderado bastante su perfil desde que llegó al poder–. En otros, como Francia, supera ampliamente el 20%”, detalla.
Dicho esto, matiza la experta, los resultados de Vox “siguen siendo lo suficientemente significativos como para no dormirse en los laureles, sobre todo si los partidos mayoritarios entienden que tienen que copiar sus mensajes”.
Hungría, Polonia e Italia, por encima del 30%
Si se compara el porcentaje de voto a las fuerzas de derecha radical en Europa en las últimas elecciones, como hizo en un tuit este domingo Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano, Hungría está indiscutiblemente a la cabeza con el 60% de los sufragios que cosecharon Fidesz del ultraconservador Viktor Orbán (54,1%) y Movimiento Nuestra Patria (5,9%) en las elecciones generales de abril de 2022.
A Hungría le sigue Polonia, el segundo país europeo que concentra más voto ultra con el 50,4%, dividido en las elecciones generales de 2019 entre el gobernante Ley y Justicia (PiS) –43,6%– y la suma de varias formaciones radicales más (6,8%). Estos resultados prácticamente fueron calcados en las presidenciales de junio de 2020, en las que el 43,5% de los votos fue en primera vuelta para Andrzej Duda (PiS) y la alianza de extrema derecha Confederación se hizo con el 6,78%. El país celebrará nuevas elecciones legislativas este año y los sondeos sitúan al ultranacionalista Ley y Justicia en cabeza con una intención de voto de en torno al 34%.
En Italia la extrema derecha se impuso con casi el 35% de los votos en los comicios de 2022 que dieron la victoria al partido Hermanos de Italia de la actual primera ministra Giorgia Meloni. Esta formación, que tiene sus orígenes en el Movimiento Social Italiano, heredero del fascismo, se alzó con el 25,9%, a los que se suma el 8,79% de los apoyos logrados por la Liga del vicepresidente del Gobierno Matteo Salvini. Otra alianza euroescéptica más pequeña, Italia soberana y popular, se hizo además con alrededor del 1% de los votos.
Francia, Suecia y Finlandia, en torno al 20%
Por encima del porcentaje de voto conquistado por Vox también está el apoyo que ha recibido la extrema derecha en las últimas citas electorales en Francia, donde hace algo más de un año sacó unos resultados históricos. En la primera vuelta de las presidenciales de abril de 2022, el 23,15% de los sufragios fueron a parar a Marine Le Pen, que pasó a segunda ronda y finalmente perdió en el cara a cara con Emmanuel Macron, mientras que el tertuliano ultra Éric Zemmour se hizo con el 7% de los votos. En la primera ronda de las legislativas que se celebraron unos meses después en junio, el partido de Le Pen, Agrupación Nacional, recabó el 18,68%, al que hay que añadir el 4,24% arañado por Reconquista, de Zemmour.
En Suecia, el porcentaje de voto a este tipo de partidos también está por encima del 20%. En los comicios generales de 11 de septiembre 2022, los ultras de Demócratas de Suecia emergieron como segunda fuerza en el Parlamento y primera del bloque de la derecha con el 20,5% de los votos. El partido –cuyo primer líder era miembro de una formación abiertamente neonazi– aceptó apoyar desde fuera un gobierno de coalición liderado por el Partido Moderado y otras dos formaciones conservadoras.
En la vecina Finlandia, el Partido de los Finlandeses se convirtió en la segunda fuerza mas votada en los ajustadísimos comicios generales que se celebraron el pasado abril. La formación –antiguamente denominada Verdaderos Finlandeses–, euroescéptica y antimigración, obtuvo el 20,1% de los sufragios y ahora pilota, junto a los conservadores, el gobierno más derechista de la historia de la historia del país nórdico, con su líder, Riikka Purra, como vice primera ministra y titular de Hacienda.
De Austria a Grecia, también por delante de Vox
Por debajo del 20%, pero aún por delante de Vox, está el caso de Austria, donde el 16,2% de los votos fueron a parar al Partido de la Libertad (FPÖ) en las elecciones generales de 2019, una bajada sustancial respecto a los anteriores comicios (26%). A pesar de una serie de escándalos, los sondeos nacionales apuntan a que la formación euroescéptica y ultranacionalista puede ser actualmente la primera fuerza política del país con una intención de voto de cerca del 28%, por encima del conservador Partido Popular (ÖVP), con el que entró en el gobierno después de las elecciones de 1999, cuando se convirtió en el partido ultra más fuerte de Europa. El país acudirá a las urnas de nuevo el año que viene.
En Países Bajos, el apoyo a las formaciones ultras se situó en conjunto en torno al 18% en las generales de 2021, en las que el Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders, cosechó el 10,8% de los votos y se posicionó como tercera fuerza más votada, mientras que el partido de extrema derecha Foro para la Democracia (FvD) y su escisión JA21 lograron el 5,02% y el 2,4%, respectivamente. El Gobierno de Mark Rutte cayó a principios de este mes, a lo que siguió una convocatoria de elecciones anticipadas para el 22 de noviembre, rodeadas de incertidumbre.
Este tipo de partidos sumó más del 14% en las urnas el pasado noviembre en Dinamarca. El referente para la derecha xenófoba nórdica, el Partido Popular Danés (DF), perdió mucho fuelle y solo conquistó el 2,6% de los sufragios, pero parte de sus votos fueron recogidos por dos formaciones, la Nueva Derecha (3,7%) y el nuevo partido Demócratas de Dinamarca (8,1%), creado por la polémica exministra de Inmigración e Integración Inger Støjberg que, aunque es políticamente ambiguo, ha sido descrito como de extrema derecha.
En Grecia, las formaciones ultras se hicieron con casi el 13% de los apoyos el pasado junio entre Espartanos –considerados herederos de Amanecer Dorado–, Solución Griega y el fundamentalista Niki (Victoria), que obtuvieron el 4,68%, 4,4% y 3,7% de los votos, respectivamente.
El mismo porcentaje de voto, 13%, fue a parar a la extrema derecha en las últimas elecciones en Bélgica, en 2019: los ultras flamencos de Vlaams Belang se hicieron con el 11,9% mientras que el Parti populaire recabó el 1,1%. Los próximos comicios federales están programados para 2024.
Menos apoyo en Alemania y Portugal
Por debajo del 12,4% de Vox este 23-J se sitúa el 10,3% respaldo que logró la extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD) en las elecciones de septiembre de 2021. La formación está ahora en auge en las encuestas, que reflejan en torno a un 21% de intención de voto. En Portugal en 2022 el porcentaje de voto a la extrema derecha, encarnada en el partido Chega, se multiplicó por cinco en las generales, pasando del 1,4% al 7,4%. La nación vecina era uno de los principales países europeos en el que las formaciones ultras aún no tenía una presencia significativa en el Parlamento.
Como analizó elDiario.es el año pasado, Reino Unido e Irlanda son los únicos dos países de los grandes de Europa donde la extrema derecha es inexistente o no tiene representación parlamentaria concentrada en un partido. Otros más pequeños como Luxemburgo e Islandia, viven una situación similar.
El profesor Mudde ha explicado en entrevistas que con la excepción de unos pocos partidos como Amanecer Dorado en Grecia, que son esencialmente neofascistas, la mayoría de los partidos de extrema derecha son de lo que denomina “derecha radical populista, que combinan autoritarismo, nativismo y populismo”. Que el caldo de cultivo fértil que, a juicio del experto, encuentran en todas las democracias occidentales se traduzca en éxito electoral para estos partidos tiene que ver con muchos factores externos e internos diferentes, “desde qué temas dominan el debate público hasta qué hacen los partidos mayoritarios y qué ofrece el partido populista de derecha radical en términos de organización, personal y propaganda”.
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