Nacido al calor de las protestas populares contra el régimen, el novedoso “espacio feminista” argelino pide cada viernes un cambio de la situación de la mujer, reclamando su derecho a ser más libres y emancipadas, pero también iguales en una sociedad altamente machista.
Se trata de mujeres de todas las edades, jóvenes y ancianas, que comenzaron a marchar como el resto de los argelinos el pasado 22 de febrero para exigir la caída del régimen militar liderado por el anciano y enfermo presidente Abdelaziz Bouteflika.
Una vez forzada su renuncia, la continuidad de las protestas ha permitido abrir un lugar propio para plantar la semilla de un movimiento feminista inédito que cobra fuerza enarbolando la bandera de “la igualdad entre hermanos y hermanas”.
El pasado 21 de junio, medio centenar de activistas de la sociedad civil, miembros de asociaciones y mujeres independientes dieron un paso más allá al reunirse en la ciudad costera de Tighremt para sentar los cimientos de un movimiento político “feminista y autónomo” que luche por cambiar las leyes.
“Nos hemos unido con el único objetivo de crear una fuerza de proposición feminista que introduzca la igualdad entre hombres y mujeres en las leyes y en las hojas de ruta (para el futuro de Argelia) que se proponen hoy en día”, explica a Efe Amina Izaruken, una de las militantes.
“Queremos ser fuertes por nosotras mismas, sin necesidad de otras personas. Ser realmente una fuerza política feminista”, la primera de esta naturaleza que surge en este país ultraconservador, agrega Izaruken.
No es un camino de rosas, ni siquiera dentro del movimiento de protesta masivo (Hirak) que desde el pasado 22 de febrero se manifiesta cada martes y cada viernes en el centro de Argel y otras ciudades para exigir la caída de todo el régimen militar, y no solo del círculo más próximo al expresidente.
Consideradas por muchos “intrusas” y denostadas por otros como simple “ventajistas” que se aprovechan de la ola de descontento para azuzar unas reivindicaciones que deberían “posponer hasta lograr el objetivo principal del Hirak”, sufren insultos y agresiones de sus propios compañeros y compañeras de marcha.
Aún así, están decididas a continuar en la lucha cada viernes porque en Argelia la igualdad “no existe en la ley”.
“Aunque la Constitución la garantiza, no es cierto porque se hacen lecturas diferentes masculinas y femeninas de la ley que hacen que la igualdad no sea real”, destaca Izaruken, quien insiste en que si el país se dirige hacia un cambio y una nueva era, debe ser una era feminista.
“Ya no podemos retroceder, es el momento de avanzar. Debemos preservar lo adquirido, pero también ir más lejos para garantizar una perfecta igualdad entre hombres y mujeres”, reitera.
Una estrategia progresista que quedó plasmada en un documento firmado por representantes de 17 asociaciones y colectivos de mujeres comprometidas en “acabar con la violencia física, económica, sexual, psicológica y simbólica contra las mujeres”.
Y que exige, además, la “abolición del Código de Familia y fomentar la participación libre y efectiva de las mujeres en todas las esferas de la sociedad”.
El documento ha sido aplaudido en la calles por jóvenes como Yeles Ludmina, estudiante de Medicina, para quien la creación de un partido de raíz feminista es la mejor forma de combatir “las numerosas presiones que la mujer argelina sufre desde su nacimiento”.
“La mujer argelina debe luchar desde el momento en que nace. Ser mujer en este país es una desventaja se quiera o no. Por eso creo que debería haber partidos u organizaciones para contribuir a su emancipación y mejorar sus condiciones, que son catastróficas”, explica a Efe.
“Existen varias leyes, pero no son respetadas. Carecemos de derechos fundamentales. Marchar en la calle no es suficiente. Pienso que la revolución y la libertad de un pueblo y la sociedad pasa por la emancipación de la mujer”, subrayó Ludmina.
En una línea más conservadora se expresó Chaaban Nuha, estudiante de Derecho, para quien la igualdad entre los dos géneros existe en el terreno jurídico, pero no en la sociedad.
“¿Se va a conseguir con ello algo? Se conseguirá en el caso de que haya un Estado de Derecho, en caso contrario no habrá resultados”, advierte.
“Creo que en Argelia la mujer tiene bastantes derechos, en la mayoría de los casos es igual al hombre, quizás no lo es en los casos de derecho de familia, pero eso se debe a la religión, la mayoría somos musulmanes y no podemos cambiar la religión”, añade con algo de recelo y cierto fatalismo conservador.
Nacera Ouabou