Jornada histórica para los derechos de las mujeres. Francia se ha convertido en el primer país que consagra explícitamente el aborto en su Constitución. Las dos cámaras del Parlamento se han reunido en un Congreso este lunes en el Palacio de Versalles, donde los diputados y senadores han votado a favor de inscribir en la ley fundamental la “libertad garantizada a la mujer de recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo”.
Los 925 parlamentarios franceses habían sido convocados por el presidente Emmanuel Macron –en virtud del artículo 89 de la Constitución francesa– después de que el texto fuera aprobado por amplia mayoría tanto en la Asamblea Nacional (492 votos a favor, 30 en contra) como en el Senado (267 votos a favor, 50 en contra).
Este lunes, se requería el voto afirmativo de las tres quintas partes del Congreso para certificar la reforma. Finalmente, ha sido aprobada por 780 votos a favor, según ha anunciado la presidenta de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, palabras que han sido recibidas con una gran ovación en el hemiciclo.
Esa votación solemne ha tenido lugar en la llamada ala del mediodía del palacio, que en otro tiempo servía de residencia a los hijos del rey de Francia. Marca el final de un proceso legislativo que ha durado 18 meses y ha fructificado, en gran medida, gracias al impulso de un puñado de senadoras y diputadas de varios partidos políticos.
El shock de EEUU
El origen de esta reforma se encuentra en la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de revocar la sentencia Roe contra Wade, que protegía el acceso al aborto en todo el país, en junio de 2022, considerada una llamada de atención para reforzar el derecho de las mujeres a controlar su propio cuerpo en otros países, especialmente teniendo en cuenta los retrocesos experimentados también en Hungría o Polonia.
Dos iniciativas legislativas se abrieron paso entonces en la Asamblea Nacional, una presentada por la diputada de Francia Insumisa Mathilde Panot y otra por la actual ministra de Igualdad, Aurore Bergé –con el visto bueno de Macron y de la entonces primera ministra, Élisabeth Borne–. En paralelo, otra proposición fue introducida en el Senado por la ecologista Mélanie Vogel, rechazada por solo 17 votos. Pese al voto desfavorable, sirvió de experiencia a Vogel y a la socialista Laurence Rossignol para el trámite en la cámara alta del posterior proyecto de ley.
El calendario de la Asamblea hizo que la proposición de Mathilde Panot fuera examinada en primer lugar. Bergé decidió entonces retirar su texto, para aumentar las posibilidades de éxito. Aunque en ese momento se encontraba de baja por maternidad, la diputada macronista acudió al hemiciclo a explicar su decisión. “Si no somos capaces de trabajar de forma diferente en la cuestión de los derechos de la mujer, entonces no seremos capaces de hacerlo en ningún texto”, dijo entonces.
También compartió la experiencia de su madre en la Francia de los años 70 para ilustrar la importancia del debate. “Si mi madre pudo interrumpir su embarazo, fue a costa de un legrado sin anestesia por parte de los médicos. Por eso tenían que pasar las mujeres, por eso tuvieron que pasar nuestras madres y abuelas”. La sesión se cerró con un compromiso inicial de la izquierda y el partido presidencial, un voto conjunto para seguir avanzando con la proposición de la diputada de Francia Insumisa: la ley debía “garantizar la efectividad y la igualdad de acceso al aborto”.
Unos meses después, en febrero de 2023, el Senado votó a favor de esa proposición, ya aprobada en la Asamblea, gracias en parte a una enmienda introducida por Philippe Bas, senador del partido conservador Los Republicanos, antiguo asesor de Simone Veil (ministra de Sanidad que impulsó la primera ley del aborto en Francia en 1975), que permitió lograr la aprobación de ese texto. Bas modificó el término “derecho” por la “libertad de la mujer a interrumpir su embarazo”, una formulación preferida por varios senadores conservadores.
Aunque esa redacción era menos ambiciosa que la de la Asamblea Nacional, el voto favorable demostró que la constitucionalización era posible. En ese momento, el Gobierno decidió intervenir en el proceso para reformular de nuevo los términos de la proposición: no será derecho ni “libertad”, sino “libertad garantizada”. Y la reforma se haría a través de un proyecto de ley constitucional –de iniciativa gubernamental– y no a través de una proposición de ley constitucional –de iniciativa parlamentaria–.
De esta forma, si el texto se aprobaba de manera idéntica en las dos cámaras, no sería necesaria la convocatoria de un referéndum. Tanto el Ejecutivo como las parlamentarias que iniciaron la propuesta prefirieron esa vía –consideraban que el debate de un referéndum hubiese dado un altavoz a ciertas asociaciones reaccionarias y minoritarias–. Así, la proposición de Mathilde Panot fue abandonada y sustituida por un nuevo proyecto, con el apoyo de los mismos partidos, que es el que definitivamente ha llegado a buen puerto.
“Queremos que esta victoria sea un homenaje a todas aquellas que abrieron el camino, desde Madeleine Pelletier, incansable militante por el derecho absoluto de las mujeres a controlar su propio cuerpo desde 1911, hasta Gisèle Halimi, Simone de Beauvoir, Simone Veil, las militantes del movimiento por la libertad del aborto y la anticoncepción, Choisir y las 343 que, hace 50 años, reivindicaron el libre acceso al aborto, la gratuidad de los anticonceptivos y la educación sexual”, ha dicho Panot ante el Congreso. “Queremos que esta victoria sea en memoria de aquellas cuyos nombres recordamos todavía, pero también de todas las mujeres anónimas que han sido olvidadas”.
Con la votación de este lunes, Francia se ha convertido en el primer país en inscribir explícitamente el aborto en su Constitución, aunque ha habido otras naciones que lo introdujeron o lo prohíben indirectamente en su Carta Magna. Es el caso, por ejemplo, de la antigua Yugoslavia, que en su Constitución de 1974 recogía en uno de sus artículos el “derecho humano” a “decidir libremente sobre la procreación de los hijos”.
Promulgación el 8 de marzo
En un homenaje a la abogada feminista Gisèle Halimi, el 8 de marzo de 2023, el presidente Macron se comprometió por primera vez a “cambiar la Constitución para consagrar la libertad de las mujeres a recurrir al aborto”. Según varios medios franceses, el presidente ya manejaba en ese momento la idea de celebrar el Congreso constitucional a principios de marzo de 2024, para poder promulgar el texto el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
En 2022, el presidente francés había sugerido la inclusión del derecho a la interrupción del embarazo en la Carta de Derechos de la Unión Europea, poco después de que Roberta Metsola, abiertamente antiabortista, asumiera la presidencia del Parlamento.
Después de un nuevo voto favorable en la Asamblea Nacional, la última dificultad era la votación en el Senado la semana pasada. El presidente de la cámara y el líder de la mayoría conservadora se mostraron en contra “a título personal” y se debatieron dos enmiendas que hubieran obligado a retrasar la tramitación del texto. Finalmente, las dos enmiendas fueron rechazadas y los senadores votaron por amplia mayoría la reforma constitucional.
Celebración en el Trocadero
Para cerrar la reforma, solo faltaba el sello de aprobación del Congreso del lunes, un mero trámite en vista de las votaciones previas. Con la certeza del resultado, varias asociaciones feministas como la Fondation des femmes y el Ayuntamiento de París han instalado una pantalla gigante en la plaza del Trocadero para que los ciudadanos pudieran seguir el voto de los parlamentarios y celebrar lo que han definido como una “ocasión festiva e histórica”.
Tras conocerse el resultado, la Torre Eiffel se ha iluminado para celebrar el voto a favor y se podía leer “mi cuerpo, mi decisión” escrito en letras doradas.
“La fundación está orgullosa de que las asociaciones feministas hayan podido hacer oír su voz en favor de los derechos de la mujer, orgullosa de que Francia haya sido el primer país en proteger el aborto en la Constitución. Hoy pensamos en todas las mujeres del mundo, en que sí se puede”, ha dicho la presidenta de la asociación, Catherine Lesterpt, en París.
El próximo sábado, Aurore Bergé, Laurence Rossignol, Mélanie Vogel y Mathilde Panot coincidirán en Nueva York para asistir a la 68ª Comisión de la ONU sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer. “Lo que hemos votado en Francia el lunes anima y refuerza la lucha que se libra en todas partes”, resumía esta semana Rossignol. “Ofrecemos esta victoria a todas”.
“De la ley de enero de 1975 la historia recuerda a Simone Veil. Me gustaría expresar aquí un deseo: que de marzo de 2024 la historia no recuerde un solo nombre. Sería la demostración de que lo que hemos hecho, con Mathilde Panot, con Aurore Bergé, con Laurence Rossignol, con Dominique Vérien, con Laurence Cohen, con Elsa Schalck, con todas las mujeres que han elegido en este combate el interés general por encima de cualquier otra consideración. Esta victoria solo podía ser sororal y colectiva”, ha dicho este lunes Mélanie Vogel ante el Congreso.