La incertidumbre se apodera de Portugal tras un resultado ajustado y el avance de la extrema derecha
Este domingo, Portugal celebró elecciones anticipadas en las que casi todos han perdido. Perdieron los partidos de centro —el Partido Socialista y el conservador Partido Social Demócrata—, que fueron las caras del bipartidismo que gobernó el país durante medio siglo de democracia. Ha perdido la izquierda, que no ha sabido capitalizar la amplia mayoría que tenía en el Parlamento durante la legislatura anterior. Ha perdido la derecha democrática, incapaz de crecer significativamente respecto al resultado de 2022.
El giro a la derecha que ha salido de las urnas este domingo se debe al fuerte crecimiento del partido de extrema derecha Chega, que consiguió ser elegido en todas las circunscripciones, con la excepción del pequeño distrito de Bragança. Serán al menos 48 los diputados antisistema que se sentarán en la Asamblea de la República, 36 más que en 2022. Aún no se ha escrutado el voto exterior que elegirá a los cuatro diputados, que no se conocerán hasta dentro de una semana.
El voto del descontento
Chega ha protagonizado un ascenso meteórico. En menos de cinco años ha pasado de 60.000 votos a más de 1,1 millones. El partido ganó votantes con un discurso importado de Bolsonaro, Trump y Milei: contra la inmigración, contra las subvenciones “que se dan a los que no hacen nada” y contra la clase política. Tras años en los que se creyó que Portugal sería una especie de oasis contra la extrema derecha, la llegada de un líder carismático ha atraído a cada vez más descontentos que ya no encuentran respuesta en los partidos más tradicionales.
Por primera vez, Chega también lideró la votación en una de las circunscripciones del país. El Algarve dio la victoria a la extrema derecha, llamando una vez más la atención sobre los problemas de una región alejada de los centros de poder, marcada por el desempleo crónico fuera de la temporada alta de verano, la mala calidad de los servicios públicos y el abandono de un país que sólo pone los ojos en la región sur cuando el tiempo invita a baños.
El resultado deja un horizonte de ingobernabilidad. El líder del conservador Partido Social Demócrata (PSD), Luís Montenegro, fue el más votado y lo celebró. Debe, por tanto, ser invitado por el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, a formar gobierno, pero difícilmente podrá garantizar la estabilidad sin ceder a las exigencias de la extrema derecha. De momento, pocos creen que esta legislatura vaya a durar los tradicionales cuatro años.
Montenegro prometió que solo gobernaría si obtenía el mayor número de votos y que no pactaría con Chega, pero sin acuerdos en la derecha, y con la promesa de que el Partido Socialista no hará viables los Presupuestos Generales del Estado presentados por el PSD, empieza la cuenta atrás para una posible repetición electoral ya en 2025.
Al final de la noche, el Partido Socialista había logrado dos diputados menos que la coalición de derecha Alianza Democrática liderada por el PDS: 77 contra 79. Chega tendrá un grupo parlamentario de al menos 48 diputados. Los liberales conservarán los ocho diputados elegidos en 2022 y el Bloco de Izquierdas los cinco que tenía. El Partido Comunista continúa su larga agonía desde 2015, cayendo a un mínimo histórico de cuatro diputados, dos menos que en 2022. El partido verde y europeísta de izquierdas Livre sube de uno a cuatro diputados y el animalista PAN mantiene la única diputada que tenía.
Tras ocho años de gobierno del Partido Socialista, la izquierda democrática tiene más votos y más diputados electos que la derecha democrática, pero la incapacidad de dar respuestas a los votantes más descontentos ha convertido a la extrema derecha en la llave de la gobernabilidad.
El secretario general del Partido Socialista, Pedro Nuno Santos, ha admitido su derrota y ha pasado a la oposición. Tras sólo unos meses al frente del partido, nadie se atreve a cuestionar su liderazgo. Montenegro, por su parte, podría tener la más amarga de las victorias si no encuentra la forma de gobernar sin someterse a las imposiciones de la extrema derecha: un escenario altamente improbable en este contexto. Con una victoria ajustada y un partido acostumbrado a una alta rotación de sus líderes, no es improbable que aparezcan voces que desafíen su liderazgo a las primeras señales de que las cosas pueden ir mal.
La izquierda, sin margen de maniobra
A la izquierda de los socialistas, hay pocos motivos de celebración. Con el crecimiento de la derecha, Bloco, Livre y el Partido Comunista Portugués tienen un lugar en la oposición con escaso margen para condicionar cualquier acción de gobierno. Aun así, Livre crece con fuerza entre los votantes urbanos de izquierdas con una visión más europeísta. El resultado de este domingo le permitirá reforzar su presencia parlamentaria.
Este domingo también deja otro dato importante: hubo un fuerte aumento de la participación electoral, invirtiendo la tendencia que se venía registrando en el país. La abstención no había sido tan baja desde 1999: se situó en el 33,8%.
Con un resultado tan ajustado, el voto de los emigrantes gana ahora más fuerza. En 2022, los residentes en el extranjero otorgaron tres diputados al Partido Socialista y uno al PSD. No se espera que el PS pueda repetir la hazaña, pero tras ocho años en el poder y un proceso judicial cuestionado que afectó directamente a António Costa, el resultado global sigue estando por encima de las mejores expectativas de los socialistas.
En el año en que se cumplen cinco décadas de democracia, Portugal entra en territorio incierto.
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