Nicole Ameline, francesa, es una de las 23 expertas que componen el Comité de la ONU contra la Discriminación de la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), el cual presidió de 2013 a 2015. Dicho comité está constituido por un tratado internacional vinculante que examina a los Estados miembros en materia de igualdad de género y que también puede estudiar denuncias de particulares. Tiene 189 Estados miembros y Estados Unidos, Somalia, Sudan del Sur e Irán son de los pocos países que no forman parte de la convención.
Aunque ahora está retirada de la política nacional, Ameline fue diputada en el Parlamento francés durante 21 años hasta 2017 y ejerció como ministra de Igualdad y Paridad Profesional durante la presidencia de Jacques Chirac. Ameline estuvo presente el pasado 9, 10 y 11 de octubre en Lisboa para participar en la conferencia sobre el empoderamiento de la mujer organizada por Unión por el Mediterráneo, la cual contó con más de 300 expertas en la materia.
Está examinando continuamente a los países en materia de igualdad de género y discriminación contra las mujeres, ¿alguna tendencia general?
Globalmente, podemos considerar que hay un progreso universal en términos de marco legislativo. Que la mayoría de los 189 Estados miembros hayan adoptado reformas legislativas en relación a la violencia sexual y otros aspectos es un primer paso, pero no es suficiente.
Hay dos riesgos. En primer lugar, el progreso no está garantizado. Vemos algunos retrocesos, incluso en Europa. Mi opinión es que los derechos humanos no resisten las crisis, conflictos o desastres y tenemos que ser muy combativos y estar determinados a reforzar el marco legislativo. En segundo lugar, muchos países están satisfechos con el marco legislativo, pero no hay implementación.
Esta convención no es solo una referencia mundial de derechos humanos, sino que es una hoja de ruta operacional. Cuando establecemos un diálogo constructivo con cada país elaboramos una serie de recomendaciones y, desafortunadamente, no vemos a los Estados muy comprometidos a aplicarlas, pero lo hacemos porque las consideramos un mínimo para tener éxito. Tenemos que acelerar el proceso para alcanzar la igualdad porque las mujeres no son actores del cambio, son el cambio.
¿Cuáles son esos retrocesos en Europa de los que habla?
Siempre es muy difícil culpar a países concretos, pero es verdad que estamos viendo, por ejemplo, un aumento del nacionalismo, por oposición al multilateralismo.
¿Es el nacionalismo especialmente peligroso para las mujeres?
Sí. Es difícil decirlo tan directamente, pero no hace falta hablar especialmente de nacionalismo, sino de revisionismo. El revisionismo intenta adaptar los derechos universales a una determinada visión política. Los derechos humanos no son flexibles ante las elecciones políticas, son un marco legal y obligaciones legales.
El Tribunal Supremo español ha condenado recientemente al Estado español a pagar una indemnización de 600.000 euros a Ángela González (cuya hija fue asesinada a manos de su padre, condenado por malos tratos) algo que el Comité había solicitado hace años y que España se había negado a hacer voluntariamente ¿Por qué cree que los países son tan reacios a aplicar las decisiones del comité?indemnización de 600.000 euros a Ángela González
Yo soy muy optimista y creo que lo más importante es la cuestión de principio. Es verdad que lleva tiempo, todo lleva tiempo, pero lo hemos conseguido y es muy importante ver que al fin y al cabo se reconocen los derechos de las mujeres. Es una lección para el futuro.
La justicia tiene que ser efectiva en cada país porque el primer paso para una mujer que ha sido discriminada o que ha sido objeto de violencia es pedir protección y reconocimiento de su situación. Demasiado a menudo en el mundo vemos que ese no es el caso y nos satisface ver que en ocasiones los países reconocen sus errores.
Hay mucho debate actualmente entre el acoso y abuso sexual, como en el caso de 'la manada' en España ¿Se está transfiriendo a las víctimas la responsabilidad de resistirse físicamente?
La diferencia es sutil, pero hay un criterio muy importante: el consentimiento. La justicia es incapaz de apreciar si hay consentimiento o no. Mi experiencia muestra que cuando una mujer considera que ha sido abusada, en la inmensa mayoría de los casos ha sido efectivamente abusada. Nadie está preparado de forma espontánea a ir ante los tribunales a pedir justicia si no es serio.
En segundo lugar, creo que es muy importante diferenciar entre acoso y violación. No es lo mismo, pero es cierto que el acoso cada vez se ve con más seriedad y se considera inaceptable porque es algo más grave de los que puede parecer. Se basa en una relación de discriminación contra la mujer. Tenemos que pedir respeto, es una cuestión de respeto.
¿Están los tribunales un paso por detrás de la conciencia pública de la sociedad? ¿Hay una brecha?
Sí. Los países tienen que formar a los jueces para que estén en línea con los derechos de la mujeres. El poder ejecutivo, legislativo y judicial son totalmente independientes, pero podemos elaborar una formación general para los jueces para pedirles que hagan de la violencia contra las mujeres una prioridad. Esta es una medida que yo tomé personalmente cuando fui ministra.
Volviendo al tratado, ¿qué sentido tiene tener Estados miembros con reservas a artículos clave?
Es un gran problema, la verdad. Me gustaría pedir solemnemente a los Estados miembros que levanten sus reservas. Algunos países, como Túnez, ya lo han hecho y eso muestra que es posible. Han sido muy valientes y es muy importante aprovechar esta capacidad de nuestra convención de servir como herramienta para cambiar la mentalidad porque muchas veces se hace una instrumentalización de la religión.
¿Utilizan algunos países la convención como una estrategia de purplewashing (la instrumentalización de la lucha en favor de las mujeres) y presumir de que son miembros del tratado al tiempo que imponen reservas a artículos clave?
Ser parte del tratado es un buen paso, pero no es suficiente. Cada vez la gente espera más y cada Estado miembro tiene que utilizar la convención como una herramienta para estar en línea con la sociedad y no como una restricción.
Demasiado a menudo nos da la sensación de que los Estados miembros se toman el comité como una especia de examen, y probablemente yo sentía lo mismo cuando era ministra, pero no es eso. Es solo para ayudar a ser mejor y a estar en línea con la evolución de la sociedad. No podemos decir que hemos ratificado el tratado y ya está. La convención es una herramienta viva.
¿Por qué cree que EEUU no ha ratificado la convención?
No han ratificado muchos documentos multilaterales y es algo muy malo. El mundo es mejor cuando compartimos valores esenciales. Lo lamento porque es la primera potencia del mundo y un país democrático, pero no ser parte de de una convención fundamental es realmente una falta de responsabilidad.
Yo he trabajado mucho desde hace 12 años con Bill Clinton, con Barack Obama y con Hillary Clinton para empujar al Gobierno. A veces la resistencia es del Congreso y otras, como hoy probablemente, del propio presidente. El mundo no va tan bien como para no usar todas nuestras capacidades para reforzar nuestro sistema de valores. De lo contrario caeremos en el revisionsimo.
¿Qué opina de las políticas de Trump hacia la mujer?
No quiero decir sin comentarios, creo que es incomprensible tener un presidente que hace determinados comentarios hacia las mujeres como hace él. Es muy difícil para nosotros explicarle a otros países que tienen que hacer más por las mujeres y prestar más atención a su papel en la sociedad cuando tienes ejemplos como ese [EEUU]. Es la primera vez que nos enfrentamos a un presidente de Estados Unidos con esta mentalidad. Espero que el pueblo estadounidense reaccione, pero Estados Unidos no se reduce a Donald Trump.