Israel amenaza con una nueva guerra con Líbano mientras se estanca una solución para Gaza

Ana Garralda

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Los veranos en Oriente Próximo no son solo sinónimo de calor, sino que a menudo son también sinónimo de guerra. La falta de progreso en las negociaciones entre Israel y Hamás para alcanzar un alto el fuego definitivo en la franja de Gaza complica la situación en la frontera norte de Israel, donde se suceden los intercambios de fuego entre su Ejército y la milicia libanesa chií Hizbulá, que ha incrementado notablemente sus ataques con proyectiles y drones cargados de explosivos contra bases y puestos militares hebreos, lo que ha provocado múltiples incendios forestales. Desde finales de mayo, la Autoridad de Parques Nacionales de Israel estima que “han ardido casi 40.000 dunams (algo más de 4000 hectáreas) de tierra en el norte del país”.

Allí, sus residentes y los más de casi 60.000 israelíes que continúan evacuados desde el ataque de Hamás del pasado 7 de octubre piden al Gobierno de Netanyahu que actúe y a su Ejército que invada el sur de Líbano para hacer retroceder a Hizbulá, como ya hiciera en la guerra de 2006, si bien el contexto actual es más volátil tras ocho meses de un conflicto en Gaza que ha sacudido el tablero regional e internacional. 

“Mi enemigo no es el Gobierno israelí. Tampoco es Hizbulá o Hamás, en realidad es Irán. Lo que queremos es que nuestro gobierno actúe contra ellos”, dice a elDiario.es Sarit Zehavi, fundadora del Centro de Investigación y Educación ALMA, que hace seguimiento diario de la situación en el norte de Israel. “Oímos explosiones cada día. Cuando escuchamos un dron no sabemos si es uno de los suyos o de los nuestros y los suyos están burlando nuestros sistemas de defensa. También hay rondas constantes de lanzamiento de cohetes y no todos son interceptados”, apunta la israelí. 

“Las cosas han empeorado”, explica al respecto el exdirector del Consejo de Seguridad Nacional de Israel, Eyal Hulata, durante un encuentro virtual con periodistas internacionales. “Hasta ahora Hizbulá había sido cuidadoso en atacar ciudades del norte que sabía evacuadas y el Gobierno israelí no había querido abrir otro frente allí, pero todo puede cambiar en unos días”, remarca el analista.

Para el asesor, Israel no se encuentra en el mejor momento para iniciar una nueva guerra en Líbano “no solo porque Hizbulá tiene proyectiles y misiles que pueden alcanzar casi cualquier punto del país, sino porque el Ejército tiene menos munición y baterías antiaéreas disponibles que antes del 7 de octubre”, dice. “Sin embargo, si las cosas siguen así es solo cuestión de tiempo que tengamos que actuar dado que, además, los esfuerzos realizados por mediadores estadounidenses o franceses en Líbano no están teniendo el éxito esperado”. 

Los asesores del presidente estadounidense Joe Biden y los de su homólogo francés, Emmanuel Macron, que han estado viajando frecuentemente a Beirut, daban por sentado que un alto el fuego en Gaza serviría como pistoletazo de salida para negociaciones futuras entre Israel y el grupo-milicia chií. Pero sin acuerdo, los combates continúan. 

Desde el comienzo de las hostilidades transfronterizas Hizbulá ha registrado la muerte de unos 340 de sus combatientes. Además, cerca de 90 civiles libaneses han perecido por fuego israelí, en ocasiones cargado con fósforo blanco, cuyo uso está restringido por el derecho internacional y nunca se debe utilizar contra zonas civiles o pobladas, según han denunciado organizaciones como Human Rights Watch o Amnistía Internacional. El uso de esta sustancia, que se enciende al contacto con el oxígeno, lleva meses alarmando a los agricultores del sur de Líbano, que también han sufrido la quema de miles de sus hectáreas cultivables, posiblemente contaminadas por el uso de esta arma incendiaria.

Por su parte, el Ejército hebreo ha confirmado la muerte de al menos 15 soldados y 11 civiles. Una cifra de bajas considerablemente menor a la sufrida por el vecino Líbano, pero con un impacto psicológico enorme entre los miles de israelíes que ocho meses después siguen sin poder volver a sus casas. 

Abandonados por Netanyahu

Este jueves, el jefe del Comando Norte del Ejército israelí, el mayor general Ori Gordin, reiteró que sus tropas están listas para una posible guerra total contra Hizbulá, asegurando que, cuando “reciban órdenes, el enemigo encontrará un Ejército listo y fuerte”. Sus declaraciones llegaron horas después de que el primer ministro Benjamín Netanyahu se mostrara dispuesto a emprender una nueva guerra contra el grupo libanés. “Quien piense que nos quedaremos de brazos cruzados se equivoca. Estamos preparados para una acción extremadamente fuerte en el norte. De una forma u otra restableceremos la seguridad en el norte”, aseguró en una visita a las tropas aportadas en Kiryat Shmona, en la frontera con el país vecino.

Muchos ciudadanos de la Galilea tienen la percepción de que el Estado ha abandonado la frontera norte mientras concentraba gran parte de sus recursos militares en la Franja de Gaza. Entre los descontentos destaca el del alcalde de Kiryat Shmona, Avijai Stern, quien, tras la visita a la zona de Netanyahu este miércoles, dijo: “Ahora que el norte está ardiendo el primer ministro viene a lucirse, mientras que los vecinos de esta ciudad ya no tenemos ni tiempo, ni paciencia ni dinero para aguantar sus juegos políticos”.

Con más de 24.000 habitantes Kiryat Shmona es la ciudad más grande de la Galilea, y durante muchos años previos a la retirada del sur de Líbano en julio del 2000, fue el objetivo de los cohetes Katiusha de Hizbulá. “Parece que también van a venir el ministro (de Seguridad Nacional) Ben-Gvir y otros dirigentes, a los que voy a pedir la instalación de grandes aspersores y cañones de agua como el del Kibbutz Tzova”, añadió Stern en relación a un kibutz cercano donde han podido frenar las llamas generadas por los proyectiles.

El alcalde denunció la falta de medios para hacer frente al fuego a partir de focos que resultan inaccesibles para los bomberos y que deben ser combatidos con la ayuda de hidroaviones (en verano de 2010 España mandó a Israel varias aeronaves en un esfuerzo internacional conjunto para ayudar al Estado hebreo a extinguir el que hasta la fecha fue el peor incendio registrado en el país). Igualmente mostró su indignación por que Netanyahu no le avisara de la visita, pero sí llamara a su predecesor en el cargo, del partido Likud.

Todo apunta a que Netanyahu quiso evitar encontrarse con Stern, dado que éste había criticado su gestión de la crisis de Gaza en una entrevista publicada el mes pasado por el diario Haaretz, en la que invitó al primer ministro a dejar el Gobierno según terminase la guerra. Con el tour, además, 'Bibi' no solo esquivaba al alcalde en el mismo día, sino que justificaba su ausencia en la ceremonia que anualmente se celebra en el museo Ammunition Hill de Jerusalén para conmemorar la victoria en la guerra de los Seis Días y la “reunificación” de la capital. Allí, leyendo el tradicional kadish, uno de los rezos más importantes en la religión judía, iba a estar el exdiputado del partido liberal Kadima Shai Hermesh, quien ha responsabilizado públicamente al primer ministro de la muerte de uno de sus hijos en el marco del ataque del 7 de octubre.

Debilidad del séquel

En un contexto de aumento de las tensiones en el norte y horas después de un nuevo ataque del Ejército israelí en el campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de Gaza, el mercado de valores de Tel Aviv registró el miércoles caídas de alrededor del 1,5% en los principales índices. Además, el séquel se debilitó aproximadamente un 0,6% frente a las principales monedas, fijándose el cambio con el dólar en 3,709 NIS y en 4,03 con el euro, lo que confirma que la oscilación del mercado y de los tipos de cambio están estrechamente ligados a la situación de seguridad, con valores que se fortalecen cuando se acerca la posibilidad de un acuerdo que ponga fin las hostilidades en Gaza y que termine con la liberación del centenar de rehenes que siguen atrapados allí. “En nuestra opinión, un alto el fuego favorecerá la apreciación del séquel hasta el nivel de 3,60-3,58 NIS, y más tarde incluso más”, dijo recientemente Yossi Freiman, director del grupo israelí de inversión y gestión de riesgos financieros FRICO al diario económico hebreo Calcalist

Según este medio, los inversores en el mercado israelí siguen vigilando no solo la situación de la frontera palestino-libanesa tras los últimos incidentes, sino también lo que dicen sus dirigentes. “Quien piense que puede hacernos daño y que nos quedaremos de brazos cruzados está cometiendo un grave error. Estamos dispuestos a tomar medidas muy enérgicas en el norte. De una forma u otra restableceremos la seguridad”, decía Netanyahu durante su tour por el norte de Israel. Poco después, el séquel registraba pérdidas. 

Si bien la economía del país resiste habitualmente bien los envites económicos generados por los conflictos en los que periódicamente se ve inmerso, lo ocurrido tras el 7 de octubre está dejando huella. En el último trimestre de 2023 se contrajo aproximadamente un 20% debido a la masiva incorporación a filas de reservistas –que dejaron sus puestos vacantes en industrias y empresas– y al desplazamiento de más de 100.000 israelíes tanto en el sur como en el norte, lo que tuvo un impacto directo en el balance de cuentas de sus lugares de residencia. 

Sin embargo, el economista Dany Bahar, investigador del programa de Economía y Desarrollo Global del estadounidense Instituto Brookings, cree que el actual conflicto no generará daños estructurales a largo plazo en la economía israelí. “El problema al que se enfrentará es otro, y se llama comunidad ultraortodoxa. Una mayoría que ni participa en el Ejército, ni está integrada en el mercado laboral”, explica. 

A finales de mayo, alrededor de 130 economistas israelíes rubricaron una carta en la que advirtieron de que la continua exención del servicio militar para la comunidad haredí terminará dañando significativamente la economía del país. Para 2065, se espera que el 50% de los israelíes menores de 14 años provengan de este sector de la población (en comparación con el 22% actual). Sin cambios, afirmaron, “no solo se pone en peligro la economía, sino la propia existencia del Estado de Israel”.