La noche del domingo se prevé de infarto en Chile. El recuento de votos de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales se pronostica muy ajustado y no hay certezas de lo que pueda pasar. La disputa enfrenta, por un lado, al candidato izquierdista Gabriel Boric, que quedó segundo el pasado 21 de noviembre con un 25,8% de los votos; y por el otro, al abanderado de la extrema derecha José Antonio Kast quien, contra todo pronóstico, ganó la contienda con un 27,9%.
Según las encuestas, Boric superaría por muy pocos votos a su rival, pero en la primera vuelta anticipaban resultados similares y Kast terminó por superarlo. Por eso ahora nadie se atreve a hacer vaticinios a un lado u otro.
La campaña en esta segunda fase ha estado marcada por los pasos hacia el centro que han dado ambos candidatos, en búsqueda del votante más moderado y para alejarse de los extremos. El izquierdista ha puesto énfasis en temas de seguridad pública y control de la migración irregular, mientras que su rival ha moderado la rebaja a los impuestos y ha eliminado varias de las propuestas que presentó para la primera vuelta, como la derogación de la ley de aborto en tres supuestos o la eliminación del Ministerio de la Mujer.
“Boric partió desde una posición más centrista y nunca tuvo propuestas extremas, hizo un programa socialdemócrata desde el inicio y estuvo asesorado por economistas de centroizquierda”, explica Claudia Heiss, politóloga del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile. Según ella, Kast “ha hecho un cambio más fuerte porque su posición era más extrema” y ha eliminado propuestas que estaban en su programa. “Eso es menos creíble”, considera.
Factores determinantes en los resultados
Claudio Fuentes, historiador y académico de la Universidad Diego Portales, destaca que en la campaña para la segunda vuelta Boric ha sido capaz de “flexibilizar sus posturas y aceptar la realidad política”. De Kast, destaca que logró tener el apoyo de todos los partidos de derecha con rapidez “sin tener grandes conflictos internos”. Sin embargo, critica la “poca credibilidad” en relación a su programa y los cambios que hizo, así como las declaraciones “políticamente incorrectas” que han lanzado algunos de los “grupos de extrema derecha” que lo acompañan.
Según los expertos, hay factores sociodemográficos que serán determinantes a la hora de definir el resultado. Boric concita el voto más femenino, urbano, joven y de clase media-alta. Kast, en cambio, suma más seguidores hombres, de mayor edad, en zonas rurales y de regiones y de las clases altas y populares. “Veremos si la mayor moderación de ambos y las estrategias de segmentación electoral que han tenido permitirán inclinar la balanza a favor de uno o el otro”, comenta Fuentes.
Otro de los elementos que marcará el desenlace es el miedo, entendido como elemento movilizador. “Hay un temor al desorden, a la amenaza comunista que ha planteado la derecha a pesar de que Boric no pertenece al Partido Comunista y que movilizará mucho a su electorado”, dice Heiss. Según ella, en Chile se ha generado “una reacción que favorece a Kast” ante la inestabilidad de los últimos años, sobre todo, desde el estallido social de 2019, la pandemia y la crisis económica. Boric, por su parte, ha logrado movilizar a intelectuales, académicos y artistas a su favor y ha vestido su campaña de cierto optimismo. Los expertos coinciden en que las cifras de participación no cambiarán mucho y que los factores para el triunfo se asocian más a los segmentos demográficos que saldrán a votar.
Fin de campaña polémico
Este jueves ambos candidatos convocaron sus respectivos cierres de campaña. Boric lo hizo en un parque del centro de Santiago, a pocos metros del palacio de La Moneda, mientras que Kast eligió un parque del sector oriente, el más pudiente de la zona metropolitana y donde se impuso a su rival en la primera vuelta.
“Somos una generación que aprende de quienes estuvieron antes y nos unimos para derrotar la dictadura, para democratizar Chile, para tener una nueva Constitución y ahora nos vamos a unir también para derrotar al heredero de este Gobierno y del pinochetismo y para instalar la esperanza en Chile”, dijo Boric. Kast, por su parte, habló de “recuperar la paz, el orden, el Estado de derecho y, sobre todo, la dignidad en la vida de las personas. Porque la dignidad es lo que nos falta, pero la verdadera”. En los encuentros, los dos llamaron a la gente a inscribirse como apoderados de mesa para vigilar las votaciones. Esta semana, representantes de la derecha difundieron la idea de que si el resultado es ajustado, tiene probabilidades de tener que pasar por el tribunal electoral y que no se resuelva el mismo domingo. Kast avaló el comentario, mientras Boric marcó distancias: “Confío en los resultados electorales y confío en las instituciones que van a entregarlos. No voy a ponerlos en duda”.
Los actos de fin de campaña también estuvieron marcados por la muerte de Lucía Hiriart, viuda del dictador Augusto Pinochet (1973-1990), quien falleció la tarde del jueves a los 99 años. A la misma hora que empezaban los dos mítines, a los que asistieron miles de simpatizantes, otros cientos de personas se congregaron en Plaza Baquedano, epicentro de las protestas sociales del último tiempo, con intención de celebrar lo que para muchos representa un paso más hacia el final del legado pinochetista. El hecho pillo a todo el mundo por sorpresa y ambas candidaturas intentaron surfear un escenario que se les podía complicar horas antes de la elección. “Lucía Hiriart muere en impunidad pese al profundo dolor y división que causó a nuestro país. Mis respetos a las víctimas de la dictadura de la que fue parte. No celebro la impunidad ni la muerte”, dijo Boric en Twitter. Kast también se pronunció: “No quiero hacer un hecho político de esto […] veo que hay gente celebrando; no es lo que uno esperaría, siempre la muerte de alguien es dolorosa”.
Tanto Kast como Boric llegan al final de la campaña electoral más polarizada de los últimos 30 años. Este domingo no solo se elegirá el futuro presidente, sino también uno de los dos modelos de país que hay en juego y que son totalmente opuestos. El ganador, además, encabezará un nuevo gobierno que tendrá el desafío de acompañar la recta final del proceso constituyente en marcha. Uno de los dos se instalará en La Moneda a partir del 11 de marzo de 2022.