Juncker reconoce ahora “presiones de numerosos gobiernos” de la UE para dejar caer a Grecia durante la crisis

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

Todo político quiere trascender por su legado. Lo que queda cuando dejan el cargo. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, apura los últimos meses de mandato y de carrera política. Lo ha sido todo en su país, y ha llegado al puesto más alto de la Unión Europea. Cuando el 31 de octubre deje el cargo, estará a cinco semanas de cumplir 65 años y pasará a un segundo plano. 

¿Por qué será recordado Juncker? En una rueda de prensa en Bruselas, el presidente del Ejecutivo comunitario ha mirado hacia delante, pero también hacia atrás. Ha mirado hacia la agenda que quiere dejar a los que le sucedan con vistas al quinquenio 2019-2024, como si de un alto funcionario del Gosplan se tratara, con los retos pendientes de la UE.

Pero también ha repasado su gestión, ha puesto el énfasis en su triada programática  –empleo, inversión y crecimiento–, se ha lamentado de haber “hecho caso a David Cameron” y no haber entrado a “desmentir las mentiras” durante la campaña del referéndum del Brexit. Y, también, ha dicho sentirse especialmente orgulloso de haberse sacudido las presiones de “numerosos gobiernos” de la Unión Europea para dejar que Grecia saliera de la eurozona durante la crisis: “Conseguimos que se asegurara la permanencia de Grecia en la zona euro. Suena algo natural hoy, pero como presidente jefe del Eurogrupo y de la Comisión puedo decir que su permanencia estaba muy amenazada. Cuando lees lo que dicen que pasó... Tengo unos recuerdos muy distintos: bastantes gobiernos no querían ni siquiera que en la Comisión nos ocupáramos del problema de Grecia, y no cedí a las presiones para lograr que Grecia siga en el euro. Grecia es un país orgulloso que ha hecho grandes esfuerzos y merece la solidaridad europea”.

En enero pasado, Juncker ya pidió perdón en el Parlamento Europeo. “Siempre he lamentado la falta de solidaridad con la crisis griega”, dijo en Estrasburgo durante su discurso sobre el 20 aniversario del euro: “No fuimos solidarios con Grecia, la insultamos, la injuriamos, y nunca me he alegrado de que Grecia, Portugal y otros países se encontraran así. Siempre he querido que remontaran su lugar entre las democracias de la UE”. 

La troika dobló el brazo a Grecia. Y eso a pesar de que Grecia votó no a la troika en el referéndum convocado por Alexis Tsipras el 5 de julio de 2015. Votó no a las políticas de austeridad aplicadas como única receta para salir de la crisis. Y votó para reforzar a su Gobierno ante las instituciones europeas: Tsipras consiguió el 35% de los votos en las elecciones de enero de 2015 y el no cosechó más del 61%.

La hemeroteca sobre lo que se dijo de Grecia en verano de 2015 es infinita: los líderes europeos no sólo se negaron a renegociar la deuda griega, a pesar de que lo recomendara algún informe del Fondo Monetario Internacional. Aplicaron un chantaje a su Gobierno, al que obligaron a aceptar unos recortes sociales sin precedentes que pagó la mayoría de su población en pensiones, subsidios de desempleo y servicios sociales durante años. Pero, ¿qué dijeron? He aquí algunas perlas:

“Grecia deberá introducir una nueva moneda si triunfa el no [en el referéndum de 2015”. Martin Schulz, entonces presidente del Parlamento Europeo, 5 de julio de 2015.

“Un no querría decir, independientemente de la pregunta, que Grecia dice no a Europa”, Jean Claude-Juncker, presidente de la Comisión Europea. 29 de junio de 2015.

“Europa no puede abandonar sus 'principios' con Grecia”, Angela Merkel, canciller alemana, 29 de junio de 2015.

“Si gana el 'no', Grecia no tendrá más alternativa que salirse del euro”, Mariano Rajoy, entonces presidente del Gobierno de España, 30 de junio de 2015.

Y este martes Juncker ha vuelto a mirar atrás: “Uno de los principales logros ha sido mantener a Grecia en la zona euro, a pesar de todas las críticas de las que hemos sido objeto y todas las invitaciones a expulsar a Grecia, y lo hemos hecho con las autoridades griegas y de otra manera a como querían algunos. Siempre he respetado la dignidad del pueblo griego, han demostrado gran resiliencia, algo que no habrían demostrado otros países”.

Frente al extremismo

A dos semanas de las elecciones europeas, Juncker, enfrentado con el derechista gobernante húngaro, Viktor Orbán, ha querido llamar la atención sobre los discursos extremos: “Si todo el mundo votara a los extremistas, ¿cuál sería el paisaje europeo al día siguiente? Hay que luchar contra el populismo extremista, pero no con eslóganes baratos y ataques personales, que cada vez hay más: he visto que Donald Tusk [presidente del Consejo Europeo] ha sido comparado con Hitler y Stalin [en la prensa polaca]. Es inaceptable, inaudito, no deben tener lugar en el debate democrático, tenemos que luchar contra los populistas y extremistas con hechos, demostrar a los europeos que tienen buenos motivos en tener esperanza”.

“No está claro que el voto extremista sea reacción a Europa”, ha reflexionado Juncker, “también es resultado de políticas nacionales. El problema es que a veces las principales familias políticas han adoptado esos discursos y esas agendas”.