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Los kurdos de Siria alertan del riesgo de que miles de combatientes de ISIS salgan de prisión tras la caída de Al Asad

Campo de presas en Al Roj, al norte de Siria

ACN / Natàlia Segura

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Los kurdos de Siria alertan del riesgo de que miles de combatientes de ISIS salgan de prisión tras la caída de Bashar Al Asad. Desde la cárcel Panorama, que tiene recluidos a miembros de ISIS de alto rango, los responsables del centro desconfían del gobierno islamista en Damasco y avisan de que un ataque de Turquía a gran escala haría “vulnerables” las cárceles porque los guardas forman parte de las Fuerzas de Defensa Sirias (FDS) e irían a luchar para defender el territorio kurdo.

En el campo de Al Roj, también en el noreste de Siria controlado por los kurdos, los presos han celebrado la llegada del nuevo régimen. “Ya han hecho las maletas, piensan que les van a liberar”. Así se ha expresado ante la Agència Catalana de Notícies (ACN) y otros medios catalanes que han accedido al espacio el administrador del ámbito civil del campo, Rashid Omar.

Con la ayuda de Estados Unidos, las fuerzas kurdas lograron vencer a Estado Islámico durante la guerra civil siria y capturaron a decenas de miles de personas presuntamente vinculadas al grupo islamista radical. Cinco años después de la derrota de ISIS, más de 56.000 personas permanecen detenidas “de forma arbitraria” y sufren torturas y “condiciones de vida inhumanas”, según Amnistía Internacional.

Una de las primeras medidas de la Organización para la Liberación del Levante (HTS, por sus siglas en árabe) ha sido la apertura de las prisiones, pero el grupo islamista no controla todo el territorio del país. El noreste de Siria está de facto bajo el dominio de los kurdos, que han instaurado una administración autónoma. Así, los reclusos de ISIS siguen encerrados en centros gestionados por la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (Aanes), también conocida como Rojava.

Las prisiones de combatientes de ISIS son una de las cartas que las Fuerzas Demócratas Sirianas (FDS) utilizan para exigir el apoyo occidental en un momento de incertidumbre por los cambios políticos en el país y, sobre todo, por el creciente temor a un ataque a gran escala de Turquía en la ciudad fronteriza de Kobane, símbolo de la resistencia kurda durante la guerra.

Amnistía Internacional calcula que las autoridades autonómicas de Rojava mantienen a más de 56.000 personas en al menos 27 centros de detención y dos campos de detención, la gran mayoría mujeres y niños. “Los 29.000 niños de los campos representan la concentración más alta de menores privados arbitrariamente de su libertad en todo el mundo”, dice la organización, que acusa a Estados Unidos de financiar estos campos.

Los campos de mujeres y niños

La ACN ha podido entrar en el campo de Al Roj, cerca de la frontera con el Kurdistán iraquí. Según sus administradores, hay 2.647 mujeres y 1.694 niños en este campo. Casi el 70% son extranjeros, el resto son sirios o iraquíes. “Una gran proporción de las mujeres y niñas detenidas son víctimas de matrimonios forzados con miembros de Estado Islámico”, recuerda Amnistía Internacional.

En el primer grupo que llegó al campo de Al Roj, el 90% de las mujeres estaban embarazadas, aseguran los gestores del campo. Cuando los niños llegan a los 13 o 15 años los envían a “centros de rehabilitación” para impedir que haya más nacimientos. “Hace dos meses descubrimos que un niño de 13 años se había casado y tenía dos hijos”, explica Dahmat . Ahora ya le han expulsado. Amnistía Internacional critica “la separación forzosa” de niños de sus madres en los campos de Al-Roj y Al-Hol.

Los administradores de Al Roj afirman que solo 200 niños acuden a clases y culpan a las madres de intentar inculcar una ideología “islámica radical” a los menores. “Hay organizaciones que realizan programas de desradicalización, pero no cambian”, lamentan.

Amnistía Internacional ha denunciado la detención “indefinida y arbitraria” de estas mujeres y niños, así como las “terribles condiciones de vida en el campo” por la falta de “acceso adecuado a alimentos, agua, asistencia sanitaria y saneamiento”. También alertaron de la “violencia y explotación sexual” que sufren las mujeres de ambos campos. Por eso, acusan a las autoridades kurdas de infligir un trato “inhumano y degradante” a las mujeres y niños retenidos en Al Hol y Al Roj.

Las presas esperan la liberación de Damasco

A diferencia de los hombres en las prisiones de combatientes de ISIS, las mujeres y niños de estos campos ven las noticias y están al corriente de la actualidad, aunque tampoco se les permite tener móvil. “Se están preparando para salir”, avisa Dahmat. El día que el HTS derrocó a Asad y tomó el poder en Damasco, las reclusas hicieron una fiesta en el campo. Algunas han sido repatriadas, pero las que quedan hace más de cinco años que están cerradas sin un juicio.

Los representantes políticos de Rojava han tendido la mano a la organización islamista que tiene el poder ahora en Damasco para negociar la integración de la zona en la Siria post-Asad. Sin embargo, no todos los kurdos de este territorio se muestran optimistas con HTS.

“ISIS está gobernando en Damasco. Ahora los vemos en televisión. Todo el mundo lo ve, pero nadie dice nada”, se queja Dahmat, jefe de la cárcel de Panorama, que tiene recluidos a los altos combatientes de ISIS que los kurdos capturaron en la última batalla contra Estado Islámico en Baghouz. 

Tampoco dentro de las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ) ven con buenos ojos el gobierno interino en Damasco, especialmente después de unos comentarios machistas del portavoz de HTS, que dijo que la naturaleza biológica y psicológica de las mujeres no es adecuada para algunos cargos gubernamentales.

Desde su llegada al poder, la organización islamista se ha intentado distanciar de A-Qaeda y el ISIS, dos grupos terroristas con los que tuvo vínculos durante la guerra civil siria.

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