León Valencia fue miembro del Comando Central del ELN (Ejército de Liberación Nacional) en los años 80 hasta que en 1994, tras una amnistía, pasó a la vida civil. Desde entonces se ha dedicado a trabajar por la paz primero desde la Fundación Arco Iris y ahora desde la Fundación Paz y Reconciliación, que creó en 2013.
Durante 18 años tuvo que vivir con grandes medidas de seguridad por las numerosas amenazas. En 2013 tuvo que exiliarse temporalmente a Europa por haber publicado en 2011 una investigación que relacionaba a 127 políticos colombianos con grupos armados ilegales.
Durante estos últimos años de conversaciones por la paz entre el Gobierno de Santos y la guerrilla, León Valencia ha trabajado como asesor y consultor.
El 24 de agosto de 2016, el Gobierno de Colombia y las FARC anunciaron la firma del acuerdo final de paz, tras cuatro años de negociaciones en La Habana. El documento pasó a manos del Congreso de Colombia el 25 de agosto y el 2 de octubre se celebró el referéndum.
Ante la victoria inesperada del 'no', liderada por el ex presidente ultraconservador Álvaro Uribe, que siempre fue partidario de acabar con los grupos guerrilleros militarmente, León cree que el siguiente paso será renegociar algunos puntos entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC y, en lugar de convocar otro referéndum, aprobarlo en el Congreso de los Diputados, donde el actual presidente Santos, junto a otros partidos políticos, tiene una amplia mayoría.
“El acuerdo del Gobierno colombiano y las FARC en La Habana reconoce explícitamente esta realidad y habla de la obligación de llevar a cabo una apertura democrática”, añade León Valencia en su rápida visita a España para dar varias charlas.
El actual presidente de la Fundación Paz y Reconciliación cree que el texto que se llevó a referéndum era un “verdadero acontecimiento” porque “en los últimos años en las esferas de poder se repetía que en Colombia había una democracia profunda, y eso es una mentira del tamaño de una catedral que desgraciadamente fue calando entre la población y servía para negar cualquier negociación política con las guerrillas. Y lo peor es que Uribe sigue repitiéndolo”.
Hay que recordar que Colombia ha tenido en estos 52 años de conflicto 267.000 muertos, más de 500.000 refugiados -según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)- y cinco millones de personas que se desplazaron dentro del país en busca de paz.
“Ahora no podemos excluir a nadie y ese es el primer reto de nuestro pacto político que estoy seguro saldrá adelante”, añade León Valencia.
“Las élites políticas tienen que tener claro que el acuerdo al que se pueda llegar no es una rendición. Significará que las élites políticas tradicionales perderán al principio algo de poder o, mejor dicho, tendrán que compartir el poder con nuevas fuerzas, sin trampas”, aclara Valencia.
Uno de los puntos más importantes para aquellos campesinos que vivieron directamente la violencia será la reforma agraria que se recoge en el acuerdo, que no será ni más ni menos que instaurar la propiedad privada del campo. “Como verán, no es nada revolucionario, es capitalismo puro y duro”, comenta con sarcasmo.
Pero también reconoce que la complicación más grande de “apertura democrática” estará en los 281 municipios donde la guerrilla ha tenido presencia en los últimos 30 años, ya que en una parte de estos territorios se ha construido un Estado de facto con un funcionamiento radicalmente distinto al del Estado colombiano.
Al preguntarle qué factor fue el que hizo que los partidarios del 'no' ganasen el referéndum, el exguerrillero Valencia coment que la derecha de Uribe no quiere que los miembros de las FARC puedan participar en política ni que muchos de ellos no cumplan todas las penas.
“Esos dos puntos calaron en las grandes urbes, donde no estaba la guerrilla, porque en realidad Uribe sólo tiene en el país el 14 % de los votos y no más de 300 municipios. Pero es un error. Lo mejor sería que esos exguerrilleros formen su grupo político y defiendan sus ideas con la palabra en el Parlamento”, afirma tajantemente.
“Tras la reconciliación política empezará a darse, sin duda alguna, el perdón individual y el encuentro angustioso entre las víctimas y los victimarios, y esa será una tarea que demorará muchos años”, matiza el presidente de la Fundación Paz y Reconciliación.