Una típica aldea de Apulia, sur de Italia, que no es una aldea pero una perfecta reproducción, con seis restaurantes, cuatro piscinas, un spa de 2000 metros cuadrados y un campo de golf de competición profesional de 18 hoyos con vistas al mar. Es Borgo Egnazia, el mega complejo turístico de lujo elegido por el Gobierno italiano como escenario para la cumbre del G7 que empieza este jueves bajo su presidencia. La urbanización, elegidas por famosos como los Beckham o Madonna para celebrar sus cumpleaños, se ha convertido en una ciudadela fortificada para hospedar a los líderes mundiales que participarán a un encuentro en el que la primera ministra italiana Giorgia Meloni busca afianzar su figura en la escena internacional, tras revalidar en el voto de las europeas la victoria que hace un año y medio llevó la líder del partido ultraderechista Hermanos de Italia al Gobierno del país.
Meloni ha sido la primera en llegar el lunes a Borgo Egnazia con su hija para una pausa tras las europeas pero también para supervisar la organización y preparar los dosieres que estarán sobre la mesa. Primero de todo, Oriente Medio, con la guerra en Gaza, y Ucrania, con un acuerdo sobre el desbloqueo de los fondos rusos para financiar a Ucrania y con Estados Unidos que va a anunciar nuevas sanciones a Moscú. El presidente ucraniano Volodimir Zelensky acude a la cumbre, donde el viernes también intervendrá el papa Francisco, la primera vez de un papa a la reunión.
“Hablaremos de inteligencia artificial y de paz”, dijo el martes el pontífice hablando con los periodistas en Roma. Confirmó que hará encuentros bilaterales y que ha recibido peticiones de parte de siete jefes de estado. Además de los líderes de los países del G7 —con el francés Emmanuel Macron y el alemán Olaf Scholz en horas bajas tras el batacazo de las europeas, y un Rishi Sunak candidato a unas elecciones adelantadas con todas las previsiones a la contra— participan representantes del G20 como Ignacio Lula da Silvia, Narenda Modi o Recep Tayyip Erdogan, y también el argentino Javier Milei. También está presente la presidenta de la Comisión europea, Ursula von der Leyen. No se descarta que no se empiece a escribir aquí, en el escenario de película de Borgo Egnazia, el guion para el futuro de la Comisión.
“Pasear por las callejuelas de piedra es como transportarse a un viaje al pasado, suspendido en una dimensión atemporal”, asegura la web del megacomplejo turístico, que ha sido construido recuperando la arquitectura tradicional de la zona para parecerse a las aldeas surgidas alrededor de las antiguas grandes fincas de los terratenientes. Y en ese “tiempo suspendido” que durará hasta el sábado, y terminará con la rueda de prensa final de la presidencia italiana, los líderes encerrados en la fortaleza de lujo, donde una habitación doble en verano puede llegar a los 2.500 euros por noche, que tendrán que abordar las cuestiones más importantes de la política mundial.
Para la llegada de los líderes, el Borgo –16 hectáreas en Savelletri, en el municipio de Fasano, en provincia de Brindisi– está protegido por tierra, mar y aire, con miles de policías y militares, así como un sistema de defensa antiárea que implica el despliegue de al menos un buque militar, el Andrea Doria, frente a las costas de Bríndisi. En un puñado de kilómetros han sido construidos para la ocasión siete helipuertos por un total de cinco millones de euros. La elección de un lugar periférico, alejado de las grandes ciudades y más fácil de blindar contra manifestaciones de protesta es ya una costumbre de las últimas cumbres del G7 como la de 2022 que se celebró en Schloss Elmau, en los Alpes bávaros, o la de 2021 en Cornualles, en Reino Unido. En Italia es aún abierta la herida que dejó en la memoria colectiva la penúltima cumbre que organizó el país, la de Génova en 2001. La violencia policial contra las marchas y los manifestantes del movimiento altermundista que protestaba contra las derivas de la globalización, con la muerte del joven Carlo Giuliani, fue definida más tarde por Amnistía Internacional como “la suspensión más grave de los derechos democráticos desde la posguerra”.
Esta vez no hay grandes manifestaciones previstas, y en los medios se menciona de pasada al “bloque negro”, los black blok, habitual argumento para aumentar las intervenciones policiales en las protestas. Con las protestas alrededor de Borgo Egnazia prohibidas, un corteo se celebrará el sábado por la tarde en Fasano y este jueves, en Brindisi, mientras en el Castillo Svevo el presidente de la República, Sergio Mattarella, ofrecerá la cena inaugural a los líderes, habrá una “contra cena del G7 para los pobres”.
El blindaje es de todas formas el “de las grandes ocasiones”, como están viendo los vecinos de Savelletri, que tienen prohibido bañarse en las playas cercanas y pueden desplazarse hasta el domingo solo con una tarjeta de identificación. Hay 1500 militares desplegados y 5000 agentes de policia, carabinieri y guardia de finanza, la policía aduanera. Y mientras se ultiman los preparativos en el resort símbolo del lujo –elegido en 2014 por la hija del magnate indio del hierro Pramod Agarwal para su boda millonaria con tanto de elefantes– los agentes ha desencadenado la primera gran polémica de la cumbre: el crucero alquilado para alojarles estaba en tan malas condiciones, con baños rotos y sin aire acondicionado, que han tenido que ser trasladados a otras estructuras de la zona.
Primer pulso diplomático sobre el acceso al derecho al aborto
Pero el primer problema serio para Meloni llegó al final de la tarde del miércoles cuando desde Bruselas empezó a circular la noticia que se había eliminado del borrador de las conclusiones finales de la cumbre la referencia a proteger el acceso al derecho “al aborto seguro y legal y los cuidados post-aborto” que sí estaba en las versiones anteriores. Un cambio sobre un tema que no estaba en la agenda de la reunión, atribuido a la presidencia italiana del G7 y que ha irritado a las otras delegaciones, especialmente a la de Francia, que acaba de blindar el derecho al aborto en la Constitución, y quería reforzar aún más la referencia a la protección de ese derecho en el texto.
Cuando ya montaba la polémica, desde la presidencia del Gobierno llegó lo más parecido a un desmentido: “Ningún Estado ha solicitado que se elimine la referencia a las cuestiones relacionadas con el aborto del proyecto de conclusiones de la cumbre del G7, tal y como han informado algunos medios de prensa en un momento en el que la dinámica negociadora aún no ha concluido”.
“En efecto —explica este jueves el diario italiano La Stampa— es cierto que 'ningún Estado pidió que se suprimiera la referencia' al aborto: la cuestión es que fue la propia Presidencia, encargada de redactar los proyectos, la que decidió evitar toda referencia a la interrupción del embarazo en la última versión del texto difundida entre las demás delegaciones, lo que provocó su irritación”.