La bancarrota de Lehman Brothers reapareció como un fantasma el pasado 13 de marzo, cuando colapsó otro banco estadounidense, el Silicon Valley Bank, a pesar de las diferencias de la coyuntura de 2008 y 2023, y de los bancos entre sí. Al otro lado del charco, la autoridades europeas reaccionaron rápidamente para enviar un mensaje de calma a los ciudadanos, pero también a los mercados. “No hay contagio directo. La posibilidad de un impacto indirecto es algo que tenemos que monitorizar, pero de momento no lo vemos como un riesgo significativo”, dijo desde el primer momento el comisario de Economía, Paolo Gentiloni. Un mantra que se repitió en las capitales, desde Tallin hasta Madrid.
“Todo el sistema bancario se basa en la confianza”, señalan fuentes diplomáticas empeñadas en lanzar ese recado para evitar que las turbulencias vayan a mayores. Sin embargo, apenas unos días después, era la entidad Credit Suisse la que entraba en apuros y el Gobierno helvético tenía que entrar en acción para que UBS comprara ese banco. Los socios europeos aplaudieron esa actuación. Para entonces, en la UE se había reabierto ya el debate de la unión bancaria y el asunto, que había pasado a un segundo plano de la agenda, ha llegado a la reunión que los líderes de los 27 celebran este jueves y viernes en Bruselas, aunque no se esperan resultados tangibles.
“Hace tiempo que no había una cumbre del euro. Que se junten y digan que hay que seguir avanzando es importante”, recalcan esas fuentes sobre la reunión en la que se juntarán los líderes de los 27 con los presidentes del Eurogrupo, el BCE y la Comisión. Los llamamientos se han repetido en los últimos días. “Estamos comprometidos a continuar nuestros esfuerzos para completar la arquitectura de la Unión Económica y Monetaria. Los acontecimientos recientes son un recordatorio de la importancia de completar la Unión Bancaria, empezando por la actualización de la gestión de crisis y el marco de garantía de depósitos”, señala el presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe, en una carta remitida a los jefes de Gobierno.
En una comparecencia en la Eurocámara en la que aseguró que el BCE estaba listo para actuar e inyectar liquidez a los bancos, la presidenta, Christine Lagarde, también urgió a culminar la unión bancaria. Al día siguiente, el presidente de la Autoridad Bancaria Europea, José Manuel Campa, repitió el recado al poner el énfasis en el “plan común de seguro de depósitos”. Sin embargo. el Fondo Europeo de Garantía de Depósitos (EDIS) está en un cajón por el rechazo de Alemania a abrir la puerta a una mutualización de los riesgos los 100.000 euros de los ahorros que están garantizados en hipotéticas crisis.
Desde el Gobierno español explican que la prioridad de los 27 con ese mandato para avanzar en la unión bancaria persigue “dar estabilidad a los mercados y evitar fragmentación financiera”. También ven necesario cerrar el marco regulatorio de las reglas fiscales como una pata más para enviar un mensaje de calma a los inversores. Los ministros de Economía de la UE aspiran a que estén aprobadas a finales de año.
Los líderes quieren la reforma eléctrica en 2023
La incertidumbre financiera no ha llegado en el mejor momento para la UE, que se encontraba remontando tras la pandemia y las consecuencias de la guerra en Ucrania tras haber superado el pico de inflación. Los 27 estaban centrados en la carrera por mejorar la competitividad de su industria ante el creciente proteccionismo de Estados Unidos, que con la ley de reducción de la inflación (IRA) va a inyectar 400.000 millones de dólares a la tecnología verde, y a las condiciones de China. “Proporcionar los recursos para las enormes necesidades de inversión que necesita Europa” es, es en palabras de un alto cargo español, el otro elemento que buscan los 27 para evitar una fuga de empresas que mengüe su capacidad económica.
“La UE garantizará su competitividad reforzando su resiliencia y productividad, facilitando la financiación, apuntando a una energía asequible, reduciendo sus dependencias estratégicas, invirtiendo en las capacidades del futuro y adecuando su base económica, industrial y tecnológica a las transiciones ecológica y digital sin dejar a nadie atrás”, resumen los líderes en las conclusiones de la primera jornada de la cumbre en las que apuntan específicamente a la reforma del mercado eléctrico como una de las necesidades para mejorar la situación estratégica de la UE, que se ha visto lastrada por la crisis energética. Los líderes ponen, además, deberes: que el nuevo sistema esté finiquitado antes de que acabe el año.
El reto de la industria
La Comisión Europea calcula que se necesitan unos 90.000 millones de inversión hasta 2030 para cumplir con los requisitos de la 'Ley Cero Neto' con la que el gobierno comunitario pretende que el 40% de la industria verde sea ‘made in Europe’ en ese momento. De esa cantidad, unos 16.000 o 18.000 millones procederían de las arcas públicas.
En lo que afloran verdaderamente las discrepancias en el seno de la UE es precisamente en cómo incrementar el músculo de la industria. Por el momento Bruselas ha prolongado hasta finales de 2025 el Marco Temporal de Crisis con el que flexibilizó las ayudas de estado. Además, abrió la puerta a que los 27 puedan hacer 'contraofertas' a las empresas que amenacen con marcharse a otros países por condiciones suculentas. Sin embargo, es un debate en el que hay posiciones encontradas dado que los países con mayor fortaleza fiscal, como Alemania o Francia, llevan ventaja y otros estados más pequeños advierten del peligro de que se rompa el mercado único.
“El mercado único en su conjunto ha sido un proyecto exitoso, pero estamos perdiendo en competitividad”, dijo a su llegada a Bruselas la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, que reclamó una reducción de las cargas administrativas. Esa es una reclamación no sólo de los países del norte y pequeños, sino también de los empresarios, que quieren más agilidad en los permisos. “La respuesta a los retos de competitividad de Europa no puede ser participar en una carrera por las subvenciones. La UE debe abordar la necesidad apremiante de proporcionar un respiro regulatorio a las empresas, en particular a las pyme”, señaló esta semana el presidente de BusinessEurope, Fredrik Persson.
Lo que Bruselas ha dado por perdido es la posibilidad de ser autosuficiente en capacidades estratégicas como las materias primas y y reconoce que continuará dependiendo de las importaciones para la mayoría de consumo, pero quiere limitar la dependencia que ahora mismo tiene de países terceros, como China precisamente. El plan de la Comisión Europea fija un objetivo de “al menos el 10%” del consumo anual de materias primas críticas se extraiga en suelo europeo en 2030 y que el porcentaje llegue al 40% en el caso del procesamiento.
Y mientras la UE busca la fórmula de incrementar sus capacidades estratégicas para entrar en la competición con Estados Unidos y China, socios como Pedro Sánchez y Emmanuel Macron han sorprendido con el anuncio de sendos viajes a Pekin para reunirse con Xi Jinping. La guerra de Ucrania estará sobre la mesa dado que el líder chino está intentando jugar con papel que en Bruselas miran con recelos, pero las “relaciones bilaterales” siguen su curso y hay muchos miles de millones en juego.