La visita de Estado de Emmanuel Macron a Marruecos esta semana es la culminación de los esfuerzos diplomáticos de los últimos meses para dar un nuevo impulso a la cooperación entre París y Rabat, tras varios años de crisis y tensiones. Desde la llegada del presidente Macron al Elíseo, en 2017, las relaciones entre Francia y el país árabe se habían enfriado, en gran medida porque el jefe de Estado francés prefirió centrar sus esfuerzos diplomáticos en el norte de África en estrechar lazos con la vecina Argelia, rival de Rabat.
La revelación en 2021 de que los servicios secretos marroquíes habían utilizado el software israelí Pegasus para espiar a Macron en su teléfono personal añadió un elemento de tensión y marcó el peor periodo en la relación entre los dos Gobiernos. Hasta el punto de que en septiembre de 2023, Marruecos ignoró el ofrecimiento de ayuda francesa en los días posteriores al terremoto que sacudió varias zonas del país, sobre todo la región del Gran Atlas, dejando miles de víctimas mortales. A pesar de las dificultades y las críticas, Mohamed VI solo aceptó la ayuda humanitaria activa de cuatro países: España, Reino Unido, Emiratos Árabes Unidos y Qatar.
Una imagen muy diferente a la que se ha podido ver estos días en Rabat. Banderas francesas y marroquíes ondean en la avenida Mohamed V de la capital, así como en cada rotonda, en la puerta principal del aeropuerto Rabat-Salé, en los alrededores del Gran Teatro de la ciudad y en los de la torre Mohamed VI. Apoyado en un bastón, a pie de la escalerilla del avión oficial del presidente francés, el monarca ha recibido a Macron por primera vez desde 2018 –año de su última visita de Estado al país del norte de África–.
La visita es el fruto de meses de trabajo por parte de la diplomacia francesa para preparar el terreno ante una reconciliación con Rabat, después de un cambio de estrategia tras haber constatado que el acercamiento con Argel no dio los frutos deseados. El elemento central para el cambio de tono en las relaciones franco-marroquíes fue el apoyo público de Macron al plan marroquí para el Sáhara Occidental, oficializado por el presidente francés en una carta dirigida a Mohamed VI en julio, en la que afirmaba que es “la única base” para resolver el conflicto entre Marruecos y al Frente Polisario.
El Sáhara Occidental y la migración
“Con Mohamed VI hemos decidido escribir un nuevo libro juntos”, afirmó Macron ante un Parlamento eufórico. “El presente y el futuro del Sáhara Occidental se inscriben en el marco de la soberanía marroquí”, añadió el presidente galo durante su comparecencia. Un discurso con guiños al pasado colonial del país, que implican también un compromiso con la defensa de la tesis francesa y marroquí en los organismos internacionales, como el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas –en el que Francia tiene poder de veto–. Una semana antes, en el mismo escenario, el rey había expresado su “más profundo agradecimiento a Francia y al presidente Emmanuel Macron por este apoyo abierto a la marroquinidad del Sáhara”.
“Esta posición no es hostil a nadie”, quiso asegurar el jefe del Estado francés en respuesta a las críticas de Argelia, principal apoyo internacional del Frente Polisario, que retiró a su embajador en París en julio tras la carta de Macron a Mohamed VI. “Y lo digo aquí, de nuevo, con mucha fuerza: nuestros operadores y nuestras empresas apoyarán el desarrollo de estos territorios a través de inversiones, de iniciativas sostenibles y de solidaridad en beneficio de las poblaciones locales”, afirmó Macron.
En el Parlamento, el presidente galo abordó otro de los principales contenciosos que había enfrentado a ambos países en los últimos años: la cuestión de los visados. Francia había reducido el número de permisos de viaje para los ciudadanos marroquíes –como también hizo con otros países del Magreb– para castigar a las autoridades, a las que acusa de no tramitar con suficiente rapidez la recepción de ciudadanos marroquíes expulsados de territorio francés. Una medida muy criticada por diferentes organizaciones humanitarias, que según la ONG francesa Cimade “no es más que un injusto castigo colectivo, dirigido indiscriminadamente contra todos los argelinos, marroquíes y tunecinos”. Aunque el anterior Ejecutivo francés había cancelado esa medida, el nuevo ministro del Interior afirma querer reactivarla.
En su intervención del martes, Emmanuel Macron saludó una “asociación excepcional y reforzada” acordada con el rey Mohammed VI, que se centrará en la lucha contra “la inmigración ilegal y en la necesidad de una cooperación natural y fluida en materia consular”.
El mismo día, el ministro del Interior Bruno Retailleau y su homólogo marroquí, Abdelouafi Laftit, firmaron un acuerdo para trabajar en una hoja de ruta para mejorar la identificación de los nacionales marroquíes que residen ilegalmente en Francia. Asimismo, el objetivo es “acortar los plazos” para la “readmisión de los nacionales marroquíes en situación irregular” en Francia para “mejorar en términos de número de personas readmitidas”, según explicó el francés.
Por otro lado, Macron invitó al rey Mohammed VI a firmar un nuevo “marco estratégico” bilateral en 2025 en París que sirva también para conmemorar el 70 aniversario del anterior documento fundador en las relaciones entre ambos países, la declaración de La Celle-Saint-Cloud de 1955, que selló la independencia de Marruecos. Este nuevo acuerdo podría firmarse con ocasión de una “visita de Estado a Francia que Su Majestad [Mohammed VI] ya ha aceptado”, precisó el Elíseo en comunicado.
Importante trasfondo económico
Aparte de las declaraciones grandilocuentes, Francia y Marruecos han firmado 22 acuerdos comerciales y financieros por un valor de 10.000 millones de euros, según el Elíseo. Entre ellos destaca el contrato con la empresa francesa Alstom para construir el segundo tramo del tren de alta velocidad que conecta Tánger con Casablanca y que llegará hasta Marrakech. El contrato de 1.800 millones de euros ha sido adjudicado a Alstom, frente a otras empresas, incluidas las españolas Talgo y Caf.
En el nutrido grupo de directivos de empresas que acompañaban a Macron se encontraban los de Alstom, Engie, Safran, TotalEnergies, CMA CGM, Suez, Veolia y Thales Alenia Space; además de los principales ministros del Gobierno y de figuras del mundo de la cultura.
Por ejemplo, Engie rubricó con la compañía estatal marroquí OCP (líder mundial en fosfatos) un acuerdo de 3.500 millones de euros para energías renovables, otro de los sectores destacados en los acuerdos entre Francia y Marruecos, así como la desalinización de aguas y la agricultura. Además, la empresa con sede en Francia Airbus podría firmar esta semana la venta de 188 nuevos aviones a Air Maroc y se están discutiendo al menos dos contratos de defensa: uno con Airbus, para la venta de entre 15 y 18 helicópteros de transporte Caracal H225M, y otro con Naval Group para la construcción de dos submarinos.
Durante la visita, tuvo lugar un encuentro empresarial franco-marroquí en la Universidad Internacional de Rabat que giró en torno a la coindustrialización y el “Made in Morroco”. En la sesión, además de diferentes personalidades y empresarios, también participó la ministra marroquí de Economía y Finanzas, Nadie Fettah Alaoui, junto a su homólogo francés, Antoine Armand.
Otro de los hitos de la visita ha sido la inauguración del Gran Teatro de Rabat por la primera dama francesa, Brigitte Macron, y la hermana mayor del rey Mohamed VI, Lalla Hasna. El edificio, terminado hace tres años, permanecía cerrado al público: fue diseñado por la reputada arquitecta Zaha Hadid con un presupuesto de 200 millones de euros y en su apertura también estuvieron presentes la ministra de Cultura francesa, Rachida Dati, y la directora de la UNESCO, Audrey Azoulay.
La visita también ha contado con una joven e inesperada protagonista: la princesa Lalla Khadija, de 17 años de edad e hija de Mohamed VI, ha reaparecido en un acto oficial después de cinco años. La última vez que participó en eventos de la Casa Real fue en 2019. Su presencia a pie de pista durante el recibimiento de Macron en el aeropuerto de Rabat-Salé sorprendió a la población y los medios marroquíes.
En su último día en Rabat, antes de volver a Francia, el presidente francés participó en un foro sobre seguridad alimentaria y tuvo un encuentro con la comunidad francesa, informó la Agencia EFE.