Todos los ojos y los focos están puestos en Siria desde que el 8 de diciembre el régimen de Bashar Al Asad colapsó, dejando paso a una incierta transición política liderada por una amalgama de grupos armados liderados por el islamista Hayat Tahrir al Sham (HTS), nacido a partir del que fue el brazo de Al Qaeda en este país.
La comunidad internacional está preocupada por lo que pueda pasar en Siria y ocupada en establecer contactos con las nuevas autoridades en Damasco y situarse en el nuevo escenario sirio, en el que compiten muchos intereses y en el que Turquía ha tomado la delantera.
Mientras, la guerra en Gaza continúa, como un ruido de fondo al que nos hemos acostumbrado y, a medida que pasan las semanas y los meses (más de 14 meses ya, en los que han fallecido más de 45.000 palestinos), se escuchan menos llamamientos a favor de un alto el fuego y se hacen menos esfuerzos y presiones para lograrlo a nivel internacional.
La semana pasada, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó con una abrumadora mayoría –solo votaron en contra nueve países– una resolución que exigía “un alto el fuego inmediato, incondicional y permanente en Gaza, así como la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes”, pero la petición cayó una vez más en saco roto.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, viajó de nuevo a Oriente Medio el pasado fin de semana, pero los desarrollos en Siria eclipsaron las conversaciones sobre Gaza, más allá de las declaraciones oficiales. Además, la Administración que Blinken representa dejará en un mes la Casa Blanca y la ocupará el presidente electo Donald Trump, con su promesa de poner fin a las guerras, incluida la de Gaza.
La inminente llegada de Trump
Trump ha encargado a su equipo que logre un acuerdo para la liberación de los rehenes israelíes en manos de Hamás antes de su toma de posesión el 20 de enero –de lo contrario, ha amenazado con serias repercusiones en Oriente Medio y para aquellos que “han perpetrado estas atrocidades contra la humanidad”– , aunque a día de hoy parece poco probable que eso ocurra. El enviado especial para Oriente Medio del presidente electo, Steve Witkoff, viajó a Israel y Qatar a finales de noviembre para entablar contactos con las dos partes: Israel como parte beligerante y Qatar como mediador y facilitador de los contactos indirectos con el grupo islamista Hamás.
Precisamente, Hamás tiene más prisa que nunca por alcanzar un acuerdo antes del regreso de Trump al poder, consciente de que el mandatario no será benevolente y ya ha mostrado de forma inequívoca su apoyo a Israel con el nombramiento de varios cargos de su administración marcadamente proisraelíes y sionistas. Por otra parte, se cree que el nuevo presidente podría ejercer más presión sobre el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para que acepte un acuerdo, pero no unas condiciones impuestas por Hamás o que sean consideradas mínimamente favorables al movimiento islamista.
Actualmente, las partes siguen negociando sobre una propuesta del pasado mes de mayo del presidente Joe Biden, que establecía varias fases. En la primera, de seis semanas de duración, habría un “alto el fuego total y completo”, acompañado de la “retirada de las fuerzas israelíes de todas las zonas pobladas de Gaza”, según detalló en aquel momento Washington. Hamás liberaría a las “mujeres, personas mayores y heridos” que permanecen cautivos en Gaza, a cambio de la excarcelación de centenares de prisioneros palestinos. Uno de los obstáculos es precisamente acordar una lista de palestinos que Israel esté dispuesto a poner en libertad y una lista de los rehenes, ya que no todos están en manos de Hamás sino de otros grupos palestinos y, a día de hoy, no hay certeza de cuántos siguen con vida.
En una segunda fase, serían liberados todos los rehenes, incluidos los soldados israelíes, a cambio de otros presos palestinos; la tregua pasaría a ser un cese permanente de las hostilidades e Israel tendría que retirarse de todo el enclave costero, algo que el Gobierno de Netanyahu ha dejado claro –con declaraciones y con hechos– que no está dispuesto a hacer.
Según fuentes citadas por el periódico israelí Jerusalem Post, Hamás ha pedido garantías respecto al alto el fuego porque teme que, cuando Trump tome posesión, Netanyahu obtenga su visto bueno para reanudar la ofensiva en Gaza, al final de la primera fase de seis semanas. Dos fuentes oficiales bien informadas han asegurado a ese medio que hay “progresos significativos” en las negociaciones y que un acuerdo puede ser alcanzado “en un mes” –justo antes de que Trump asuma el cargo–.
Por su parte, el columnista israelí Amos Harel ha instado a ser precavidos a la hora de hablar de progresos en las negociaciones. En un análisis publicado este miércoles en el diario izquierdista Haaretz, ha explicado que “todos los que están involucrados saben que Netanyahu quiere reanudar la guerra y que no tiene ninguna intención de completar la segunda fase [del acuerdo], que conlleva un repliegue total de Gaza”. Sin embargo, “los mediadores han asegurado a Hamas que, en el momento en el que Israel acepte un acuerdo, va a ser difícil para el Gobierno renegar de las fase dos, tanto por la presión de EEUU como por la presión local por parte de las familias de los rehenes”.
Presión externa y en Israel
Precisamente, el Foro de las familias de los rehenes se está movilizando ante la que parece ser una oportunidad de lograr un acuerdo de intercambio de los secuestrados por presos palestinos, en el marco de un alto el fuego. Aparte de las movilizaciones en las calles, que no han cesado en todo el año con más o menos participación, estos días el Foro ha organizado varios actos para llamar la atención de la comunidad internacional. Este miércoles, Michael Levy, hermano de uno de los secuestrados en el festival de música Nova, en el sur de Israel, ha hablado ante el Consejo de Seguridad de la ONU, donde ha arremetido contra los poderosos del mundo: “¡Vuestro silencio es ensordecedor! ¡Vuestra inacción es sofocante!”.
En Israel, cientos de estudiantes de unas 200 escuelas de todo el país han protestado este miércoles para exigir un acuerdo con Hamás que permita la liberación de los rehenes, ha informado la Agencia EFE. Se trata de una iniciativa de los consejos estudiantiles, que además coincide con el 25 cumpleaños del rehén Matan Zangauker quien, el pasado 8 de diciembre, apareció en uno de los vídeos que de vez en cuando publica Hamás a través de sus canales de propaganda.
El martes, la novia del rehén israelí Matan Zangauker, Ilana Gritzewsky –quien también estuvo secuestrada entre octubre y noviembre de 2023, y fue puesta en libertad gracias al único acuerdo de intercambio entre Hamás e Israel a finales de noviembre de ese año–, apeló directamente a Trump, desde la bautizada como Plaza de los rehenes en Tel Aviv. “Presidente Trump, usted es un líder que sabe cómo ganar, cómo cambiar el rumbo cuando toda esperanza parece perdida. Ahora es el momento de demostrarlo. Cien rehenes (hombres, mujeres y niños) siguen retenidos en las profundidades del infierno. Mi pareja, mis amigos e innumerables vidas inocentes se están consumiendo mientras el mundo permanece en silencio. Esta es su oportunidad de cambiar la historia: intervenga. Ponga fin a esta guerra. Traiga a los rehenes a casa. Sin palabras, sin promesas, solo con acciones”, ha dicho, según un comunicado difundido por el Foro.
Las presiones de los familiares de los rehenes no han logrado que Netanyahu acepte un acuerdo con Hamás hasta el momento, pero este colectivo espera que las cosas puedan cambiar con la llegada de Trump. El propio Netanyahu espera que las cosas cambien, pero a su favor, en Cisjordania y en otros frentes en los que su Gobierno ultraderechista pretende expandir la ocupación ilegal y la presencia israelí. El martes, el primer ministro visitó por primera vez territorio sirio desde la marcha de Al Asad el 8 de diciembre. Desde el lado sirio del monte Hermón –ubicado en la zona desmilitarizada de los Altos del Golán ocupados por Israel desde 1967–, afirmó que sus tropas permanecerán en ese territorio “hasta que otro acuerdo garantice la seguridad” de Israel. Netanyahu considera que el acuerdo de separación con Siria ya no es válido después de la caída del régimen de Al Asad, con quien selló ese pacto auspiciado por Naciones Unidas en 1974.
Desde Qatar –país que ejerce el rol de mediador y ofrece un lugar para las negociaciones indirectas entre las partes–, el Gobierno confirmó este mes que ya está trabajando con el equipo de Trump sobre Gaza, al mismo tiempo que continúa su colaboración con la Administración saliente de Biden. Hace unos diez días, el portavoz del Ministerio de Exteriores qatarí, Majed Al Ansari, dijo en Doha a un grupo de medios de comunicación –entre los que estaba elDiario.es– que había “un impulso” en las negociaciones para detener la guerra en la Franja.
Qatar retomó los contactos con las partes este diciembre, después de que suspendiera su mediación a mediados de noviembre por la falta de “seriedad” de Israel y de Hamás. Incluso se rumoreó que las autoridades qataríes habían pedido a los islamistas que se marcharan de Doha, pero la oficina de Hamás en esta capital no ha sido clausurada y sus representantes se encuentran en el país.
A pesar de que el Gobierno qatarí haya relanzado las conversaciones, Al Ansari lamentó que todavía Qatar no había visto “una seriedad real” por parte de Israel y Hamás, pero que su equipo negociador consideró que se daban las condiciones para volver a involucrarse. “Necesitamos que las dos partes hagan concesiones, necesitamos que las posturas anteriores se suavicen un poco para que podamos llevar adelante las conversaciones”, dijo Al Ansari.