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Miles de personas claman por la libertad de expresión en París en un homenaje al profesor decapitado por mostrar caricaturas de Mahoma

Sara Canals

París —
18 de octubre de 2020 19:19 h

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Entre aplausos y gritos de “libertad de expresión”, miles de personas se han reunido en París y otras grandes ciudades de Francia para rendir homenaje a Samuel Paty, el profesor de historia y geografía decapitado por haber mostrado caricaturas de Mahoma en clase, en el marco de un debate sobre la libertad de expresión. En la plaza de la República de París hay dos lemas que predominan entre la multitud: #JeSuisSamu y #JeSuisProf (“soy profesor” en francés) en alusión al ya conocido #JeSuisCharlie. También abundan las portadas de Charlie Hebdo con las caricaturas de Mahoma.

La plaza, llena a rebosar, no es un lugar de convocatoria cualquiera. Su enorme escultura de Marianne, erigiéndose en el centro, simboliza la libertad y encarna los valores de la República. Desde 2015 es, también, un lugar de homenaje para las víctimas del terrorismo: es aquí donde más de un millón y medio de personas reivindicaron #JeSuisCharlie hace cinco años y en el suelo hay una placa en memoria de las víctimas de los atentados de Charlie Hebdo y Bataclán. 

Entre los miles de asistentes predominan los profesores. “Estamos aquí para apoyar a este maestro y su familia, pero también para defender nuestra profesión y decir que no nos rendiremos, que lucharemos pase lo que pase” explica Jusine, maestra de primaria, a elDiario.es. Ha venido con otra profesora, Valentine, quien asegura: “Nunca dejará de luchar por los valores de la República”. Ambas niegan tener miedo después del ataque de este viernes, pero aseguran que el temor existe y que muchos de sus compañeros rehuyen tratar ciertos temas en clase, como la libertad de expresión y el derecho a la blasfemia.

“Muchos profesores evitan estos temas, pero Samuel decidió abordarlos. Si todos los maestros hubieran hecho como él, quizás esta tragedia no habría ocurrido”, reflexiona Justine, quien insiste en que son cuestiones que “forman parte del programa, son obligatorias. Debemos formar a los futuros ciudadanos sin que sea tabú y sin estigmatizar a nadie”.

Kamel, parisino, aguarda solo y en silencio entre la gente. Ha decidido unirse a la protesta por otra razón: “Soy musulmán nacido en Francia y no acepto que haya gente que asesine en nombre del islam. Lo que ha ocurrido es un crimen atroz”, cuenta, preocupado. “Quiero que la gente no confunda a los musulmanes pacíficos, que practican su religión en silencio, con asesinos, yihadistas, islamistas y extremistas”. A pocos metros de la estatua de Marianne, Thomas sostiene un cartel en el aire: “Cuando un dibujo no nos gusta, no hay que matar a la gente, sino hacer un dibujo más bonito”, una frase que popularizó Lea, una niña de seis años, tras los atentados contra Charlie Hebdo en 2015.

“No soy profesor”, explica Thomas a este diario, “pero, como todos, tuve profesores que me enseñaron a desarrollar el sentido crítico y la libertad de pensamiento. Son valores necesarios para comprender el mundo. Con este acto de barbarie, impediremos a la sociedad tener acceso a esto… ¡Volveremos al oscurantismo!”. Thomas alude a las declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, el viernes pasado desde el lugar del crimen, quien sentenció que “el oscurantismo y la violencia no ganarán”. 

En la manifestación, convocada por Charlie Hebdo, Amnistía Internacional y diversas organizaciones educativas, tampoco han faltado miembros del Gobierno. El primer ministro, Jean Castex, el ministro de educación, Jean-Michel Blanquer, y la ministra de Ciudadanía, Marlène Schiappa, han hecho acto de presencia “en apoyo a los profesores, el laicismo, la libertad de expresión y contra el islamismo”. La protesta, que arrancaba a las tres de la tarde, coincide con el primer fin de semana de la entrada en vigor del toque de queda, impuesto desde las 21 horas hasta las seis de la mañana en París y en otras ocho ciudades.

Decapitado por enseñar caricaturas de Mahoma a sus alumnos 

Samuel Paty, de 47 años, fue decapitado el viernes pasado al salir de clase en la localidad de Conflants-Sainte-Honorine, un suburbio en el noroeste de París. Ocurrió sobre las cinco de la tarde, cuando un hombre armado con un cuchillo de cocina apareció en el colegio y preguntó a los alumnos por el maestro. Finalmente dio con Samuel Paty, quien caminaba en dirección a su casa, y le decapitó. El atacante fue abatido por la Policía poco después, tras amenazar a los agentes con su cuchillo al grito de “Alá es grande”. 

Según las primeras conclusiones de la investigación, el agresor era Abdoullakh Anzorov, un joven checheno de 18 años nacido en Moscú. Llegó a Francia como refugiado a los tres años, vivía en Normandía y no estaba fichado por los servicios de inteligencia. Según la Fiscalía Antiterrorista, el atacante dijo “actuar en nombre del Islam” y en su teléfono móvil había una foto de la cabeza de la víctima, lista para publicar en Twitter. La foto iba acompañada de un mensaje al presidente francés: “Para Macron, el líder de los infieles, ejecuté a uno de tus perros del infierno que se atrevió a humillar a Mahoma”. Por ahora, once personas se encuentran bajo custodia policial, la mayoría familiares y amigos del agresor. Entre los investigados figura también el padre de una alumna de Samuel Paty, que recientemente colgó un vídeo en internet quejándose del maestro y explicando, indignado, que había enseñado caricaturas de Mahoma en plena clase.  

El sector educativo, en el punto de mira

El ataque de este viernes es el segundo motivado por las caricaturas de Mahoma desde que arrancó el juicio por los atentados de Charlie Hebdo en 2015. Hace tres semanas, un hombre hirió gravemente a dos personas con un hacha delante de la antigua sede del semanario satírico. Su intención inicial era prender fuego en la redacción de Charlie Hebdo por haber vuelto a publicar las caricaturas del profeta. Desde que comenzó el proceso, los trabajadores del semanario han vuelto a recibir multitud de amenazas de muerte, entre ellas de Al Qaeda. La decapitación de Samuel Paty no solo intensifica el debate sobre la libertad de expresión, a flor de piel entre los franceses en pleno proceso Charlie Hebdo, sino que abre la polémica sobre el laicismo en las escuelas. Si la prensa ya estaba en el punto de mira, ahora se le suma el sector educativo, uno de los pilares fundamentales de la República.

Con Francia conmocionada, decenas de padres, profesores y alumnos se acercaron al colegio de Samuel Paty para llevarle flores, mientras que el Elíseo organizará un homenaje de Estado este miércoles. El Ministerio de Educación ha habilitado una línea telefónica disponible las 24 horas para el personal docente. El presidente Macron, por su parte, ya ha empezado a tomar cartas sobre el asunto y esta tarde ha reunido a algunos de sus ministros en un Consejo de Defensa extraordinario. En las próximas horas, el Gobierno prevé presentar nuevas medidas de seguridad en las escuelas.