Sin mujeres en lo más alto de las organizaciones internacionales: el 87% de los líderes han sido hombres en 80 años
Los organismos mundiales predican la igualdad de género, son vistos como importantes foros para impulsar políticas contra la discriminación y afirman estar fervientemente comprometidos con la participación de las mujeres. Pero, cuando cuando se trata de ocupar la cima de las principales organizaciones multilaterales, ellas han sido excluidas sistemáticamente de los puestos de liderazgo: los presidentes, los directores generales, los altos comisarios y los directores ejecutivos han sido, predominantemente durante décadas, hombres.
Un nuevo informe publicado este lunes deja en evidencia un patrón de falta de mujeres en la cúpula de las organizaciones internacionales más importantes del mundo. Elaborado por GWL Voices, una organización de mujeres líderes que lucha por la construcción de un sistema internacional igualitario, pone la lupa sobre la composición por género de los órganos de gobierno y los equipos de alta dirección de 54 de organismos especializados, fondos, programas, departamentos y oficinas de Naciones Unidas, así como los bancos regionales de desarrollo.
El análisis concluye que, desde 1945, solo el 13% de los cargos electos han sido ocupados por mujeres. O lo que es lo mismo, de un total de 523 líderes que han capitaneado estas organizaciones, 456 han sido hombres, el 87%.
GWL Voices –formada por decenas de mujeres líderes que han hecho carrera en este tipo de organizaciones y hablan desde su experiencia– defiende que un sistema internacional eficaz, fuerte e inclusivo necesita basarse en la representación igualitaria de las mujeres en los espacios de toma de decisiones. “No basta con que las mujeres participen. Y no es solo una cuestión de moralidad y justicia. Es un imperativo político, económico y social. No podemos progresar como queremos o merecemos sin mujeres en la mesa, y eso significa en todas las mesas”, ha dicho Hillary Clinton, exsecretario de Estado de EEUU, en un evento celebrado este lunes en Madrid al que han asistido destacadas líderes como la ex primera ministra neozelandesa Helen Clark y la expresidenta chilena Michelle Bachelet.
21 organizaciones nunca han elegido a mujeres
Los datos reflejan que 21 instituciones nunca han elegido a una mujer para ocupar un cargo directivo, entre ellas el Banco Mundial, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Organismo Internacional de Energía Atómica o la FAO, la agencia de Naciones Unidas que tiene como misión poner fin al hambre. Especialmente paradigmático es el caso de la secretaría general de la ONU, que solo ha estado ocupada por hombres en más de 70 años de historia –actualmente desempeña el puesto António Guterres–.
En las primeras cuatro décadas tras la Segunda Guerra Mundial, las mujeres estuvieron casi ausentes de estos puestos y solo a partir de los 80 surgió una tendencia modesta de aumento del liderazgo femenino. “A nadie le sorprende que las mujeres sean escasas en los puestos de liderazgo. El progreso ha sido extremadamente lento”, dice María Fernanda Espinosa, directora ejecutiva de GWL Voices. El informe pone de manifiesto esta lentitud en los avances, aunque subraya que “el cambio hacia la paridad está cogiendo impulso” después de décadas de inercia: desde los 2000 hasta los 2010, el porcentaje medio de mujeres líderes electas en estas organizaciones ha subido del 16,7% al 31,4%, casi el doble.
Solo el año pasado, siete mujeres fueron nombradas o elegidas para ocupar cargos directivos, mientras que cinco organismos rompieron por primera vez con décadas de liderazgo exclusivamente masculino, entre ellas la Unión Internacional de Telecomunicaciones (con Doreen Bogdan-Martin como secretaria general, la primera en 157 años), la Organización Internacional para las Migraciones (Amy Pope) y la Organización Meteorológica Mundial (Celeste Saulo), así como el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Centroamericano de Integración Económica, en los que por primera vez se sentarán mujeres en la presidencia: Nadia Calviño y Gisela Sánchez, respectivamente.
Ya en 2023, un informe del mismo grupo examinó el liderazgo de 33 instituciones mundiales y concluyó que ellas solo han estado al frente el 12% del tiempo en casi 80 años. También resaltó que la representación femenina es ligeramente mejor en las organizaciones encargadas de áreas como la infancia, la alimentación, la población y la salud, a diferencia de otros campos como la política, las finanzas, el desarrollo industrial y los asuntos marítimos, que siguen reservados en su mayoría para los hombres.
Este nuevo estudio, además de ampliar la lista de organizaciones, analiza la composición por género de los órganos de gobiernos y equipos directivos, una información que, según la investigación, es la primera vez que se recopila y se expone, ya que no suele estar disponible. No obstante, la muestra de estos cargos es más reducida –solicitaron información a 38 organizaciones, de las cuales 30 proporcionaron todos los datos–.
Si se observa la instantánea de los órganos de gobierno, que en muchos casos son elegidos por los gobiernos, queda patente que continúa siendo un mundo masculinizado: ellas están infrarrepresentadas en todas y cada una de las organizaciones investigadas. La proporción media de mujeres en estos espacios es de un 30% y, en siete organizaciones, representan menos del 25% de los órganos de gobierno. “Las mujeres siguen estando excluidas de espacios donde se fija la agenda global, por ejemplo sobre conflictos armados, seguridad alimentaria o cambio climático”, dice Espinosa.
“Las personas que dirigen las organizaciones internacionales no ejercen su autoridad de la misma forma que un director ejecutivo en una empresa privada”, dice el informe, que subraya que el poder, en cambio, reside casi por completo en estos órganos de gobierno, para los que cada país nombra un representante formal. Estos órganos eligen con frecuencia a los líderes de las organizaciones internacionales, determinen los presupuestos y establezcan políticas críticas. “Es aquí donde los países realmente ejercen su poder a nivel internacional y donde revelan sus auténticas prioridades en cuestión de igualdad de género”, reza el estudio, que apunta a que los gobiernos favorecen de forma sistemática a los hombres a la hora de nombrar representantes en estos órganos de gobierno, que “parecen haber quedado anclados en la primera mitad del siglo XX”.
Un ejemplo destacado en este sentido es la Asamblea General de Naciones Unidas, donde las mujeres solo constituyen el 27% del total de embajadores. “Es una imagen vergonzosa. Muchos países nunca han elegido a una mujer para representarlos”, dice Susana Malcorra, presidenta de GWL Voices. Cada año, los Estados miembros eligen a una persona para ocupar la presidencia y las cifras muestran que, desde 1946, 74 hombres y solo cuatro mujeres han ostentado este puesto, ninguna procedente de Europa.
GWL Voices ha puesto en marcha lo que han llamado la campaña de Alternancia de Género de la ONU, que busca garantizar que la presidencia de la Asamblea General recaiga en una mujer cada dos años a partir de 2025, al igual que, de manera oficiosa, el cargo rota anualmente entre las diferentes regiones. El grupo también ha impulsado una iniciativa para que los Estados miembros nombren a la primera secretaria general de la historia de Naciones Unidas. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ha inaugurado uno de los diálogos del acto en Madrid, ha manifestado el apoyo de España a ambas campañas. “No puede haber más excusas. Es el momento”, ha dicho.
“Es algo natural”, dice Malcorra. “Es simbólico, pero demuestra que Naciones Unidas está comprometida con lo que dice y que practica aquello que predica”. En este sentido, la entidad sostiene que la discordancia entre lo que defiende la ONU en términos de género y lo que pone en práctica en sus altos cargos directivos “es extremadamente dañino, ya que Naciones Unidas no es una organización internacional más. Ningún otro organismo internacional iguala el carácter global de la labor de Naciones Unidas”.
Los equipos directivos abren el camino
A diferencia de los órganos de gobierno, si se observan los equipos directivos –que el estudio diferencia porque sus altos cargos suelen ser elegidos “a través de procesos de selección competitivos”– casi la mitad de estas organizaciones han alcanzado o rozan la paridad. Aquí, la proporción media de mujeres es de un 42% y la mayor parte de las instituciones oscilan entre un 25% y un 50%. En diez organizaciones es del 50% o superior, entre las que destacan el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y, de lejos, ONU Mujeres (79%).
“En los últimos años, muchas organizaciones han adoptado políticas que fomentan la paridad en estos procedimientos. Algunas incluso se han marcado objetivos y plazos específicos para alcanzarla. En conjunto, estas políticas han dado resultado rápidamente”, reza el informe, que define como equipo directivo los cuatro niveles superiores de personal de cada organización, excluyendo la dirección.
Los resultados que arrojan los órganos de gobiernos y equipos directivos analizados cuentan dos historias “radicalmente diferentes”. La primera, a su juicio, habla “de dobles raseros y de la continua exclusión de las mujeres” por parte de la mayoría de los países. La segunda, sostienen, demuestran que la paridad se puede lograr rápidamente, “incluso en burocracias enormes y políticamente complejas”.
“En la parte del personal que depende de los organismos hay un cambio notable y tienen una participación mayor de mujeres, porque depende de los directivos de los organismos. En cambio, en los que no depende de ellos, la aguja no se mueve. En aquellos donde no hay compromiso, porque corresponde a los Estados miembros, hay menos avances”, dice la exministra de Exteriores española Arancha González Laya, que también forma parte de GWL Voices. ¿Cuáles son las resistencias al cambio? “Yo me he enfrentado a dos tipos”, responde. “Por un lado está quien dice que no discrimina a nadie. La otra, muy común, es decir que esto tiene que ser meritorio. Pero cuando durante 78 años no se ha dado la oportunidad, me parece un poco pobre. Hay millones de mujeres meritorias que pueden ejercer esas funciones. No debemos subestimar el cambio cultural: los organismos tienen que representar a la sociedad en la que vivimos”.
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