No sólo bloquea la sanciones. También quiere bloquear el debate. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha enviado una carta al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en la que le pide que no se aborde el debate sobre el sexto paquete de sanciones a Rusia en la cumbre del 30 y 31 de mayo. Un paquete de sanciones que el propio Orbán lleva bloqueando cuatro semanas porque incluye el embargo al petróleo ruso. Y Orbán no quiere ese embargo, como ya anunció al día siguiente de ser reelegido.
El Gobierno húngaro argumenta motivos técnicos, que tienen que ver con su extrema dependencia de Rusia, tan extrema como su dificultad para buscar suministros alternativos. Pero en Bruselas también sospechan que su posición tiene que ver con ser el mejor aliado del presidente ruso, Vladímir Putin, en la UE y, además, con que Bruselas tiene bloqueado su plan de recuperación por su deriva autoritaria y homófoba, lo que también ha hecho que la Comisión Europea active por primera vez en la historia el mecanismo de condicionalidad para el dinero europeo, que vincula los fondos al respeto al Estado de Derecho.
Hungría pide dinero para acelerar en el desenganche energético de Rusia, pero también está interesada en desbloquear el dinero retenido por su autoritarismo.
“Discutir el paquete de sanciones a nivel de líderes en ausencia de un consenso sería contraproducente”, escribió Orbán en la carta enviada a Charles Michel y cuyo contenido ha sido revelado por Financial Times. “Solo resaltaría nuestras divisiones internas sin ofrecer una oportunidad realista de resolver las diferencias. Por lo tanto, propongo no abordar este tema en el próximo Consejo Europeo”.
Fuentes diplomáticas han confirmado que Michel había recibido la carta de Orbán y ha informado de que el presidente del Consejo Europeo estaba consultando a “todos los líderes” en preparación para la cumbre extraordinaria de la próxima semana, cuya agenda se espera que incluya energía, defensa y la guerra en Ucrania.
En tanto que se requiere unanimidad para aprobar las sanciones de la UE, en Bruselas cada vez se piensa más en la posibilidad de buscar un plan B si los trabajos técnicos de la Comisión Europea para garantizar suministros alternativos a Hungría desde países vecinos así como acelerar las infraestructuras propias para ello –lo cual supone dinero– no consiguen sus frutos. Hungría importa de Rusia el 60% del petróleo y el 85% del gas que usa.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha descartado llegar a un acuerdo sobre la prohibición de las importaciones de petróleo ruso en el Consejo Europeo de la próxima semana. En una entrevista con Politico, Von der Leyen ha dicho que no quería generar “falsas expectativas” de que se llegara a un acuerdo la próxima semana: “Creo que no es un tema apropiado para ser resuelto en el Consejo Europeo porque es muy técnico lo que estamos discutiendo. Estamos hablando de países sin costas que necesitan suministro alternativo por oleoducto, por lo que hay que hablar de la inversión en los oleoductos para aumentar el suministro, y de refinerías que hay que actualizar, así como de inversión y energías renovables”.
El más duro está siendo el ministro de Exteriores de Lituana, Gabrielius Landsbergis, quien hace unos días dijo en una reunión de ministros de Exteriores de la UE: “La UE está siendo tomada como rehén por un Estado miembro que no puede encontrar la forma de ayudar. Una de las soluciones podría ser ayudar a Ucrania a desvincularse del petróleo y el gas rusos, porque el Estado miembro que no puede ayudarnos a encontrar un consenso depende del suministro de Ucrania. Si se detuviera el suministro proveniente de Ucrania, la cuestión de las sanciones se resolvería. Tenemos que estar de acuerdo, no podemos ser rehenes. La Comisión Europea ofreció soluciones, estábamos hablando de que la moratoria al embargo del petróleo terminaría el 31 de diciembre de 2024, dentro de dos años y medio. Todos esperaban que esto fuera suficiente. Y no puedo explicar por qué no los es. Las decisiones serán recordadas por la forma en que nos comportemos hoy”.
El plan B lo apuntaba Borrell hace unos días en varios medios europeos, entre ellos El País: “Si hay alguien que no quiere participar, otros sí pueden hacerlo. No se necesita unanimidad para actuar de forma voluntaria, siguiendo un plan. Pueden decidir actuar de acuerdo con una decisión colectiva, que no es oficialmente una decisión de la UE. No será por unanimidad, pero pueden actuar por su lado. Es lo que está ocurriendo ahora [con los países Bálticos] y está funcionando. No tendrá efectos mañana, es una senda de reducción. Alemania ha asegurado que se librará del petróleo ruso a finales de año. Y Rusia recibe mucho más dinero del petróleo que del gas. Ya está ocurriendo. La disminución del petróleo que se compra a Rusia es muy importante. Y estamos sustituyendo el gas por otro procedente de distintas fuentes. Cuando Alemania dice que para finales de año no habrá más petróleo ruso está haciendo un gran esfuerzo”.
La semana pasada, la comisión presentó un plan de 210.000 millones de euros denominado REPowerEU, que establece propuestas para deshacerse de los combustibles fósiles rusos para 2027. Aunque habían circulado señales optimistas relacionadas con el plan, Orbán en su carta dice que el plan no abordaba las preocupaciones de Hungría porque “no hay sobres [de financiación] para los Estados miembros sin costa más afectados [Hungría, Eslovaquia y República Checa]”.
Y añadió: “No hay indicaciones sobre las modalidades y el momento de la financiación de las necesidades urgentes de inversión relacionadas con la sustitución del petróleo ruso”. En su carta difundida por Financial Times, Orbán advierte de que las sanciones propuestas causarían “graves problemas de suministro” en Hungría y socavarían sus intereses vitales de seguridad energética, provocando un “shock de precios” en los hogares y la economía del país.
Orbán insiste que Hungría necesitaba dinero para adaptar sus refinerías al petróleo no ruso y construir nuevos oleoductos para llevar suministros alternativos al país.
Bruselas ha destinado 2.000 millones de euros para que las naciones de Europa central inviertan en nuevas infraestructuras, pero decidió canalizarlos a través del Fondo de Recuperación y Resiliencia (RRF), y Hungría aún no ha llegado a un acuerdo con la Comisión sobre su parte del RRF debido a las preocupaciones de la UE sobre las violaciones del estado de derecho.
La carta de Orbán habla de “graves problemas” porque “los países sin planes de recuperación y resiliencia no pueden beneficiarse” del grueso del proyecto REPowerEU a corto plazo. Sin embargo, también dice que continuará las discusiones “con un enfoque pragmático y orientado a resultados”.