Europa atraviesa en estos momentos una nueva tendencia al alza en los nuevos casos de COVID-19, pero la situación no es homogénea: se está deteriorando particularmente en varios países del este del continente. Los dos con las tasas más bajas de vacunación de la Unión Europea, Rumanía y Bulgaria, están asistiendo a un aumento de infecciones que se está traduciendo en cifras elevadas de muertes, con sistemas sanitarios sobrecargados que han contribuido a la tormenta perfecta para la oleada actual del virus, que deja niveles de hospitalización altos.
Los fallecimientos a causa de la COVID-19 están repuntando también en otros países como Serbia, Rusia y Ucrania. Las incidencias por habitante están siendo muy elevadas en los naciones bálticas, con Letonia a la cabeza, que ha tenido que tomar medidas duras, aunque su tasa de inmunización no es tan baja como la de algunos de sus vecinos.
Hay países de Europa Occidental en los que los contagios también están creciendo con fuerza, como Bélgica o Austria, pero, por ahora, este incremento no se está notando tanto en la mortalidad, según el análisis de elDiario.es, basado en los datos de la Universidad Johns Hopkins, que depende del número de test efectuados.
En el mapa de la inmunización europea se aprecia una brecha clara entre el oeste y el este. Aquí, el color verde que marca el nivel de cobertura vacunal se vuelve más claro. Expertos atribuyen la lentitud de la inmunización en esta franja de países a varios factores, entre ellos la desconfianza de la población.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha explicado que el repunte general del número de casos en Europa se debe principalmente a que las restricciones se han ido levantando, hay más interacción social y esto coincide con la llegada del tiempo más frío, cuando el comportamiento de las personas cambia, ya que se trasladan más a espacios interiores.
En declaraciones a elDiario.es, un portavoz de la rama europea de la OMS también menciona la variante delta, “altamente transmisible y dominante en la región” y el cumplimiento desigual de las medidas que se sabe que reducen la transmisión, como el uso de mascarilla en espacios concurridos, lo que puede facilitar que el virus circule.
La cuestión ahora es si la transmisión se convierte en casos graves, hospitalizaciones y muertes, y la forma de evitarlo es asegurar que, sobre todo, las personas de los grupos de alto riesgo se vacunen adecuadamente, ha insistido el director de Emergencias Sanitarias de la OMS, Mike Ryan. La diferencia entre tener una transmisión intensa con algunos casos de hospitalizaciones y muertes y tener hospitalizaciones y muertes a gran escala asociada a la presión sobre el sistema sanitario se reduce a la vacunación, a hacer llegar las dosis y hacer que la población aumente su demanda de esas vacunas, ha dicho.
El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) alertó a finales de septiembre de que los países aún no han alcanzado una cobertura de vacunación lo suficientemente alta y que tienen previsto relajar las medidas corren un alto riesgo de experimentar un incremento significativo de casos, hospitalizaciones y mortalidad hasta finales de noviembre.
Antoine Flahault, director del Instituto de Salud Global de la facultad de Medicina de Universidad de Ginebra, apunta a este medio que “la falta de confianza en las autoridades parece ser la principal causa de las fuertes y devastadoras olas que actualmente azotan todo el este de Europa, incluidos los Balcanes”. Esto, indica, tiene consecuencias en cuanto a la cobertura vacunal, que es mucho más baja que en Europa Occidental, donde se supera el 70%, pero también en “la falta de cumplimiento más general de las medidas preventivas recomendadas por las autoridades sanitarias y los expertos”.
Rumania está atravesando sus peores momentos de la pandemia, con una virulenta oleada que deja niveles de casos y muertes que superan todas las anteriores. El sistema sanitario está tan bajo presión que el Gobierno rumano se ha visto obligado a suspender las hospitalizaciones no esenciales y ha trasladado a pacientes de COVID a países como Hungría. El aluvión de ingresos provocados por esta oleada ha dejado sin espacio a muchos hospitales. Los medios recogen cómo muchos centros sanitarios se han quedado sin camas para atender a pacientes.
Los fallecimientos están alcanzando cifras récord y muy superiores a las de otros vecinos europeos, con algo más de 20 muertes diarias por cada millón de habitantes, un número casi diez veces mayor, por ejemplo, que Reino Unido, que también está registrando incidencias muy elevadas de contagios en la actualidad.
La diferencia es que en Rumania los niveles de vacunación se sitúan ahora en un tercio, poco más del 30%, de la población total (y menos del 40% de los adultos) con pauta completa. Es la segunda tasa más baja de la Unión Europea después de su vecina Bulgaria. Según informa Reuters, más del 90% de las muertes por coronavirus han sido de personas no vacunadas.
El presidente Klaus Iohannis, que ha dicho que el país está sufriendo “una verdadera catástrofe”, ha arremetido contra la desinformación y teorías de conspiración que circulan en Internet. Existen asimismo marcadas desigualdades dentro del país, particularmente para quienes viven en zonas rurales con una infraestructura deficiente. También se mencionan otros factores, como la desconfianza arraigada en las instituciones.
Los expertos acusan a las autoridades de haber relajado demasiado temprano las restricciones, en junio. Entonces, los líderes políticos cantaron victoria. La nueva ola ha forzado algunas medidas: quienes no tengan el pasaporte COVID no pueden salir a la calle por la noche en todo el territorio nacional. Se trata de un intento por estrechar el cerco a los no vacunados, que tampoco podrán entrar sin certificado en la mayoría de lugares públicos, como restaurantes y tiendas no esenciales, que además tienen que cerrar a las 21:00 horas.
La situación es similar en la vecina Bulgaria. Los contagios están en máximos históricos, la tasa de mortalidad es una de las mayores del bloque junto a la de Rumanía y los hospitales de todo el país luchan por hacer frente a la afluencia de pacientes de coronavirus en medio de la escasez de personal médico.
Los expertos vinculan el rápido agravamiento de la situación epidemiológica a que más del 75% de la población no está vacunada. Poco más del 21% de los búlgaros (cerca del 26% de los adultos) se ha puesto la pauta completa, el índice de inmunización más bajo de la UE. Especialistas han atribuido esta cifra baja a la poca confianza de los ciudadanos en las instituciones, junto con la desinformación, la inestabilidad política, mensajes contradictorios y una débil campaña nacional de vacunación. La reticencia a las vacunas es un problema de hace tiempo, indican algunas voces.
Después de llamamientos para tomar medidas más estrictas, las autoridades han endurecido recientemente las restricciones para hacer frente a la nueva oleada. El Gobierno ha introducido el certificado COVID obligatorio para entrar en lugares de ocio. Cientos de personas han protestado en Sofía y otras ciudades del país contra las medidas gubernamentales.
Las restricciones parecen surtir efecto tanto en Rumania como en Bulgaria, los países más pobres de la UE, cuyo ritmo de vacunación da señales de estar aumentando.
Los países bálticos, Letonia, Lituania y Estonia, están registrando en estos momentos incidencias por habitante elevadísimas, que figuran entre las más altas del mundo.
Letonia, cuya tasa de vacunación es más alta que las de Rumanía y Bulgaria pero se encuentra entre las más bajas del bloque (cerca de la mitad de la población está vacunada), ha sufrido un fuerte repunte de las infecciones y de las hospitalizaciones de pacientes de COVID. Para hacer frente al empeoramiento, ha decretado medidas de cierre y toque de queda nocturno hasta mediados de noviembre. “Nuestro sistema de salud está en peligro. La única forma de salir de esta crisis es vacunarse”, dijo el primer ministro Krisjanis Karins.
En Ucrania, los casos y los fallecimientos también se sitúan en niveles récord, con cerca de 13 muertos por COVID al día por cada millón de habitantes. Ante el empeoramiento de la situación epidémica, las autoridades ucranianas han redoblado las restricciones en varias regiones.
El que es uno de los países más pobres del continente se quedó rezagado respecto a sus vecinos en la compra de vacunas a principios de año. Ahora, como otros países del este, está luchando por persuadir a una población generalmente escéptica de que se inmunice. Solo el 16% de los ciudadanos están completamente inoculados, y ha surgido un floreciente mercado de certificados de vacunación falsos. El sistema sanitario del país está sometido a una tensión considerable.
Varios países balcánicos están también registrando incidencias altas, particularmente Eslovenia y Serbia. Las muertes están en aumento en este último país, donde apenas el 34% de la población ha sido completamente vacunada y los expertos piden medidas más estrictas para frenar el virus. El Gobierno ha hecho obligatorio el certificado COVID para los que deseen ir a bares y restaurantes por la noche. La aceptación de la vacuna se ha ralentizado desde junio, lo que se atribuye a una combinación de escasa comunicación gubernamental y a que los escépticos aparecen de forma destacada en los medios de comunicación.
En Rusia, la cifra diaria de muertes está alcanzando también máximos desde el comienzo de la pandemia. Ante este empeoramiento, las autoridades rusas han decretado una semana de días no laborables del 30 de octubre al 7 de noviembre. El Gobierno ha atribuido la rápida propagación del virus y el aumento de las muertes a las bajas tasas de inmunización. Solo aproximadamente un tercio de los habitantes del país están completamente vacunados en un país que cuenta con suministros, pero los ciudadanos han tardado en vacunarse.