El Parlamento griego aprobó a las dos de la mañana del domingo la propuesta del Gobierno de celebrar una referéndum para que los ciudadanos voten la última propuesta presentada por la troika. A los votos de los dos partidos del Gobierno de coalición, Syriza y Anel, se unieron los diputados neonazis de Amanecer Dorado. El resto de partido de la oposición votó en contra. 179 diputados votaron y 120 en contra.
El primer ministro, Alexis Tsipras, defendió tanto el referéndum, que horas antes había causado un rechazo total entre los ministros de Finanzas de la eurozona, como el voto negativo en la consulta con el argumento de que “tendremos una posición negociadora mucho más fuerte”. Tsipras defendió directamente el 'no' en las urnas, algo que no había hecho en su discurso de la noche anterior. Sin embargo, había dejado su posición bastante clara al calificar de chantaje la actitud de los responsables de la troika.
“La perseverancia de que el FMI debía seguir formando parte del acuerdo bloqueó la posibilidad de un compromiso honesto”, explicó Tsipras, quien tuvo palabras especialmente duras para el Fondo, como el responsable de las exigencias más inaceptables para Grecia, como “trasladar la carga” del ahorro sobre los pensionistas.
Criticó también la insistencia del FMI en querer aumentar el IVA sobre los hoteles hasta el 23 %, del 6,5 % actual (el Gobierno había propuesto un 13 % como fórmula de compromiso), lo que hubiera asestado un duro golpe al sector más competitivo de la economía griega. “Al final prevalecieron las voces extremas de socios e instituciones, a pesar de las buenas intenciones de algunos, en especial del señor Juncker [...] Ellos no nos piden llegar a un acuerdo, sino entregar nuestra dignidad política”, agregó.
Tsipras también dijo que el objetivo de la consulta no es provocar la ruptura con la UE o la salida de la eurozona. “[El referéndum] no constituye una ruptura con Europa, pero sí romper con las tácticas que ofenden a Europa”, matizó. La oposición conservadora sostuvo precisamente eso. El anterior primer ministro, Andonis Samarás, acusó al Gobierno de jugarlo todo a una carta en un proceso que terminará expulsando al país de Europa. Samarás llegó a pedir a los griegos que se manifiesten en las calles contra lo que llamó un “golpe de Estado”.