Preguntas y respuestas para entender la nueva escalada del conflicto en el Sáhara Occidental

Gabriela Sánchez

17 de noviembre de 2020 22:34 h

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Las peticiones para volver a la guerra sonaban cada vez más alto en los campamentos de refugiados saharauis. Algunos jóvenes, quienes han nacido y crecido en medio del desierto con la esperanza de regresar a una tierra que nunca han pisado, quieren retomar las armas ante el estancamiento del conflicto saharaui durante casi 30 años. El Frente Polisario, influido por esa presión social y el olvido internacional de su situación, ha tensado la cuerda hasta declarar este sábado el estado de guerra en el Sáhara Occidental, después de la entrada del ejército marroquí en el sur del territorio. Por su parte, Marruecos asegura mantener su compromiso con el alto el fuego, pero advierte que actuará con contundencia en caso de amenaza.

Estas son algunas de las claves de un conflicto congelado.

¿Qué ha desencadenado los últimos hostigamientos?

El 21 de octubre, cerca de 50 refugiados saharauis residentes en los campamentos de Tinduf iniciaron el bloqueo del paso fronterizo del Sáhara Occidental hacia Mauritania, por donde pasa el tráfico de mercancías –marroquíes y saharauis– con dirección al África Occidental.

Los civiles saharauis se manifestaron para pedir al Consejo de Seguridad de la ONU que promocionase la celebración de un referéndum de autodeterminación en la resolución de la prórroga de Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara Occidental (Minurso) que, aunque su propio nombre indica el objetivo para el que se creó en 1991, aún no ha dado pasos para celebrar la prometida consulta. 

Finalmente, la Minurso no incluyó la exigida mención, como viene siendo habitual en los últimos años. Ante la persistencia de la protesta saharaui en Guerguerat, el ejército marroquí entró en la franja desmilitarizada para romper el bloqueo. 

El Frente Polisario consideró roto el acuerdo de alto el fuego firmado con Rabat en 1991 y, al día siguiente, declaró el estado de guerra. 

¿Por qué el Frente Polisario da el paso ahora? 

Ante la congelación del conflicto durante décadas, el Frente Polisario busca romper el statu quo que por el momento solo está beneficiando a Marruecos. A medida que pasa el tiempo, la situación del Sáhara Occidental está cada vez más olvidada en el panorama global por parte de políticos y medios. Su larga espera a una solución que no llega, les empuja a ver en el aumento de los hostigamientos en la zona una llamada de atención.  

Desde hace más de un lustro, los jóvenes refugiados saharauis, que viven en difíciles condiciones en campamentos levantados en el desierto de Argelia –enemigo histórico de Marruecos–, exigen al Frente Polisario la vuelta a las armas con el objetivo de desatascar la situación. 

¿Ha habido bajas?

El Frente Polisario envía partes de guerra diarios en los que asegura haber atacado bases militares marroquíes. Ha llegado a mencionar la existencia de bajas en el bando rival, algo que Marruecos no confirma. Por su parte, el lado saharaui asegura no haber sufrido ninguna muerte entre sus filas.

¿Y cuál es la posición de Marruecos?

Por el momento, Marruecos ha evitado la palabra “guerra”. Este lunes, el rey Mohamed VI aseguró que su país mantenía su “compromiso” con el alto el fuego en el Sáhara Occidental a pesar de que el Frente Polisario lo diese por roto. Según ha recogido Efe, el monarca sí lanzó una advertencia: “Reaccionará con la mayor severidad a toda amenaza contra su seguridad y la quietud de sus ciudadanos”.

¿Por qué Marruecos opta por mantener el alto el fuego?

A pesar de contar a priori con una clara ventaja militar,  Marruecos ya saca rédito del estancamiento del conflicto. “Aunque no hay un reconocimiento internacional de la soberanía de Marruecos en el Sáhara Occidental, pero Marruecos sabe que cuanto más tiempo pasa, más se afianza su posición. En ese statu quo ha podido mantener su discurso oficial de que el conflicto ha terminado, de que el Sáhara es marroquí, y su control permanece”, responde Haizam Amirah Fernández investigador principal para el Mediterráneo y Mundo Árabe del Real Instituto Elcano. 

¿Cómo han respondido los civiles residentes en los campamentos de refugiados? 

Según explican fuentes del Frente Polisario, la situación en los campamentos es de “euforia y satisfacción”. La declaración de estado de guerra ha generado una movilización voluntaria “masiva” de jóvenes saharauis mayores de 18 años para alistarse en el ejército. “Las escuelas de formación militar ya están llenas de voluntarios”, indican, aunque rechaza aportar cifras. 

Y, ¿qué pasa ahora con los saharauis que viven en la zona ocupada del Sáhara Occidental?

La población civil saharaui está sufriendo el despliegue de policías y fuerzas auxiliares marroquíes por las calles de las ciudades de los territorios ocupados, según denuncian varias organizaciones. Varias fuentes explicaron a elDiario. que se nota una presencia policial significativa en todos los barrios de El Aaiún. Según denuncian los activistas en la zona, la policía ha llevado a cabo “decenas de detenciones” en algunas ciudades de los territorios ocupados del Sáhara Occidental. El Polisario reconoce temer que la declaración de guerra se traduzca en “represalias”. 

Precisamente, otra de las demandas históricas del colectivo saharaui es la incorporación de la función de control de los derechos humanos en las zonas ocupadas del Sáhara Occidental por parte de la ONU. Nunca se ha producido, debido a la oposición de fieles aliados de Marruecos, como Francia. 

¿Cuál es el origen del conflicto?

Hace 45 años, cuando el Sáhara Occidental aún era colonia española y se encontraba pendiente de la organización de un referéndum de autodeterminación impulsado por la ONU, el rey de Marruecos, Hassan II, ordenó el 6 de noviembre de 1975 una marcha de 350.000 personas sobre el Sahara Occidental con el fin de “recuperar” un territorio que, según defendía el monarca, les pertenecía hasta su colonización.

Con Franco ya muy enfermo, España decidió abandonar el Sáhara Occidental con la firma del Acuerdo Tripartito de Madrid y cedió su administración a Marruecos y Mauritania. Sin embargo, este pacto nunca ha sido reconocido por la ONU, que sigue considerando el Sáhara como un territorio a la espera de su descolonización por parte de su potencia administradora, España. Las Naciones Unidas tampoco han reconocido nunca la soberanía de Marruecos del Sáhara Occidental, pero eso no impide al reino alauí ejercer un control total. 

En 1976,  el Frente Polisario proclamó la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), y comenzó la guerra con Marruecos y Mauritania. Posteriormente, el gobierno mauritano decidió abandonar sus pretensiones en la zona, pero el Reino marroquí continuó hasta 1991, cuando se firmó el alto el fuego. La ONU creó entonces la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental (Minurso) con el objetivo de preparar una consulta prevista para 1992 y mantener la paz. El referéndum no llegó a producirse. Los saharauis siguen repartidos entre los campamentos de refugiados, a donde huyeron durante la guerra por los ataques marroquíes contra la población civil, -calificados de genocidio por el juez de la Audiencia Nacional española Pablo Ruz-; y los territorios ocupados, donde denuncian los abusos de las fuerzas marroquíes.

¿Cuál es la posición de España?

A pesar de ser la potencia administradora, España se ha colocado de perfil en el conflicto saharaui. Por un lado, recibe la presión de la opinión pública española, muy próxima a la causa saharaui. Por otro, los intereses como socio de Marruecos tienen un peso importante. En estos momentos, con el aumento de las llegadas de migrantes a Canarias, el papel marroquí es clave para el Gobierno español, que busca el aumento del control migratorio en el país de tránsito para evitar la salida de embarcaciones desde sus costas. Precisamente, los territorios ocupados del Sáhara Occidental se han convertido en uno de los puntos principales de partida de pateras en la ruta hacia las islas. Cualquier posicionamiento de España en el conflicto podría afectar de manera directa al número de llegadas, pues Marruecos en distintas ocasiones incrementa o reduce su despliegue policial en la frontera en función de sus objetivos políticos, utilizando la inmigración como moneda de cambio.

Por el momento, tras las últimas hostilidades, el Ministerio de Exteriores ha asegurado “apoyar los esfuerzos del Secretario General de Naciones Unidas para garantizar el respeto del alto el fuego en el Sáhara Occidental acordado y supervisado por Minurso”. El gobierno ha destacado “la importancia de la estabilidad en esta región estratégica, eje clave entre África y Europa”. También instó a las partes a recuperar las negociaciones hacia una solución “mutuamente aceptable según los parámetros que establecen de forma reiterada las resoluciones”.