En sus primeras tres semanas como candidato a la presidencia, Michael Bloomberg se ha gastado más de 100 millones de euros en anuncios. Es decir: cuando aún queda casi un año para las elecciones y más de un mes para que arranquen las primarias demócratas, hay un candidato que ya se ha gastado casi el 40% de lo que costó toda la campaña de Trump en 2016. Además, lo ha pagado personalmente de su bolsillo, aunque eso no es mucho decir, si tenemos en cuenta que esos 100 millones no son ni el 0,2% de la fortuna del magnate.
En las primarias demócratas es la hora del milmillonario. Bloomberg se ha incorporado a última hora a la competición, pero Tom Steyer ya lleva varios meses gastando su fortuna con alegría. Después de retirarse del exitoso fondo de capital riesgo que fundó, ahora quiere intentar sustituir a Donald Trump. En las últimas tres semanas, ha invertido más de 70 millones de euros en inundar de anuncios los primeros estados que votarán en las primarias, lo que quiere decir que entre los dos candidatos milmillonarios se han gastado el doble que sus diez rivales.
Es una batalla desigual. La ley permite a los candidatos gastar la cantidad que quieran de su propio dinero, así que los más ricos no tienen que perder tiempo pidiéndole donaciones a otras personas para financiar su campaña como hace el resto. Además, muchos de los rivales de los milmillonarios han decidido voluntariamente no cortejar a millonarios y depender tan solo de donaciones más pequeñas, lo que les complica aún más las cosas. De momento, con las citas clave de las primarias demócratas ya muy cerca, a Bloomberg y Steyer les está saliendo bien la apuesta y suben en las encuestas.
¿Un milmillonario para 'el partido de los trabajadores'?
Una fortuna como la de Bloomberg puede resistir perfectamente este ritmo de gasto, aunque no está claro que sus efectos beneficiosos vayan a mantenerse. Tras la derrota de Hillary Clinton, los demócratas han querido reforzar su imagen de partido de la clase trabajadora, del 99% y defensor de la justicia fiscal, y no parece que tener de candidato a alguien que está en la lista Forbes ayude mucho en esa tarea. Tom Steyer se da cuenta e intenta posicionarse como el milmillonario que quiere subir los impuestos a los milmillonarios. Bloomberg, en cambio, compite intentando llevar a los demócratas hacia el centro político.
Hace apenas un año que el magnate se registró oficialmente como demócrata y a lo largo de su vida política se ha presentado a la alcaldía de Nueva York como republicano y como independiente. Reconoce que gente como él debería “pagar más”, pero se opone a las ideas más contundentes de sus rivales, como el impuesto a la riqueza, porque cree que “no funcionará”. En cierto modo, su candidatura es la respuesta centrista al auge de candidatos como Bernie Sanders o Elizabeth Warren, que ya ha acusado a Bloomberg de “intentar comprarse la nominación demócrata”.
Los dos ídolos del ala izquierda del partido demócrata asustan mucho a Wall Street, que es donde los dos candidatos milmilllonarios han hecho su fortuna. El sector moderado tenía muchas esperanzas puestas en una victoria fácil de Joe Biden, el vicepresidente de Obama, que ya no parece tan clara. Biden no acaba de arrancar en los estados clave que inauguran el calendario de primarias y el único candidato centrista que sí lo hace, Pete Buttigieg, parece una apuesta arriesgada por su muy limitada experiencia de gestión.
Como en todas las primarias, nos dirigimos hacia una batalla cruenta por el alma del partido. El resultado tendrá una enorme influencia en las posibilidades de echar a Trump el año que viene: ¿un candidato moderado que pueda seducir a algunos republicanos espantados por el presidente o uno más a la izquierda que movilice a los que en 2016 se quedaron en casa? ¿Una personalidad gris y cerebral para contrastar con el escandaloso Trump o un ídolo de masas populista que pelee con sus mismas armas? O tal vez... ¿un milmillonario para enfrentarse al milmillonario que ocupa la Casa Blanca? Los demócratas empiezan a votar en poco más de un mes.