Claves del incierto panorama político en Japón tras la derrota de la coalición gobernante en las elecciones anticipadas

EFE

28 de octubre de 2024 11:26 h

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La sonada derrota del partido conservador gobernante de Japón y el auge de la principal fuerza progresista en los comicios anticipados que se celebraron este domingo abren un incierto panorama político en el país asiático, en el que será necesaria una compleja coalición para gobernar.

El Partido Liberal Democrático (PLD) del primer ministro Shigeru Ishiba y su socio, el budista Komeito, vieron caer su representación desde los 288 escaños hasta los 215, insuficientes para seguir en el poder, mientras que el Partido Democrático Constitucional (PDC) de Yoshihiko Noda pasó de los 98 escaños hasta los 148, en un Parlamento en el que la mayoría la marcan los 233 asientos.

¿Por qué convocó el PLD elecciones anticipadas?

El partido de Ishiba decidió convocar comicios anticipados tras cambiar su liderazgo a finales del mes pasado y un año antes de que acabara la actual legislatura. Fue una apuesta del actual primer ministro para buscar el respaldo de las urnas y legitimar su nuevo Gobierno; pese a ser una práctica habitual en la política nipona, ha tenido resultados devastadores para el PLD.

Ishiba ganó las primarias del partido conservador tras la renuncia de su predecesor, Fumio Kishida, quien dejó el mando del PLD y del Ejecutivo con objeto de asumir la responsabilidad por un escándalo de financiación irregular y promover una “renovación” de esta formación.

¿Qué significan estos resultados?

Los comicios han arrojado los peores resultados para el PLD desde que perdió el poder en 2009, cuando ganó las elecciones el extinto Partido Democrático en una legislatura que concluyó con un breve mandato del hoy líder opositor Noda (2011-2012).

La catástrofe electoral del PLD deja en la cuerda floja a Ishiba, quien afirmó que su meta para estos comicios era como mínimo mantener la mayoría de la coalición gobernante. El todavía primer ministro buscará ahora a posibles socios adicionales para poder permanecer en el poder, una tarea que parece muy complicada.

Logre o no conformar un grupo para gobernar, los analistas señalan que el primer ministro podría estar ya sentenciado políticamente por su propia formación, donde su figura era ya discutida incluso antes de este domingo, y apuntan a la posibilidad de que se convierta en el primer ministro más efímero del Japón de posguerra (asumió el cargo el pasado 1 de octubre).

El PLD ha gobernado Japón de forma casi ininterrumpida desde 1955, con las únicas excepciones de las legislaturas de 1993 a 1996 y de 2009 a 2012.

¿Quién podrá gobernar?

Ante las numerosas posibilidades que surgen tras estos resultados, algunos expertos señalan que un gobierno en minoría de la actual coalición PLD-Komeito es en estos momentos la opción más probable. El problema es que podría ser derribada por mociones de censura de la oposición.

Ishiba ha tendido la mano a otras fuerzas para ampliar su coalición tradicional, para lo cual los principales candidatos serían la formación de centro-derecha Partido Democrático Popular (PDP) y el conservador Partido de la Innovación, tercera fuerza parlamentaria. Pero ambos partidos han descartado por ahora cualquier alianza con el PLD.

Bastante menos probable parece una gran coalición entre los dos principales partidos, el PLD y el PDC, por sus diferencias ideológicas y porque el auge del segundo se ha cimentado sobre sus críticas al primero.

Por último, la opción más remota sería una alianza “arcoíris” entre todas las formaciones opositoras, que van desde la ideología comunista hasta el populismo conservador o el nacionalismo.

¿Qué sucederá a partir de ahora?

Los partidos cuentan con un plazo de 30 días tras los comicios para negociar y tratar de acordar una configuración que les permita gobernar, y con otros comicios a la Cámara Alta en el horizonte el próximo verano.

Un nuevo cambio de liderazgo en el PLD podría facilitar estas complejas tareas para un partido que afronta su peor momento en décadas mientras atraviesa una crisis por la inflación y el estancamiento económico a nivel doméstico y la escalada de tensiones globales en el exterior.