¿Cuándo se sabrá el ganador de las elecciones en Estados Unidos? En realidad, es difícil dar una respuesta con rotundidad. Hasta 2020 había sido relativamente sencillo: en la misma noche electoral –mañana en España– se conocía un ganador. Es verdad que en 2000 Al Gore concedió quizá demasiado pronto la derrota, según se ha ido analizando posteriormente. Pero los recuentos, en todo caso, han sido suficientemente claros en los últimos años como para saber quién sería el nuevo inquilino en la Casa Blanca.
Hace ocho años, en 2016, con la primera victoria de Donald Trump, por ejemplo, los resultados ya se conocían la mañana del miércoles en EEUU. Pero en 2020 hubo que esperar hasta el sábado 7 de noviembre.
¿Qué puede pasar ahora?
Pues cualquiera de las dos cosas. De momento, las encuestas auguran un panorama muy ajustado, y si eso termina siendo así, que la victoria de cualquiera de los dos candidatos se decide por unos pocos votos en un puñado de estados, podríamos estar ante un escenario más parecido al de 2020 que al de 2016.
No obstante, si resulta que las encuestas no están tan afinadas como cabría suponer y algunos analistas están señalando en las últimas horas, quizá sí que nos encontremos en una situación con más claridad de lo inicialmente imaginado.
¿Cómo fue en 2020?
Hace cuatro años las elecciones tuvieron lugar el martes 3 de noviembre, en lugar del 5, como está siendo en 2024. Y lo que ocurrió es que siete estados clave –Pensilvania, Arizona, Wisconsin, Georgia, Michigan, Nevada y Carolina del Norte– no terminaban de tener resultados definitivos el miércoles por la mañana.
Aquel día, el miércoles 4 de noviembre, la agencia de noticias Associated Press, que es la que proclama con más fiabilidad los resultados electorales en EEUU, otorgó Wisconsin y Michigan a Joe Biden, lo que le colocó muy cerca de la mayoría en el Colegio Electoral. Pero nada más.
A partir de ese momento, se necesitaba tener recuentos definitivos en estados en los que cuentan el voto por correo después del cierre de las urnas, y en 2020, a causa de la pandemia, hubo más voto por correo que nunca. Y eso supuso varios días de incertidumbre.
En efecto, el sábado 7 de noviembre fue cuando los medios proclamaron la victoria de Biden en Pensilvania y, con ello, de la presidencia de EEUU.
Aún hicieron falta más días para que Georgia, Arizona, Nevada y Carolina del Norte proclamaron sus resultados aún más tarde, pero el veredicto general llegó el sábado a las 11.00 de la mañana.
¿Y si todo fuera súper rápido?
Las urnas en los siete estados más disputados que determinarán el inquilino en la Casa Blanca se cerrarán entre las 19.00 y las 22.00, hora del Este en EEUU –entre la 1.00 y las 4.00 de la mañana, hora peninsular española–.
De esta manera, los primeros datos en Georgia se conocerán a partir de las 19.00 horas y en Carolina del Norte después de las 19.30... Y si Harris logra buenos resultados en esos estados, eso podría sugerir que le ha ido bien en el cinturón del sol, además de en el conocido como muro azul de Wisconsin, Michigan y Pensilvania, donde el recuento es más lento porque las urnas están abiertas hasta más tarde y empiezan después con el voto por correo.
Por el contrario, si Trump va por delante en el sur y Harris necesita la certidumbre del muro azul, como Biden en 2020, habrá que esperar más tiempo, explica The New York Times.
En partes de Pensilvania y Michigan las urnas se cierran a las 20.00 horas; en Arizona y Wisconsin, a las 21.00 horas, así como en parte de Michigan; y en Nevada, a las 22.00.
Estados Unidos se prepara para volver a las urnas con la misma incertidumbre que hace cuatro años: una carrera reñida entre el republicano Donald Trump y la demócrata Kamala Harris, que tomó el testigo hace tan solo tres meses después de que Joe Biden renunciara a la candidatura a la presidencia.
¿Cómo funciona el sistema electoral?
El vencedor de las elecciones no es quien logra más votos en todo el país.
Lo que se elige este 5 de noviembre son los miembros del Colegio Electoral, el organismo que elegirá posteriormente al presidente. El Colegio Electoral está formado por 538 compromisarios, que equivalen al número de miembros de la Cámara de Representantes (435), más el número de senadores (100) y los tres delegados por Washington DC, que no tienen representantes en ninguna de las dos cámaras. En total, es necesario conseguir el voto de la mitad más uno, es decir, al menos 270, para ganar las elecciones.
Esos 538 miembros son aportados proporcionalmente por los 50 estados y el Distrito de Columbia. Por ejemplo, este año Pensilvania reparte 19 votos electorales, mientras que Arizona da 11, Texas 40, Nueva York 28 y el Distrito de Columbia, tres.
El que gana en cada estado, con la excepción de Maine y Nebraska, se lleva todos los electores, bajo la premisa de the winner take it all. O lo que es lo mismo: a pesar de que la diferencia sea cuestión de unos pocos votos, quien logre imponerse se lleva todos los compromisarios de ese estado.
Por esta razón, las elecciones están realmente en juego en un puñado de estados clave, decisivos o ‘bisagra', los conocidos como swing states.
'Swing states' o estados clave
Hay siete estados clave, en los que la votación de los ciudadanos decidirá el resultado de las elecciones: Arizona, Nevada, Georgia, Carolina del Norte, Michigan, Wisconsin y Pensilvania.
De entre los siete swing states, Pensilvania es el que este año tiene la llave que abrirá las puertas el Despacho Oval. A nivel estatal, también hay una serie de ciudades y condados que serán los que decidan quién gana en cada estado. Este año, Associated Press estima que el condado de Wayne –donde está Detroit (Michigan)–, el de Mecklenburg –donde está Charlotte (Carolina del Norte)– y el condado de Fulton –donde está Atlanta (Georgia)– serán algunos de los lugares que habrá que seguir de cerca durante la noche electoral. En el caso de Wisconsin y Pensilvania, los condados que rodean las ciudades de Milwaukee y Filadelfia también serán cruciales.
En Arizona, igual que pasó en las pasadas elecciones, el condado de Maricopa, donde está Phoenix, será determinante para volver a decidir el color con el que se teñirá el estado. Más del 60% de los votos emitidos en las elecciones del 2020 provenía de este condado. En Nevada pasa lo mismo con el condado de Clark, donde se encuentra Las Vegas: más de dos tercios de los votos de Nevada salieron de este condado.
En 2020, Biden consiguió derrotar a Trump por unos 10.000 votos en Arizona, y gracias a ello se llevó los 11 electores de este estado. Desde el 1996, un demócrata no conseguía ganar este estado fronterizo, por lo que se convirtió en swing state debido a la probabilidad de decantarse hacia un color u otro.
En los otros seis estados clave, las encuestas también muestran una carrera reñida entre Trump y Harris, por lo que ahora se les considera pendulares. Hace unos años, Ohio era conocido como el swing state por excelencia, pero en 2016 dejó de serlo con la victoria del republicano.
¿Mejor para Harris o para Trump?
Esta lógica de que el ganador se lo lleva todo y el hecho histórico de que algunos estados rurales (que tienden a votar republicano) tienen mayor representación es algo que juega a favor a Trump.
Por ejemplo, California, el estado más poblado y que tiende a votar demócrata, tiene 54 votos electorales para representar a 39,24 millones de personas. En Wyoming, el estado menos poblado y que históricamente ha votado republicano, aproximadamente 578.000 personas están representadas por tres votos electorales. Es decir, el voto de una persona en Wyoming cuenta 3,6 veces más que el voto de una persona en California.
¿Y si hay empate?
Si se hacen las cuentas, es fácil ver que 538 es un número par y podría producirse un empate a 269 en el Colegio Electoral.
Aunque es muy improbable que se dé este escenario, la legislación ya contempla una solución. En este caso, la Cámara de Representantes elegiría al presidente entre los tres candidatos más votados. Las normas establecen que cada estado emite un voto y este se decide por mayoría entre los congresistas de cada estado. Por otro lado, el Senado elegiría al vicepresidente entre los dos candidatos más votados –se podría dar la situación de tener un presidente de un partido y un vicepresidente de otro–.
Esta situación se ha dado dos veces en la historia de Estados Unidos. En 1801, Thomas Jefferson y Aaron Burr recibieron el mismo número de votos electorales. Entonces, la Cámara de Representantes tuvo que votar en 36 ocasiones seguidas a lo largo de cinco días hasta que Jefferson recibió una mayoría de votos a favor.
¿Cómo funciona el escrutinio?
Cuando se cierran las urnas en España, generalmente se puede conocer el resultado en una o dos horas después de las elecciones. Pero en Estados Unidos quizás no vayamos a saber el resultado hasta uno o dos días después como poco. A veces el recuento del voto puede durar semanas.
Lo que ocurre es que el estado de Florida tiene un gran porcentaje de votos por correo y no se suele saber el resultado la misma noche de las elecciones, si bien el recuento es bastante rápido. Y también ocurre que hay una serie de estados intentando asegurarse de que todos sus votos sean contados, pero usando sistemas de recuento que no estaban diseñados para recibir tantos votos por correo.
También contribuye que los estados suelen crear sistemas lo más baratos posibles para contar votos, lo que ralentiza el proceso. Y por eso quizá no sepamos quién controla el Congreso hasta una semana después o más.
En algunos de los estados clave, como Wisconsin y Pensilvania, no empiezan a verificar y añadir sus votos por correo a la cuenta hasta que empiezan las elecciones.
En España y en otros 37 estados de EEUU se verifica que el voto por correo esté hecho correctamente antes de las elecciones y entonces se abren los votos por correo en las mesas electorales y se mezclan con los votos en persona ese mismo día. Pero en esos estados la junta electoral no puede verificar los votos por correo hasta el mismo día de las elecciones, y tanto en EEUU como en España, eso lleva tiempo.
Si fuera por el resultado que veremos el día de las elecciones, Donald Trump probablemente será el ganador, porque un gran porcentaje de votantes vota por correo y la gran mayoría son demócratas. Cuando se cuenten los votos por correo probablemente veremos un “blue shift” (cambio al azul) de votos, y los demócratas ganarán un par de puntos y varios estados en el proceso.
Este fue el punto que Donald Trump aprovechó y por el que habló de fraude en las elecciones de 2020. Y el proceso probablemente se vaya a repetir este año. Esto va a pasar.
Si el final del recuento está especialmente cerca, es decir, que solo queden unos cientos de votos por escrutar, el proceso de ballot curing será clave. En Arizona, Nevada, Michigan y Georgia si existe algún problema con cómo la persona ha rellenado su voto por correo, como que falte la firma o que no se haya incluido su número de identidad, se dispone de un par de días tras las elecciones para resolverlo.
También, en el resto de estados, si olvidas poner tu número de identidad o hay un problema con el registro, puedes generar un voto provisional y si se mandan posteriormente los datos correctos, el voto contará.
¿Trump presidente y Walz VP?
Quien gana la mayoría de los escaños en la Cámara de Representantes puede intentar cambiar o modificar esta situación.
Es prácticamente imposible que un demócrata gane la presidencia en este caso, porque 25 delegaciones –de 25 estados– están consideradas “seguras” con mayoría republicana, con sólo 19 estados “seguros” para los demócratas. Pero, en teoría, si los demócratas ganan o empatan en los otros 6 estados, pueden bloquear las opciones de los republicanos de tener mayoría, lo que supondría que la presidencia recayera en el vicepresidente hasta que el congreso elija presidente.
Y el vicepresidente, mientras tanto, sería elegido por el Senado de entre los dos candidatos vicepresidenciales que tengan más votos –JD Vance y Tim Walz–. Pero, en los dos casos, hay especificidades que complican mucho las cosas.
En el caso del Senado se necesita mayoría, es decir, 51 votos, para ser elegido vicepresidente. Pero el problema es que solo hay 100 senadores. Normalmente en una situación de empate, el vicepresidente tiene la capacidad de romperlo, pero lo que ocurre es que durante este proceso Kamala Harris sigue siendo vicepresidenta, y si el nuevo senado tiene 50 demócratas y 50 republicanos, no está claro si ella puede usar su voto para romper el empate y elegir a Tim Walz como vicepresidente.
Es decir, aunque improbable, no es imposible ver una situación donde Trump es el presidente, y Tim Walz, su vicepresidente, como explica Connor Mulhern.
Pero también es posible que el Tribunal Supremo estipule que ella no puede romper un hipotético empate, hecho que complicaría mucho las cosas.
Quizá el puesto de vicepresidente seguiría vacío y si el presidente quedara también vacío, el speaker de la Cámara de Representantes podría ocupar esta posición de manera interina.
Pero también es importante recordar que esto es solo lo que debería o puede pasar en teoría. En una situación con un empate es muy probable que otro 6 de enero pueda pasar o que Estados Unidos acabe inmerso en una grave crisis constitucional.