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Sarkozy, condenado a tres años de cárcel por corrupción y tráfico de influencias

Nicolas Sarkozy.

Sara Canals

París —
1 de marzo de 2021 14:12 h

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El Tribunal Judicial de París ha condenado este lunes al expresidente francés Nicolas Sarkozy a tres años de prisión, uno de ellos de cumplimiento obligatorio, por corrupción y tráfico de influencias por el denominado “caso de las escuchas” o “caso Paul Bismuth”. El expresidente francés, con la ayuda de su abogado y amigo íntimo, Thierry Herzog, habría ofrecido en 2014 a un magistrado del Tribunal Supremo, Gilbert Azibert, un empleo en Mónaco a cambio de recibir información sobre un proceso judicial que involucraba a Sarkozy. Finalmente, el tribunal ha considerado que hubo un “pacto de corrupción” entre los tres hombres. 

Aun así, la justicia le ha dado la opción de cumplir el primer año de condena desde casa, “bajo vigilancia electrónica”. Los otros dos años de prisión que, por ahora, no son de obligado cumplimiento, se verán condicionados por sus próximos dos juicios por presunta financiación irregular de sus campañas presidenciales en 2007 y 2012. El primero, el de la campana del 2012, empieza el 17 de marzo.  La fecha del segundo proceso, el de la campaña que le dio la presidencia, aún está por determinar.

Durante el dictamen, el tribunal ha considerado que los delitos cometidos por Sarkozy son “de especial gravedad” por haber sido cometidos por un expresidente de la República, “alguien que ha sido garante de la independencia del poder judicial”.

Por su parte, el abogado Thierry Herzog y el alto magistrado Gilbert Azibert también han sido condenados a la misma pena de prisión. Además del delito por corrupción, Herzog y Azibert también han sido declarados culpable por violación del secreto profesional. Además, el abogado ha sido inhabilitado durante cinco años. 

Nicolas Sarkozy, quien ocupó el Elíseo entre 2007 y 2012, sigue defendiendo su inocencia en este proceso y en todos los demás en los que está o ha estado involucrado. Dice ser “víctima de un encarnizamiento judicial sin fundamentos” durante los últimos seis años, una hipótesis que también comparten sus seguidores más fieles. El expresidente puede recurrir la sentencia de este lunes.

“Jamás, jamás he cometido el mínimo acto de corrupción” declaró en su alegato ante el tribunal en diciembre. “20 años como diputado, 20 años como alcalde, siete años como ministro y cinco como presidente. ¡Jamás he traficado!”, se defendía Sarkozy, quien manifestó que de entre las más de 3.000 conversaciones escuchadas, “sólo cinco” han sido problemáticas. Durante el juicio, el exjefe de Estado dijo que este proceso era “un camino de cruces”, pero que si este era el precio a “pagar para que se sepa la verdad”, estaba dispuesto a aceptarlo. “Aún tengo confianza en la justícia de este país”, concluyó ante los jueces. 

El juicio histórico, que tuvo lugar en noviembre y diciembre pasado, generó una gran expectación: por primera vez en la historia Francia vió a un expresidente sentado en el banquillo de los acusados. En 2011, Jacques Chirac fue condenado a dos años de prisión exentos de cumplimiento por desvío de fondos públicos durante su etapa como alcalde de París, pero no acudió al juicio por problemas de salud. Chirac sufría demencia y moriría ocho años más tarde.

El caso de las escuchas

El caso de las escuchas, también conocido como “caso Paul Bismuth”, hace referencia a las conversaciones telefónicas que Nicolas Sarkozy y su abogado, Thierry Herzog, mantuvieron en 2014. En ellas, ambos hablaban, supuestamente, sobre cómo le habían ofrecido a Gilbert Azibert un empleo en el Consejo de Estado de Mónaco. A cambio, el alto magistrado les habría dado información confidencial sobre otro proceso judicial, el caso Bettencourt, contra el expresidente, un caso ya cerrado y en el que acabó absuelto.

La Justicia puso a Nicolas Sarkozy bajo escucha telefónica para investigar la presunta financiación irregular de su campaña presidencial de 2007 con dinero libio del régimen de Gadafi. Fue así como los investigadores descubrieron que el expresidente tenía una línea secreta bajo el nombre de “Paul Bismuth” para comunicarse con su abogado. En algún momento, alguien les advirtió de que estaban siendo escuchados, así que en sus últimas llamadas trataron de disimular y no continuaron con el plan. 

Desde el inicio del proceso, los tres imputados han defendido que la acusación no tiene fundamentos porque el intercambio nunca se llegó a producir. Además, las autoridades de Mónaco afirman que nunca se les contactó por este asunto. Sin embargo, la fiscalía considera que hubo una voluntad de corromper, aunque la transacción nunca se acabara realizando.

Durante el juicio, la presidenta del tribunal leyó algunos extractos de las conversaciones secretas entre Sarkozy y Herzog. “Le ayudaré… Le haré ascender [en Mónaco]”, expresaba el expresidente a su abogado, según las transcripciones. En otra charla telefónica, Herzog decía a Sarkozy: “Con todo lo que ha hecho [por Sarkozy], podemos serle de utilidad [a Azibert]. El expresidente se defendió diciendo que su vida consiste en ”coups de pouce“ (”echar una mano“ o ”un empujón“ en francés).

Pese a tratarse de una línea ficticia, 'Paul Bismuth' fue un antiguo compañero de clase de Thierry Herzog. En este juicio, la familia Bismuth se constituyó como parte civil para denunciar el uso sin consentimiento de su nombre y el “perjuicio moral permanente” que este caso ha causado al verdadero Paul Bismuth, según explicó su abogado. “¿De quién ha sido esta idea loca de tomar el nombre de un compañero de clase? Es completamente delirante”, dijo el representante de la familia ante los medios el primer día del proceso.

Vuelta a la escena política

A pesar de convertirse en el primer expresidente que se sienta en el banquillo, Nicolas Sarkozy es el último presidente conservador que ha ocupado el Elíseo. Su partido, Les Républicains, aún no tiene un candidato para las elecciones presidenciales de 2022 y hace unos días no se descartaba la hipótesis de que Sarkozy retomase el liderato del partido, aunque se retirara de la política en 2016. La condena de este lunes no inhabilita al expresidente.

Según Pascal Cauchy, profesor de historia en Sciences Po, es una opción improbable, pero no del todo imposible. “Todo dependerá de su habilidad para transformar este proceso en una tribuna política y construir una posible candidatura política”, opina Cauchy. El calendario, además, juega a su favor al tener más de un año para “reconquistar el poder”.

Jean-Yves Mollier, profesor de historia contemporánea en la Universidad de Versalles, lo ve más difícil. “Tiene carisma, pero aún debe enfrentarse a dos procesos judiciales muy complejos” explica a elDiario.es. Para este profesor, los presidentes franceses ganan popularidad cuando se alejan del poder. “Es un fenómeno que hemos visto con Charles de Gaulle y que ahora se empieza a producir con Francois Hollande. Esto explica el 'efecto Sarko' que hemos visto en los últimos años”, detalla. Prueba de ello es el éxito de su libro biográfico, Passions (2019), récord de ventas.

Sin embargo, Nicolas Sarkozy deberá rendir cuentas ante la justicia dos veces más. El extitular del Elíseo tiene dos juicios pendientes por presunta financiación ilegal de sus dos campañas presidenciales, en 2007 y en 2012. El proceso por la campaña del 2012 comenzará en menos de un mes, el próximo 17 de marzo. Pero aún no hay fecha para el otro juicio, el de la campaña que le dio la presidencia en 2007, y que supone su proceso más controvertido: se le investiga por financiación ilegal de campaña con dinero libio del régimen de Muamar al Gadafi. 

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