Se describe a sí mismo como “el más común de los secretarios generales” que han existido en la historia de la Organización de los Estados Americanos (OEA), pero en realidad el diplomático uruguayo Luis Almagro (Cerro Chato, 1963) supera con creces esa modesta definición. Se trata de una de las figuras que más controversia ha despertado en el continente americano: su gestión al frente de ese organismo internacional ha sido muy cuestionada desde que asumió el cargo en 2015, debido principalmente a su postura sobre los gobiernos de Venezuela y Cuba, a los que considera dictaduras, y a su posición en las polémicas elecciones de Bolivia de 2019 en las que Evo Morales, acusado de fraude, se vio obligado a renunciar tras un golpe de Estado.
De esa montaña rusa que es la vida de este diplomático poco diplomático habla el libro Luis Almagro no pide perdón (editorial Planeta), de los periodistas uruguayos Martín Natalevich y Gonzalo Ferreira, publicado este mes de noviembre. Ambos realizaron durante un año y medio más de 100 entrevistas y conversaron durante más de 20 horas por videoconferencia con el propio Almagro que, entre otras declaraciones reveladoras de la publicación, cuenta su estrategia que acabó desbancando a Evo Morales.
En la caída de Morales, después de casi 14 años al frente del gobierno de Bolivia (2006-2019), “hubo una responsabilidad mayúscula de Luis Almagro, que lo admite sin ruborizarse y hasta se enorgullece de haber podido contribuir a cortar con un proceso de reelección que sobrepasaba el marco legal (…) Según Almagro, lo hizo para defender la democracia. Según sus detractores, para contribuir a un golpe orquestado por los conservadores”, señala uno de los capítulos del libro dedicados al país andino.
“Hubo un cálculo político”
En una conversación con elDiario.es, Martín Natalevich asegura que les sorprendió la “sinceridad” con la que les habló sobre el tema. Almagro consideró, según explican ambos periodistas en el libro, que la Misión de Observación Electoral de la OEA –un gran activo del organismo en la región al ser independientes de intereses nacionales o políticos específicos– debía estar presente “sí o sí” en Bolivia cuando se celebraran las elecciones generales en octubre de 2019, ya que el diplomático tenía una idea preconcebida de que Morales solo podría lograr la victoria a través de un fraude.
“Había que estar y la manera de estar era asumir determinadas responsabilidades y retos políticos. Y lo hice”, asegura Almagro en la publicación.
Para que la OEA pudiera vigilar ese proceso electoral el uruguayo debía ganarse primero la confianza de Morales y para ello puso en marcha una estrategia. Aunque en 2018, Almagro cuestionó la decisión del Tribunal Constitucional de Bolivia de autorizar a Morales a buscar un cuarto mandato tras haber perdido el referéndum por la reelección, en 2019 avaló sin problema la candidatura del líder indígena tras visitarlo en La Paz.
“Sorprende que, según confiesa Almagro, hizo eso no porque creyera que Evo Morales tenía el legítimo derecho de presentarse a la reelección, sino como forma de poder estar en Bolivia con la misión de la OEA en las elecciones. Y quería estar ahí porque había manejado escenarios hipotéticos de lo que podía ocurrir y ahí revela que no había oportunidad de que Morales fuera reelecto si no era a través de un fraude electoral”, explica Natalevich en conversación telefónica con este medio. “Hubo un cálculo político”, añade.
Después una polémica auditoría de la OEA, que fue cuestionada tanto por instituciones como el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) como por investigadores independientes, constató graves irregularidades en ese proceso electoral, y fue entonces cuando Morales se vio obligado a renunciar tras un golpe de Estado.
“Su mérito ha sido sacudir a la OEA”
Almagro asegura en el libro que la única manera de actuar que concibe es jugar limpio, de acuerdo con las reglas, por eso nunca pide disculpas. “Si siempre actúas de buena fe y procuras generar las mejores soluciones para la gente, no te tenés por qué disculpar”, asegura. Y al igual que no pide perdón, es también poco probable que el jefe de la OEA se arrepienta de haber operado de esa forma en Bolivia pese a que finalmente el pasado mes de octubre el Movimiento Al Socialismo (MAS), el partido de Evo Morales, ganó las elecciones con un 55% de los votos con el economista Luis Arce como líder.
Almagro llegó a la OEA en 2015 y este año fue reelegido en el cargo hasta 2025. Se esté o no de acuerdo con sus métodos y estilo confrontativo, a lo largo de estos últimos años “logró posicionar en un primer plano a la organización internacional”, asegura Natalevich, obligando tanto a los países como a sus diplomáticos a debatir temas y salir de su zona de confort. “Su mérito fue sacudir a la OEA y hacer que se expresara y para ello trabajó desde la institución y con una estrategia muy mediática y notoria. También puso a Venezuela en el foco mundial al denunciar que había un grave problema en el país”, subraya.
Como parte de esa estrategia mediática, Twitter ha sido una pieza clave para Almagro, cuya cuenta suma 1,4 millones de seguidores. En esta red social ha lanzado algunos de sus mensajes más polémicos al denunciar por ejemplo torturas en Venezuela, opresión en Cuba o la existencia de presos políticos en Nicaragua. Sin embargo, también ha recibido numerosas críticas por no haber aplicado el mismo criterio con otros países latinoamericanos donde también se ha agravado la violencia, la impunidad y la discriminación de las minorías en este último tiempo, como es el caso de toda Centroamérica, México, Colombia o Brasil.
Otro de los temas que trata el libro es cómo Almagro ofreció ayuda a Dilma Rousseff en el juicio político que impulsó contra ella la oposición brasileña en 2016 y cómo la entonces mandataria declinó hacer uso de la Carta Democrática del organismo. También queda reflejada la buena relación que el secretario de la OEA mantiene con el actual gobierno de Jair Bolsonaro, uno de los grandes promotores de su reelección el pasado marzo.
“Quienes lo conocen lo describen como un trabajador incansable. Es un hombre que ha sabido reconvertirse y encontrar los lugares para poder tener éxito”, señala Natalevich.
La relación con EEUU
La OEA, organización que nació en 1948 con el objetivo de promover el diálogo multilateral y la integración de América, siempre fue un organismo polémico dominado por la influencia de Estados Unidos y eso le ha costado perder credibilidad en América Latina. En estos últimos años Almagro ha sido muy criticado por la izquierda latinoamericana por su alianza con el Gobierno estadounidense de Donald Trump, especialmente en su postura contra Venezuela y Cuba.
Sin embargo, para sorpresa de sus autores, varias fuentes desde Washington aseguran en el libro que en realidad ha ocurrido lo contrario: es Almagro quien ha empujado a la Administración Trump para aliarse en su postura contra esos dos países.
La victoria del demócrata Joe Biden en los comicios de EEUU podría obligar al diplomático uruguayo a un nuevo cambio para conectar con ese nuevo Ejecutivo, pero dado su carácter camaleónico, todo hace pensar que no tendrá problemas para entablar una buena relación. “No dudo de que encontrará el camino para tener un buen vínculo con el equipo de Biden, a pesar de que puedan tener discrepancias en algunos temas”, indica el periodista.
Se ve haciendo política en Uruguay
Almagro comenzó su trayectoria política militando en el Partido Nacional (derecha) y después, siendo ya funcionario diplomático, se sumó al Movimiento de Participación Popular (MPP) del izquierdista Frente Amplio, donde fue ministro de Relaciones Exteriores del expresidente José Mujica (2010-2015). El Frente Amplio, que gobernó Uruguay durante 15 años –hasta marzo de 2020– terminó expulsando a Almagro del partido en diciembre de 2018.
Ahora, tal y como revela en el libro, piensa regresar a Uruguay y se ve incluso haciendo política desde el Partido Colorado, otra de las formaciones tradicionales de la derecha política del país. “Algunos lo ven como un oportunista que busca un espacio, mientras que otros le han abierto la puerta porque puede lograr votos del centro-izquierda”, explica Natalevich.
De momento el segundo período de Almagro al frente de la OEA termina en 2025 y, si decidiera ser candidato a las próximas elecciones presidenciales de Uruguay en 2024 o presentarse a algún cargo electivo, debería renunciar a la secretaría general del organismo antes. Lo que está claro es que, independientemente de lo que haga, “el hombre que jamás se cansa” seguirá dando mucho de qué hablar.