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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Quiénes son Naftali Bennett y Yair Lapid, dos extraños aliados que aspiran a destronar a Netanyahu

Este miércoles se acaba el plazo para que el líder de la oposición israelí, Yair Lapid, consiga los apoyos necesarios para formar un gobierno de coalición tras las elecciones celebradas el 23 de marzo. El primer ministro Benjamin Netanyahu ya tuvo su turno, pero no logró convencer a suficientes fuerzas políticas en el tradicional juego de alianzas israelí.

El domingo, Lapid, líder del partido Yesh Atid (“hay futuro”), considerada una formación de centro, alcanzó un acuerdo con el ultraderechista Naftali Bennett, del partido Nueva Derecha. Juntos suman 24 escaños y necesitan el apoyo de otras formaciones para poder gobernar y llegar a los 61 de los 120 escaños del Parlamento.

Según el acuerdo alcanzado, ambos líderes se turnarían en el puesto de primer ministro –Bennett empezaría ocupando el cargo, según medios locales– y el Gobierno funcionaria dividido en dos bloques: el bloque de Yesh Atid y las formaciones que consiga atraer y el bloque de Nueva Derecha y los aliados que obtenga. Ambos bloques se repartirían los ministerios, con más peso para el grupo de Lapid. Además, toda legislación que resultase polémica quedaría congelada durante un año. Cualquier coalición para destronar a Netanyahu necesita la unión de formaciones con agendas opuestas. Si finalmente se confirma el acuerdo, estos serán los dos líderes del nuevo Gobierno.

Naftali Bennett: “¿Qué ocupación? Este es nuestro hogar”

“Hay algunas cosas que la mayoría de nosotros sabemos que nunca pasarán: no habrá una nueva temporada de Los Soprano… y nunca habrá un plan de paz con los palestinos”, decía Naftali Bennett en un anuncio de campaña para las elecciones de 2013, según publicó The New Yorker

Es un político que empezó como empresario. En 2005, con 35 años, ya era multimillonario gracias a la venta de su empresa de software de seguridad a una compañía estadounidense por 145 millones de dólares. Poco después, entre 2006 y 2008 se convirtió en jefe de gabinete de Netanyahu. En 2010 fue nombrado director del Consejo Yesha, la principal organización para la promoción de los asentamientos en territorio ocupado, declarados ilegales por la Corte Internacional de Justicia.

Desde sus primeras elecciones, las de 2013, este político ha ocupado las carteras de Economía, Servicios Religiosos, Asuntos de la Diáspora, Educación y Defensa, y siempre se ha mantenido en la línea dura.

Para Bennett, la Línea Verde –demarcación establecida tras el armisticio de 1949– “no tiene ningún significado”. “La tierra es nuestra. Haré todo lo que pueda para luchar contra la creación de un Estado palestino en la tierra de Israel”, decía de cara a las elecciones de 2013. “No más ilusiones”.

El que puede ser el próximo primer ministro de Israel ha negado incluso la existencia de la ocupación: “¿Qué ocupación? ¿Puede uno ser un ocupante en su propio hogar? Esta es nuestra casa”.

Como ministro de Economía, Bennett fue muy criticado por sugerir que a los “terroristas” no había que detenerlos, sino matarlos. “Yo ya he matado a muchos árabes en mi vida y no hay absolutamente ningún problema”. Meses antes había comparado la situación entre Israel y los palestinos como metralla molesta clavada en el culo que no se puede extirpar. Otras veces no ha escondido sus posiciones racistas, como cuando le dijo a un diputado árabe lo siguiente: “Cuando ustedes todavía colgaban de los árboles, aquí teníamos un Estado judío”.

El político ultra también afirmó que la joven activista palestina Ahed Tamimi y su madre deberían “terminar su vida en prisión”. Tamimi fue detenida en 2018, cuando tenía 17 años, tras viralizarse un vídeo en el que aparecía empujando y abofeteando a un soldado israelí.

Yair Lapid: el exministro de Netanyahu convertido en su principal enemigo

Antes de entrar en política, Yair Lapid trabajó como periodista para varios periódicos y se convirtió en un famoso presentador de televisión. En 2012, dejó su carrera periodística y fundó el partido Yesh Atid. Se mostró contrario a los privilegios de la comunidad ultraortodoxa, prometió reducir costes de la vivienda y llevar a cabo una reforma educativa, entre otras cosas. En las elecciones de 2013 fue la gran sorpresa del Parlamento, convirtiéndose en segunda fuerza con 19 escaños. 

Yesh Atid acabó formando coalición con el Likud de Netanyahu y Lapid se hizo con el Ministerio de Economía. La alianza duró poco y en diciembre de 2014 el primer ministro echó a Lapid y convocó elecciones anticipadas. “Ya no voy a tolerar oposición desde dentro del Gobierno”, dijo. Lapid se había opuesto a la ley para destacar el caracter judío del Estado y a la política de asentamientos del primer ministro.

En las elecciones de 2015 no tuvo buenos resultados y perdió siete escaños. En 2019, formó la alianza Azul y Blanco con el general militar Benny Gantz a la cabeza. Según dicho acuerdo, el cargo de primer ministro rotaría entre ambos en caso de victoria. Azul y Blanco empató a 35 escaños con Netanyahu, pero ninguno pudo formar gobierno. Dos repeticiones electorales después, el bloqueo continuaba y Gantz accedió a formar un gobierno de unidad bajo el liderazgo de Netanyahu. La alianza Azul y Blanco saltó por los aires y Lapid se presentó solo a las elecciones de marzo de 2021, donde quedó como segunda fuerza.

Lapid ha descrito la alianza que quería formar Netanyahu como “un gobierno extremista, homófobo, chovinista, racista y antidemocrático”.

En cuanto al conflicto con Palestina, Lapid mantiene una posición dura, defendiendo que el Ejército israelí tiene que poder entrar en territorio palestino por motivos de seguridad, que el Valle del Jordán tiene que estar en manos de Israel, que “no existe el derecho de retorno” de los palestinos que fueron desplazados en 1948 y que Jerusalén es la capital indivisible de Israel “porque los países no dividen sus propias capitales”.

Aunque Lapid criticó la política de asentamientos de Israel, el líder de Yesh Atid ha apoyado la construcción en los denominados ‘bloques de asentamientos’, que son aquellos asentamientos que Israel considera que puede mantener en un futuro acuerdo de paz. “Si mañana fuese primer ministro, es lo que haría. Construir en los bloques a cambio de congelar fuera de los bloques”, afirmó en 2016. El político también criticó la decisión de la UE de prohibir la financiación de instituciones relacionadas con los asentamientos, afirmando que era “una metedura de pata” que “envalentona a los extremistas”.

“Tenemos que sacar a los palestinos de nuestras vidas. Lo que tenemos que hacer es construir un muro alto y quitarlos de nuestra vista”, declaró Lapid en televisión en 2016.

Por último, el político se ha mostrado muy duro con la ONU y sus organismos. “En lo que respecta a Israel, la ONU ha perdido credibilidad, sentido común e integridad”, escribió en una columna. Lapid ha criticado al Consejo de Derechos Humanos, la UNESCO e incluso a la OMS –por decir que en los Altos del Golán existe una “ocupación israelí”–. También ha denunciado la existencia de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, afirmando que “han creado una industria cínica: la creación de refugiados”.

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