Steve Bannon: el míster Marshall que no logró unificar la extrema derecha europea y que puede acabar desalojado de Italia
Steve Bannon llegó a Europa como míster Marshall: rodeado de pompa, boato y deslumbrando. A diferencia del americano de Luis García Berlanga, Bannon se instaló en Europa después de romper con Donald Trump, a quien asesoró en su campaña presidencial. El sueño de Bannon era construir una Internacional de la extrema derecha, unificar los diferentes movimientos y aprovechar las elecciones europeas para conformar un gran frente que se convirtiera en un poderoso grupo parlamentario en la Eurocámara.
Pero no ha pasado. Lejos de todo ello, el mapa de familias de 2019 es como el de 2014.
Los húngaros de Viktor Orbán, se quedan de momento en el Grupo Popular, a pesar de haber sido suspendidos temporalmente por el Partido Popular Europeo (PPE). En noviembre pasado, Bannon anunció que colaboraría con Orbán en la campaña, pero nunca más se supo después de ese anuncio. Ni un viaje, ni una campaña ni una encuesta. Nada. Zero. Zilch.
Bannon anunció a bombo y platillo el fichaje de Matteo Salvini para su The Movement, una asociación creada en Bruselas a modo de club ultraderechista. Pero, como ha demostrado Axios para HBO, Salvini viene a renegar de Bannon: “Solo he hablado con él un par de veces”, dijo el líder de la Lega. A lo que el propio Bannon respondía: “Quizá tres o cuatro”.
Quizá por eso, porque Bannon no ha podido reclutar de forma activa más que al líder del extraparlamentario Partido Popular belga –1,1% de los votos en las últimas elecciones legislativas–, nunca terminó de hacer esa gran presentación prometida en la capital comunitaria.
Por eso, y porque el revés de que Fidesz no se haya movido del PPE, a pesar de los problemas que está teniendo, a pesar de que Salvini haga como que no conoce a Bannon, lo cierto es que nadie le ha contratado y que las derechas ultras, extremas y populistas seguirán fraccionadas en el Parlamento Europeo esta legislatura, haciendo añicos el proyecto de Bannon de unir el Este –Orbán y los polacos del PiS– con el Oeste –Le Pen e incluso Pablo Casado–; el sur –Salvini– con el norte –Sebastian Kurz, AfD y los ultras nórdicos–.
Bannon también anunció que quería viajar a España, porque se suponía que tenían relaciones con Vox, nunca concretadas tampoco. Y en ese viaje a España, planeaban verse con Casado y Albert Rivera. Pero ese plan, como el resto, ha saltado por los aires.
Pero el mayor revés de todos es el que se está consumando en la Italia de Salvini. El Ministerio de Cultura italiano ha afirmado que revocará el contrato de arrendamiento de un monasterio de titularidad estatal donde el instituto católico y de extrema derecha del exasesor de la Casa Blanca de Trump se había instalado para formar a dirigentes políticos.
El Ministerio ha afirmado que iba a revocar la concesión de las propiedades, a 70 km de Roma, otorgada al Instituto Dignitatis Humanae por las supuestas violaciones de varias obligaciones contractuales, entre ellas la falta de pago de la concesión – por 100.000 euros anuales durante 19 años– y el trabajo de mantenimiento.
Benjamin Harnwell, director del instituto con sede en el monasterio de Certosa di Trisulti (Collepardo), dijo a Reuters en septiembre que Bannon estaba ayudando a elaborar el plan de estudios para un curso de liderazgo dirigido a políticos católicos de derecha a celebrar en el monasterio de 800 años de historia. Bannon también ha estado recaudando fondos para el instituto, dijo Harnwell.
Sin embargo, un portavoz del Ministerio de Cultura italiano, dirigido por el Movimiento 5 Stelle (M5S), Gianluca Vacca, insiste en que las inspecciones ordenadas por las autoridades habían encontrado una serie de irregularidades en la concesión: “Proceder con la revocación es, por lo tanto, un deber”.
El proyecto de una academia de liderazgo de extrema derecha fue criticado por los partidos de izquierda en Italia, y los medios locales plantearon dudas sobre si el instituto cumplía con los requisitos de su acuerdo con el Gobierno. Y, para complicarlo todo, algunos han querido ver la mano de Bannon –y Salvini– y sus aliados eclesiásticos en maniobras para desestabilizar al papa Francisco.
Vacca, miembro del partido M5S que gobierna Italia con la Lega desde el año pasado, dijo que no había motivos políticos detrás de la decisión de revocar el permiso para el instituto y recordó que el procedimiento para otorgar la concesión a la asociación de Harnwell, cuyo consejo de asesores está presidido por el cardenal Raymond Burke, un importante conservador del Vaticano, se había completado bajo el gobierno anterior de centro-izquierda del Partido Demócrata (PD). El instituto de Bannon ha anunciado su intención de recurrir el desalojo.
Una investigación de The Guardian reveló que Bannon iba a tener dificultades para actuar de forma significativa en 9 de los 13 países, según las autoridades electorales nacionales y ministerios relacionados con la materia. Bannon, un ex banquero inversionista con una fortuna calculada en unos 44 millones de euros, prometió invertir millones de dólares para ofrecer a los partidos europeos nativistas (aquellos que defienden los derechos de los nativos por encima de los extranjeros) y ultra-conservadores acceso gratuito a información de sondeos especializada, análisis de datos, asesoramiento sobre redes sociales y ayuda con la selección del candidato.
Pero fuentes institucionales que trabajan en las leyes electorales y expertos independientes de muchos países afirman que este tipo de asesoramiento podría considerarse un donativo en especie.
En Francia, España, Polonia, la República Checa, Hungría y Finlandia están prohibidos los servicios profesionales de pago ofrecidos por fuentes extranjeras. En Alemania y Austria, se debe poner un valor a los donativos en especie y son incluidos en las sumas limitadas que los partidos pueden recibir de donantes extranjeros.
Así, un año después de instalarse en Europa de forma sonora, Bannon no solo no ha logrado unificar la extrema derecha europea y mejorar exponencialmente sus resultados electorales, sino que puede acabar desahuciado en Italia.