Al norte de la estación de King's Cross, se encuentra una calle secundaria ocupada por distintos almacenes y edificios industriales. Entre ellos hay un taller de taxis. La recepción es un moderno vestíbulo en el que se exponen los últimos modelos eléctricos del icónico black cab londinense. Si uno cruza ese espacio, pasa por una sección del taller, atraviesa una pequeña oficina, vuelve a entrar en otra zona del taller, abre una discreta puerta a mano derecha, sube dos pisos por las escaleras y cruza de nuevo parte del taller, se encontrará con un habitáculo carente de ventanas. “Knowledge Point School”, dice el cartel dorado de la entrada. Resulta apropiado que sea tan enrevesado dar con este espacio: entre sus paredes, los aspirantes a taxista se preparan para uno de los exámenes topográficos más exigentes que existen.
Junto con las cabinas de teléfono rojas, el Big Ben, la Torre de Londres, las estaciones de metro, los buses de dos plantas o la guardia real, los taxis oficiales negros (los black cab) son uno de los iconos más característicos de Londres. En una cultura, la británica, con una tendencia pronunciada a agarrase a sus tradiciones, los taxistas de la capital siguen estando regulados por una prueba que se introdujo en 1865. En otros países, como en España, el elevado precio para obtener una licencia es el principal obstáculo para cualquier aspirante a taxista.
En Londres, la gran barrera la pone The Knowledge.
The KnowledgeSe trata de una prueba tan difícil de superar como fácil de explicar: consiste en memorizarse el mapa de Londres. Suele llevar entre dos y tres años, si el aspirante se dedica única y exclusivamente a ello; cuatro o cinco, si lo hace a tiempo parcial. Es una prueba tan singular, que se han hecho estudios sobre el efecto que tiene en el cerebro de los aspirantes, como el que llevó a cabo el University College London, que comprobó un aumento en el tamaño de su hipotálamo posterior.
Nacido en Moscú, Gret Kretov llegó a Londres en 1991. Se dedicó a trabajar como chófer hasta que decidió hacerse taxista. Tras tres años preparándose y quince exámenes orales, no pudo contener sus lágrimas cuando superó The Knowledge. Cabe apuntar que presentarse a una quincena de exámenes es perfectamente normal cuando se trata de The Knowledge.
“Después de tanto tiempo estudiando, me quité la presión de encima. Fue todo un alivio. En ese momento eres consciente de que tu vida está a apunto de cambiar a mejor. Te van a pagar por conducir por Londres, una ciudad increíble, y vas a ser tu propio jefe. Puedes trabajar cuando quieras, irte de vacaciones cuando quieras... qué más puedes pedir. Yo estaba tan feliz después de haber aprobado, que me pasé medio año conduciendo con una sonrisa y los pasajeros me preguntaban por qué estaba tan contento”, recuerda Kretov.
Ahora Kretov ya no es taxista a tiempo completo. Su ocupación principal es la de profesor en el Knowledge Point School, una de las distintas academias para aspirantes a taxistas que existen en Londres. Servicios como Uber han ganado terreno, pero a día de hoy todavía hay muchas personas invirtiendo tiempo de sus vidas para aprobar The Knowledge. El aula de Knowledge Point School tiene dieciocho pupitres dobles, cada uno provisto de un detallado mapa de Londres. Pasado el aula está el despacho de Kretov, que cuenta con un mapa particular, repleto de chinchetas conectadas por hilos y con un gran número de círculos dibujados por toda la gran urbe.
Retener la inmensidad londinense
Apoyándose en su mapa, Kretov comienza a explicar el proceso de preparación para aprobar The Knowledge. Los estudiantes acuden a un libro llamado el Blue Book, que incluye 320 rutas que cruzan Londres en distintas direcciones. La compleja red de hilos en el mapa de Kretov representa esas rutas que los estudiantes han de saberse de memoria. Pero eso no es todo. El Blue Book también cubre todas las quarter miles, las áreas al principio y al final de cada ruta.
Los aspirantes tienen que memorizarse todos los puntos de interés dentro de cada quarter miles (casi medio kilómetro a la redonda): hoteles, restaurantes, estaciones, paradas de bus, cines, teatros, iglesias, parques, comisarías... Esas quarter miles son los círculos que están dibujados en el mapa de Kretov. Además, los aspirantes deben tener muy claras todas las restricciones de tráfico para poder saber en todo momento cuál es el primer giro que podrían hacer tanto a la derecha como a la izquierda.
La primera prueba a la que se enfrentan los aspirantes es un examen de tipo test. El examen cuenta con preguntas sobre las rutas del Blue Book y sobre los puntos de interés entre el principio y el final de cada ruta. Para aprobar, hace falta acertar el 60% de las preguntas. Una vez completado el examen escrito, el aspirante continúa preparándose para los exámenes orales, llamados appearances. Estas pruebas apenas duran unos 20 minutos. En ellas, el examinador le pregunta al aspirante por dos puntos de interés y éste tiene que ser capaz de situarlos en el mapa y recitar el trayecto más corto entre ellos.
El proceso se repite con hasta cuatro rutas distintas. Según cómo de bien lo haya hecho, el aspirante acumulará más o menos puntos. Hay tres etapas de appearances. Para pasar de una etapa a otra, el aspirante ha de obtener una puntuación alta en por lo menos un par de exámenes seguidos. Pero por la misma norma, si saca pocos puntos en más de un examen, corre el riesgo de retroceder a la etapa anterior. Este sistema asegura que el azar intervenga poco. Completar The Knowledge realmente requiere tener metido en la cabeza el mapa de la ciudad, con sus 25.000 calles y sus respectivos puntos de interés.
El aspirante finalmente se convierte en taxista cuando supera un último test, que le requiere aprenderse 25 rutas adicionales en el área metropolitana de Londres. Entonces ya puede solicitar su licencia y hacerse con el asiento de un black cab. Más allá de lo que pueda costar ir a clases a una academia (la mensualidad del Knowledge Point School, por ejemplo, cuesta 50 libras), los aspirantes tienen que pagar 600 libras por examinarse. Obtener una licencia en Londres son 300 libras, cifra que contrasta con los más de 100.000 euros que cuesta una licencia en España. Los taxistas londinenses pueden comprar su propio black cab, que nuevo cuesta alrededor de 40.000 libras, o alquilar uno.
Cerca de la entrada al Knowledge Point School están aparcadas un par de filas de scooters. Podría parecer la flota de una empresa de mensajería, pero son los vehículos que utilizan los aspirantes a taxista. Todas las motocicletas cuentan con un portapapeles en el manillar en el que los aspirantes colocan los planos de los distintos barrios londinenses. Recorrer las rutas del Blue Book en scooter es lo más habitual entre aquellos que se están preparando para The Knowledge, porque resulta ser el método más rápido y económico. Las rutas del Blue Book siguen un orden determinado y van aumentando en dificultad. La primera cubre las poco más de tres millas que separan Manor House, al norte, de Gibson Square, en el sur del barrio de Islington.
Lo primero que haría el aspirante es desplazarse con su motocicleta a Manor House y memorizarse toda la quarter mile. “Una vez se ha estudiado a fondo, lo siguiente es recorrer la ruta más corta hasta el siguiente punto”, explica Kretov, que comienza a seguir con el dedo el hilo que conecta ambos puntos en su mapa y a enumerar las direcciones (“izquierda por Green Lanes, derecha por Bronswood Road, izquierda por Blackstock Road, recto por Highbury Park...”).
“Cuando llegas a Gibson Square, te aprendes su quarter mile. Y una vez te sabes todos los puntos de interés de ese cuarto de milla a la redonda y todas las restricciones de tráfico, pasas a la siguiente ruta, que empieza aquí (Kretov señala otro punto cercano en el mapa). Después, haces lo mismo aquí (señala otro punto) y esa ruta te lleva al otro lado del río (el dedo de Kretov cruza el Támesis), y de aquí, vas a este otro punto...”. Así hasta completar las 320 combinaciones, cada una más enrevesada que la anterior.
“Me he enamorado de la ciudad”
Después de 12 años trabajando como cocinero, el argelino Wahid Metef se había cansado de la vida entre fogones. Quería dejar la cocina, trabajar en el exterior y ser su propio jefe. A Anthony Taylor, nacido y crecido en Londres, con varios años de trabajo en fábricas a la espalda, le movieron unas motivaciones similares. Metef y Taylor comparten pupitre en el Knowledge Point School. Estos dos candidatos están a apenas unas semanas de completar el duro camino que decidieron seguir hace ya más de cuatro años. Hasta hace unos meses, habían compaginado sus respectivos empleos con la preparación para The Knowledge, pero de cara a la recta final se están dedicando a ello a tiempo completo.
Según Kretov, muchos aspirantes se rinden por el camino. “Hay momentos duros”, reconoce Taylor. “Sobre todo, cuando te presentas a appearances, obtienes malos resultados y piensas 'creo que ya no puedo dar más'. A veces cuestionas si vale la pena. Yo he sacrificado mi trabajo para acabar esto. He sacrificado tiempo con mi familia. Llevo sin tomarme unas vacaciones desde 2015. Pero cuando ya ves la luz al final del túnel, entonces sí que sientes que todo ha merecido la pena”.
“Quiero tener la libertad de trabajar cuando quiera”, responde cuando se le pregunta por su interés por ser taxista, “y además, se supone que se cobra bien”. El salario variará mucho en función de cuánto trabaje, pero Taylor dice que aspira a ganar unas 30.000 libras al año. “Obviamente también existen desventajas, como no cobrar si te pones enfermo o tener una pensión más baja. Pero creo que los aspectos positivos tienen más peso que los negativos”.
Y luego está el factor Londres. “Una vez empiezas a estudiar The Knowledge, desarrollas una pasión. Había vivido en Londres toda mi vida, pero no la había apreciado hasta ahora. Es una ciudad fascinante, repleta de historia en cada esquina. Puedes ver un edificio moderno y que al lado haya una iglesia de hace mil años. Simplemente, te cautiva. Cada vez que sales, descubres algo nuevo. Antes estaba deseando marcharme de Londres, pero, a partir de estudiar esto, me he enamorado de la ciudad”.
Kretov afirma que prepararse en una academia facilita la progresión de los aspirantes. “Les proporcionamos clases, consejos, mapas... Y cuando vienen, su mente está centrada en estudiar. También se pueden preparar en casa, pero ahí tienen distracciones. Aquí todo el mundo está haciendo la misma cosa, así que están muy concentrados”. Ahora que afrontan sus últimas appearances, la rutina de Metef y Taylor en la Knowledge Point School es sencilla: “Llegamos pronto por la mañana, nos proporcionan ejemplos de exámenes que han tenido lugar ese mismo día y los usamos para practicar”, describe Metef.
— Nightingale Square, sir —le indica Taylor a Metef.
— Nightingale Square está en Endlesham Road —responde Metef.
— Correcto, sir. Y desde ahí me gustaría ir al Eurostar (los servicios de trenes que conectan Londres con ciudades europeas como París, Ámsterdam o Bruselas).
— El Eurostar está en St. Pancras Road.
“Así es”. Taylor marca ambos puntos y Metef, con la mirada apartada del mapa, guarda silencio durante unos diez segundos mientras traza la ruta en su cabeza. Hasta que finalmente arranca: “Dejas Nightingale Square por la izquierda, sigues recto por Endlesham Road, derecha en Nightingale Lane...”. Tras un minuto recitando direcciones, llega al destino final, a unas seis millas del punto de partida. “Excelente, bien hecho”, le dice Taylor mientras termina de trazar las indicaciones de su compañero. “Ahora yo compruebo si se trata de la ruta más directa entre ambos puntos”, explica, “y de no ser así, le pediría que lo intentara de nuevo”. Pero estos dos aspirantes están en una parte tan avanzada de su preparación que pueden enlazar varias rutas sin ningún fallo.
Transport for London, el organismo que regula el transporte en Londres, le quitó su licencia a Uber en 2017 por no cumplir con los requisitos de seguridad necesarios. Pero la empresa norteamericana apeló la decisión y sigue operando en la ciudad. A finales de año, Transport for London anunciará si le devuelve o no su licencia. Se espera que Uber se adapte a ciertas exigencias y por lo menos logre una nueva extensión. Así que lo más probable es que los taxistas continúen en una posición comprometida ante esta competencia. ¿Merece la pena todo el esfuerzo que requiere superar el exigente The Knowledge ahora que servicios como Uber, con tarifas más bajas que los black cabs, amenazan la hegemonía de los taxistas? Tanto Metef como Taylor tienen claro que sí.
Metef cree que la formación que tienen los taxistas que han superado The Knowledge hace que se trate de dos servicios distintos. “Se puede ir a cenar a un McDonald's o se puede ir a cenar a un restaurante con estrellas Michelin, y no porque exista McDonald's van a desaparecer los restaurantes con estrellas Michelin”.
Taylor asiente, y añade: “Lo que me preocupa es que nosotros tengamos que pasar por un proceso tan largo, con varias pruebas, y que en cambio ellos puedan saltarse las normas. Por ejemplo, en este país hay una norma que prohíbe utilizar el teléfono móvil mientras se conduce, y ellos parecen saltársela constantemente”. Metef considera que ese es uno de los aspectos en los que The Knowledge marca la diferencia: “Creo que nadie debería depender de un GPS en su móvil si se le está pagando por conducir. Si conduces pendiente del GPS porque no te conoces la ciudad, es más probable que tengas un accidente”.
Como estos dos aspirantes, muchos otros siguen preparándose para The Knowledge pese a que el mercado haya cambiado. Eso sí, Kretov afirma que la presencia de Uber sí que ha tenido un efecto negativo en el número de personas que inician la aventura de convertirse en taxistas. “Mucha gente piensa 'para qué voy a estudiar para The Knowledge si puedo trabajar para una compañía de alquiler privado'. Pero estas personas no se dan cuenta de los beneficios que obtendrían si fuesen taxistas. Solo piensan en el dinero fácil. Aunque conduzcas por las mismas calles, ser un black cab driver es algo completamente distinto”.