¿Realmente, ser el primer alcalde musulmán de Londres y no sentir miedo es una muestra de osadía? No me considero un político musulmán; tampoco soy un portavoz o un líder musulmán. Es importante dejar claro este punto porque, de lo contrario, solo te definen por tu fe. Todos tenemos identidades múltiples; soy londinense, soy hijo, soy padre. El Ayuntamiento tampoco es un púlpito.
Sin embargo, ahora que empieza el Ramadán, soy muy consciente de que representa una gran oportunidad de compartir esta experiencia y derribar los muros de sospecha y de misticismo que se han levantado alrededor de esta religión. Si no tienes amigos musulmanes y tu única fuente de información sobre el Islam procede de los medios de comunicación, que tienden a mostrar a un hombre enfadado con barba diciendo o haciendo algo horrible, es muy probable que, sin querer, tengas una imagen bastante limitada y errónea del Islam. Así que he decidido que este mes es prioritario salir a la calle y propiciar el entendimiento entre comunidades, ofreciendo la tradicional comida del Ramadán en iglesias, sinagogas y mezquitas.
Compartir experiencias es la mejor forma para que otros comprendan tu fe. Ayunar durante el día y comer cuando se pone el sol es una excelente opción, ya que cuando compartes tu pan con alguien, cuando invitas a una persona no musulmana a participar en la comida del iftar, le demuestras que es algo normal y que no tiene nada de extraño.
Durante mi juventud siempre tenía que dar explicaciones sobre por qué no comía. Ahora que vivo en una ciudad tan cosmopolita como Londres, que durante mil años ha sido un foro abierto para las culturas, las ideas y el comercio, la mayoría de los ciudadanos conocen a alguien, del trabajo o de su grupo de amigos, que ayunará este mes. ¡Pregúntenles cómo están! Cuando alguien se pone en tus zapatos, aunque sea un minuto, la percepción cambia completamente. Tengo amigos que se han solidarizado conmigo y han intentado ayunar; no siempre consiguen pasar un día entero sin comer pero es un gesto bonito.
Este año será especialmente duro. Debido al calendario lunar, el Ramadán se ha adelantado 12 días y coincidirá con los largos días de verano. A veces, estaremos hasta 19 horas sin comer. Es una perspectiva intimidante. Que sea Ramadán no quiere decir que mi agenda no esté complemente llena. El referéndum sobre la permanencia o salida del Reino Unido de la Unión Europea está a la vuelta de la esquina y ni siquiera podré beber un vaso de agua cuando participe en eventos. De hecho, cuando celebramos el Ramadán el año pasado yo estaba en campaña y tuve que participar en muchos mítines con el estómago vacío.
Esto es una parte de la experiencia y también lo que le da significado. No quieres cambiar tus hábitos de vida para que ayunar resulte más fácil porque entonces de alguna manera esquivas el objetivo que te has propuesto y no haces ningún sacrificio. Evidentemente, el Islam prevé excepciones, por ejemplo si eres un neurocirujano y tienes que llevar a cabo una delicada operación o eres un soldado. Sin embargo, la fortaleza de nuestro cuerpo es increíble; más de lo que pensamos.
Todos los que me conocen saben que durante el Ramadán estoy algo cansado. Algunos incluso dirán que esta es mi condición durante todo el año; pero lo cierto es que no afecta a mi estado de ánimo. Normalmente, lo que más echo de menos es la cafeína. Tengo que ir a muchas reuniones aburridas (esto no me pasará este año porque ahora tengo el mejor trabajo del mundo) y necesito que la cafeína me ayude a soportarlas. Así que este año me he preparado con tiempo y he reducido gradualmente mi dosis diaria de cafeína para que me resulte menos doloroso. La comida no es tan importante; lo soportas. El otro gran mito es la idea de que perdemos peso durante el Ramadán. No es así. Quiero demostrar que es posible creer en los valores occidentales y en la libertad y a la vez, ser un musulmán normal y corriente. Mi victoria del 5 de mayo demuestra que los londinenses creen que puedo ser las dos cosas a la vez.
Según un estudio que llevó a cabo la consultora ICM dos años atrás, los musulmanes del Reino Unido son el grupo más solidario del país, y sinceramente creo que en gran parte esto se debe al Ramadán; un mes de sacrificio, reflexión y de humildad. Nos pone a todos en el mismo nivel; es imposible no sentir empatía hacia los demás. Por ejemplo, por el hecho de ser el alcalde de Londres soy muy consciente que en esta ciudad, la quinta más rica del mundo, el año pasado 100.000 personas necesitaron la ayuda del Banco de Alimentos. Puedo entender cómo se sienten (hago esta afirmación siendo muy consciente de que, a diferencia de las personas sin techo, a mí me espera una gran comida cuando se pone el sol).
Este es el papel que desempeñan los musulmanes que tienen una faceta pública: que el público comprenda que estamos bien. No por el hecho de que seamos más responsables sino porque hacemos un esfuerzo por ser más eficientes. No es necesario que lo gritemos a los cuatro vientos, solo tenemos que compartir esta experiencia con los demás. Vivimos en la ciudad con más diversidad del mundo pero la gente no se mezcla tanto como debería. Me gustaría potenciar este sentimiento de pertenencia.
Traducción de Emma Reverter