El domingo por la mañana, los teléfonos de los 2,3 millones de personas atrapadas en la asediada Franja de Gaza volvieron lentamente a la vida, inundados de actualizaciones, mensajes y llamadas perdidas tras el fin de un apagón de comunicaciones casi total de 36 horas impuesto por Israel.
Las noches en Gaza son ahora completamente oscuras. Mientras se perdían las comunicaciones el viernes por la noche, Israel intensificaba sus bombardeos aéreos y lanzaba una operación terrestre en la franja. Los conductores de ambulancias han descrito cómo decidieron simplemente conducir hacia el sonido de las explosiones, ya que no había coordenadas exactas que seguir.
Una nueva oleada de angustia recorrió el territorio cuando las comunicaciones volvieron para quienes tenían teléfonos cargados y las noticias de amigos y familiares muertos desde el viernes llegaron de golpe.
“Han sido las peores noches de bombardeos hasta ahora, pero lo peor era no saber qué estaba pasando. Era como si estuviéramos ciegos”, dice Mohammed Bashir, contable de 38 años de Deir al-Balah. Bashir, su esposa, sus tres hijos y su madre anciana se alojan en casa de unos parientes después de que un ataque aéreo alcanzara el edificio de al lado, matando a 26 personas, entre ellas 11 niños, y dañando su propia vivienda.
La guerra en Gaza desatada tras la masacre de la milicia palestina Hamás en el sur de Israel, en la que murieron 1.400 personas y otras 230 fueron secuestradas, se encuentra ya en su cuarta semana. Más de 8.300 personas han muerto en la pequeña franja, según el Ministerio de Sanidad palestino, y los supervivientes carecen de un lugar seguro donde refugiarse.
La ONU ha advertido de que el orden público está empezando a resquebrajarse después de que miles de personas desesperadas asaltaran los almacenes de Naciones Unidas en busca de alimentos durante el fin de semana. Solo 84 camiones cargados de ayuda habían entrado en Gaza a través de su frontera sur con Egipto hasta el domingo, en comparación con los 500 diarios que solían entrar antes del último estallido de los combates. El agua, los medicamentos, el combustible y los alimentos se están agotando, mientras que las aguas residuales y la basura se acumulan en las calles, aumentando la probabilidad de brotes de enfermedades infecciosas como el cólera y la disentería. La ONU considera el asedio un crimen de guerra.
El domingo, un portavoz de Cogat, la unidad del Ministerio de Defensa israelí encargada de la administración civil en los territorios palestinos ocupados, dijo que Israel, la ONU y Egipto están coordinando un “aumento drástico” de la ayuda. Un portavoz del paso fronterizo de Ráfah declaró que el domingo pasaron 33 camiones a Gaza, según Associated Press.
El agua potable es una preocupación acuciante en toda la franja: los grupos de Facebook están llenos de peticiones sobre dónde encontrarla, y varios civiles con los que The Guardian ha contactado por teléfono y WhatsApp en la última semana afirman que han recurrido al suministro local de Gaza y al agua de mar, contaminados.
En Ramala, miles de trabajadores de Gaza que trabajan en Israel y en la Cisjordania ocupada, atrapados a la intemperie desde que estalló la guerra, buscaban desesperadamente noticias de sus hogares cuando el apagón de las comunicaciones pareció terminar.
Sayef Olehe, de 30 años, consiguió hablar el domingo con su esposa y sus tres hijas. Celine, que cumplió tres años el viernes, dijo a su padre que no quería celebrar su cumpleaños hasta que cesaran los bombardeos que sacudían el piso de la familia en el sur de Gaza.
La familia se trasladó hace dos semanas de la ciudad de Gaza a la supuesta seguridad de una casa propiedad de unos parientes cerca de Jan Yunis, en el sur de la franja, pero los ataques aéreos siguen lloviendo a su alrededor. “Dijo que no era el momento adecuado para celebrarlo porque hay mucha gente muriendo. Ha visto demasiada muerte. Llora todo el rato”, dice.
“El día del juicio final”
El Ejército israelí ha pedido repetidamente a los habitantes de la mitad norte de la franja que evacúen al sur del río Gaza, y este domingo dijo que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), en coordinación con la ONU, han establecido una “zona segura” cerca de Jan Yunis, pero no dio más detalles.
El nuevo llamamiento de las FDI fue recibido con indiferencia por los 1,4 millones de personas que se calcula que ya han sido desplazadas. El sur de Gaza no está a salvo de los ataques aéreos, y muchos medios de comunicación palestinos dicen que los bombardeos allí han llevado a un número desconocido de personas a decidir regresar a sus hogares en la ciudad de Gaza, al norte.
Shaban Ahmed, funcionario público que trabaja como ingeniero y tiene cinco hijos, describe los ataques israelíes del fin de semana como “el día del juicio final”. “Esta mañana, domingo, he descubierto que mi primo ha muerto en un ataque aéreo contra su casa el viernes”, dijo a Reuters Ahmed, que permaneció en la ciudad de Gaza a pesar de la orden israelí de evacuar el sur. “Lo hemos sabido hoy. Israel nos aisló del mundo para aniquilarnos, pero oímos ruidos de explosiones y estamos orgullosos de que los combatientes de la resistencia los hayan detenido a metros de distancia”.
Hazem al-Enezi, director del orfanato Mubarrat Al Rehma, en el centro de la ciudad de Gaza, declaró previamente a The Guardian que él y el único compañero que le quedaba no podían trasladar a los 27 niños a su cargo, varios de los cuales padecen discapacidades físicas y necesidades especiales.
El sábado por la mañana, durante el apagón de las comunicaciones, la mezquita contigua a su edificio fue alcanzada, destrozando las ventanas del centro, dañando una sala de juegos y la cocina, y provocando incendios en el edificio y en los contiguos. Todos sobrevivieron con pequeños cortes, dice Enezi, gracias a los vecinos que ayudaron a apagar el fuego. Los servicios de emergencia no se presentaron.
“No hay sitio en los refugios de la ONU y no están equipados para atender allí a los niños con necesidades especiales”, dice Enezi en un mensaje de WhatsApp. “Todavía tenemos energía solar, así que por ahora nos quedaremos y los niños están en las habitaciones que no sufrieron daños. Nos las arreglaremos”.