Opinión

Qué podría aprender Donald Trump del Gobierno feminista de Suecia

Isabella Lövin

Viceprimera ministra de Suecia —

Debería resultar evidente que las mujeres tienen el derecho a tomar las decisiones que consideren convenientes en relación a su cuerpo. Y, sin embargo, a lo largo de la historia, los que han ejercido el poder, que en su mayoría han sido hombres, han intentado controlar el cuerpo de las mujeres. En la actualidad esto se traduce en políticas que limitan el acceso de las mujeres a métodos anticonceptivos o que dificultan que se puedan realizar abortos seguros.

La decisión del presidente Donald Trump de no proporcionar ayuda económica a las organizaciones que, entre muchas otras actividades en torno a la salud reproductiva de las mujeres, defienden el derecho al aborto, es profundamente errónea.

La experiencia acumulada a lo largo de los años nos demuestra que este tipo de medidas no reduce la cifra de abortos; lo que hace es empujar a muchas mujeres y niñas hacia métodos de aborto que son una amenaza para sus vidas. Además de ser un paso atrás en materia de derechos humanos, las políticas de los movimientos antiabortistas son un desastre para las mujeres que están en una situación de riesgo.

Durante décadas, los políticos republicanos han apostado por la llamada política de Ciudad de México, también conocida como Ley Mordaza, mientras que los políticos demócratas la han suprimido cuando han llegado al poder. Así que el hecho de que Donald Trump haya decidido implementarla no es una sorpresa. Sin embargo, en esta ocasión los efectos de la medida son más extensos, ya que no solo inciden sobre el derecho al aborto sino también sobre otras cuestiones relacionadas con la salud reproductiva y materno infantil.

En lo relativo a la asistencia sanitaria, Estados Unidos es uno de los principales donantes en el mundo en términos absolutos. Es por este motivo que la decisión de Trump podría tener consecuencias de gran alcance.

Desde 1990 la mortalidad materna se ha reducido a la mitad, y decisiones de este tipo ponen en peligro todos los avances realizados. En la actualidad, unas 900 mujeres mueren a diario por complicaciones en el embarazo o en el parto; la gran mayoría de estas muertes tienen lugar en países en vías de desarrollo. Estas mujeres y niñas no necesitan menos ayuda; todo lo contrario.

También existe el riesgo que se retroceda en el campo de los derechos humanos de la comunidad LGBTI; tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Además de la Ley Mordaza mundial, vemos que gana terreno la tendencia preocupante de intentar socavar las libertades de las mujeres, en especial en todo lo relativo a sus derechos sexuales y reproductivos. El Gobierno sueco está impulsando un plan para limitar los efectos de estas políticas dañinas y para revertir la tendencia.

En 2017, Suecia va a incrementar el apoyo que da al Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el programa conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (ONUSIDA) y el Fondo Mundial; tres instituciones que abogan por defender los derechos sexuales y reproductivos. Somos uno de los principales donantes del mundo e intentaremos reforzar los derechos de las mujeres con nuestra influencia.

Contactaremos con altos cargos de las Naciones Unidas y con ministros de países progresistas de la Unión Europea y del resto del mundo para movilizar un mayor apoyo político y económico. Coordinaremos nuevas iniciativas con Holanda y Bélgica. También será una prioridad tender puentes y crear alianzas con países de América Latina, Asia y África.

La Agencia Sueca Internacional de Cooperación al Desarrollo lanzará propuestas concretas sobre cómo Suecia puede reforzar su apoyo a las organizaciones vinculadas con la salud reproductiva y sexual de las mujeres, incluidas las que informan y ofrecen abortos seguros. Paralelamente, las embajadas de Suecia también impulsarán una estrategia para dar a conocer esta labor y animar a otros países a sumarse.

Queremos que la Unión Europea tenga un perfil político más relevante, defienda los derechos de las mujeres y dote con más fondos las iniciativas vinculadas con la salud sexual y reproductiva. Contactaremos con aquellos países de la Unión Europea que no suelen pronunciarse cuando se debate esta cuestión y los animaremos a participar. Por último, haremos un seguimiento exhaustivo de los efectos que tiene la nueva medida de Estados Unidos sobre las organizaciones que recibían financiación. Todavía no sabemos qué impacto puede tener esta medida de Trump en organizaciones que fomentan la democracia, apoyan a los defensores de derechos humanos o que abogan por reducir la pobreza.

Estamos en un periodo de transición, en el que la influencia económica y política de las mujeres es notable y en el que cada vez son más los países que abogan por la igualdad. La resistencia a estos avances no es más que una reacción contra todos los logros alcanzados y una prueba de que la lucha por defender los derechos de las mujeres y de las minorías sexuales es una batalla que tiene que librarse día a día y sin bajar la guardia.

El punto más polémico es también el más básico: el derecho a decidir qué hacer con nuestro cuerpo, con nuestra sexualidad y con nuestros derechos reproductivos. Todavía hay muchas mujeres que no pueden decidir con quién se casan, con quién tienen relaciones sexuales o cuándo tienen hijos. Esto es absurdo y debería formar parte del pasado.

La pregunta siempre es la misma: ¿no es la mujer la persona más indicada para decidir qué hace con su propio cuerpo?

Suecia tiene un gobierno feminista. Para nosotros, la respuesta es obvia. El desarrollo de Suecia se basa en la igualdad de derechos de hombres y mujeres. Sabemos que los esfuerzos encaminados a garantizar la igualdad de género y los derechos sexuales y reproductivos son siempre una buena inversión.

El mundo necesita líderes que defiendan los derechos de las mujeres. Suecia desempeñará un papel cada vez más importante en este sentido y garantizaremos que nuestra ayuda llega a quien más la necesita. Muchos países podrían aprender una importante lección a partir de nuestra experiencia.

Traducido por Emma Reverter