En el pueblo de Arras, en el norte de Francia, se está conmemorando el centenario de una batalla de la Primera Guerra Mundial que se cobró casi 280.000 vidas. Las calles se empapelaron con carteles y fotografías de algunos de los 35.000 soldados aliados del Reino Unido, Australia, Canadá y Sudáfrica que murieron en la Batalla de Arras, junto con las banderas de todos los países que participaron, otorgándole al pueblo un inusual clima internacional.
Los votantes de Arras prácticamente igualaron el resultado nacional de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, dándole el 24,6% de los votos a Emmanuel Macron y el 21,49% a Marine Le Pen. La mañana siguiente a las elecciones, tanto los vecinos como los turistas que habían venido a honrar a los fallecidos durante la guerra disfrutaban de un almuerzo en la bonita plaza del ayuntamiento del pueblo.
Arras está ubicado en el centro de lo que alguna fue el corazón del cinturón industrial del norte de Francia, y hoy es parte del territorio del Frente Nacional. Sin embargo, muchos de los votantes de Arras siguen siendo tercamente centristas.
Marie Kostoj tiene 19 años, estudia idiomas, y votó por Macron en la primera vuelta. Dice que volverá a hacerlo en la segunda vuelta. “Me desperté esta mañana asqueada con el éxito de Marine Le Pen”, dice Kostoj. “Me alegro de que haya ganado Macron. Pero que más del 20% de la población francesa vote a la extrema derecha es realmente preocupante. Es una pena que las promesas anti-inmigración y anti-Europa hayan prendido tanto”.
Sally Mamgane, una senegalesa de 32 años, vive desde hace 12 años en Francia pero no tiene derecho a votar en las elecciones generales. “Habría votado por Macron, si hubiera podido. Su programa era el único que me gustaba, especialmente la propuesta de darles a los extranjeros el derecho al voto. Los resultados que obtuvo Marine Le Pen me ponen los pelos de punta. No es sólo el porcentaje de votos que ha sacado, sino el clima que genera, que es muy amenazante para nosotros”.
Su amiga Pam Maymouna, de 36 años, está de acuerdo. “Tenemos miedo, porque el apoyo a Marine Le Pen es aterrador”.
Marine, de 58 años, está en la puerta de la tienda donde trabaja, pero no quiere darnos su nombre completo. Al principio nos responde con evasivas, hasta que finalmente admite que votó por Le Pen. “Lo que esperamos de estas elecciones es un cambio. No queremos más de lo mismo. Durante años tuvimos izquierda, derecha, derecha, izquierda, y estamos decepcionados”.
Como muchos votantes del Frente Nacional, Marine asegura que el candidato de la extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon, tampoco le parecía “tan malo”. E, igual que muchos, no está segura de si votará por Le Pen en la segunda vuelta. “Estamos en un momento en que el paro está por las nubes, no hay empleos, y cuando me jubile dentro de dos años cobraré sólo 630 euros, después de trabajar durante 42 años. ¿A ti te parece eso normal, mientras los extranjeros vienen y reciben más de 800 euros al mes? La mayoría de los clientes de la tienda apoyan a Le Pen, pero yo todavía no me he decidido”.
Pauline, de 19 años, es aprendiz de dependienta en una tienda y dice que votaría a Le Pen. “Creo que es la única que puede cambiar las cosas”.
Alguien que no solo dé discursos
Marwen Agie, un albañil nacido en Túnez de 28 años, dice que apoyaría a cualquier candidato que “cambie Francia”, menos a Le Pen. “Hacen falta empleos, trabajo, necesitamos un cambio, necesitamos alguien que haga algo y no solo dé discursos. Cuando escucho a Marine Le Pen hablar sobre los extranjeros, me pongo enfermo. Necesitamos alguien que haga el bien, no ella”.
Abdullah, un comerciante, dice que el resultado no le ha preocupado. “El Frente Nacional ya era fuerte por esta zona. La gente votó por Le Pen porque hay muchos inmigrantes, muchos extranjeros, pero ellos no son el problema. Yo soy de Marruecos y hace 10 años que estoy aquí. No me preocupa el Frente Nacional, pero espero que gane Macron. Si no, quizá regrese a Marruecos”.
Marie André, una trabajadora social de 45 años, dice que el resultado la decepcionó mucho. Ella votó por el candidato socialista, Benoît Hamon. “Todos los sondeos decían que no iba a ganar, así que no me sorprendí, pero esperábamos que a pesar de las predicciones no ganara Le Pen. No sé a quién votaré en la segunda vuelta. Quizás vote en blanco. Macron es demasiado socialdemócrata para mi gusto. Estas elecciones han sido catastróficas para los partidos tradicionales. Ahora tenemos que esperar que a los Socialistas les vaya mejor en las elecciones legislativas”.
Paseando por el centro del pueblo, un jubilado de 60 años que no quiso dar su nombre dice que se inclina hacia la derecha conservadora y que fue seguidor de Nicolas Sarkozy, pero que esta vez no votó por nadie. “No me gustaba ninguno. Voté en blanco y volveré a hacerlo la próxima vez. Todos los candidatos son una panda de idiotas que hablan tonterías”.
En Hénin-Beaumont, donde votó Le Pen el domingo, el vicepresidente del Frente Nacional Steeve Briois está comiendo en el Café de la Paz y los vecinos no paran de acercarse a estrecharle la mano.
“Soy muy optimista”, asegura. “Marine ha conquistado a los trabajadores, a los parados, a los ancianos. Macron sólo tiene a las élites. Ahora tenemos el apoyo de Francia para ganar. No tenemos miedo de que los otros partidos se unan para detenernos. No tenemos nada que perder. Ellos tienen todo que perder”.
Traducción de Lucía Balducci