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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Barack Obama tiene una voz potente, y no debería usarla para pronunciar discursos pagados

Una empresa de Wall Street pagará 400.000 dólares al expresidente de Estados Unidos para que dé una charla. Es precisamente este tipo de servilismo lo que ha causado la corrupción moral de los demócratas.

Todavía es pronto para juzgarla pero, de momento, la postpresidencia de Barack Obama está siendo decepcionante. El lunes, en el marco de su primera comparecencia pública desde la toma de posesión de Trump, Obama habló de la desigualdad económica. Aunque lo cierto, y es obvio para todos, es que Obama ya forma parte del 1%, en gran parte debido a las empresas estadounidenses.

Desde que dejó la Casa Blanca ha tomado decisiones que dañan su imagen. Esta semana hemos sabido que Cantor Fitzgerald LP, una empresa de bonos que gestiona swaps de incumplimiento crediticio, los instrumentos financieros que contribuyeron a impulsar la crisis financiera de 2008, le pagará la increíble suma de 400.000 dólares por una charla.

Sin olvidar sus vacaciones. Evidentemente que el expresidente se merecía unas vacaciones. ¿Pero era necesario que se las tomara con el club de multimillonarios? Muchos medios han informado de su estancia en la casa que tiene Richard Branson en las Islas Vírgenes Británicas para practicar el kitesurf; las fotografías han dado la vuelta al mundo. En la Polinesia Francesa se fue de excursión en el yate de David Geffen, de 228 metros de eslora, [uno de los fundadores de Dreamworks] con famosos como Tom Hanks, Oprah Winfrey y Bruce Springsteen.

La codicia de los presidentes cuando dejan la Casa Blanca ya es una tradición y cobrar por conferencias se considera una propina para altos cargos que se jubilan. Ha sido así desde Gerald Ford. Un conglomerado de medios de comunicación japonés pagó 2 millones de dólares a Ronald Reagan por varios discursos.

Los Clinton han sido los que han sacado más tajada; juntos han ganado unos 158 millones de dólares con sus discursos. A ellos también les gustaba codearse con multimillonarios y navegar en yates fabulosos. George W Bush dio 200 charlas pagadas y recibió 7 millones de dólares, que ahora parece una cifra irrisoria, por sus memorias, Decision Points.

Sin embargo, ahora las cosas han cambiado. El lunes, en Chicago, Obama pronunció su primer discurso desde que dejó la Casa Blanca y no dedicó ni una sola palabra a su sucesor, que en un gesto de imprudencia no dudó en acusarlo falsamente de haberlo espiado y que desde que asumió el cargo está haciendo todo lo posible por dejar sin efecto todos los logros de Obama.

Su equipo ha afirmado que el expresidente no hará comentarios sobre Trump porque en su día Bush tampoco los hizo sobre él (parece ser que a Bush le molestó que Jimmy Carter criticara a su padre después de perder frente a Reagan, con George H. Bush como vicepresidente). Sin embargo, estos ya no son tiempos corteses y esta etiqueta ya no puede ser respetada.

El servilismo habitual de los altos cargos demócratas con los multimillonarios ha provocado la bancarrota moral del partido. Bernie Sanders hizo bien al criticar a Hillary Clinton durante las primarias por pronunciar discursos pagados en Wall Street. Incluso los seguidores más incondicionales de Clinton creen que estas charlas no tienen justificación. Sin duda, dio carnaza a sus rivales.

Por parte de Obama, ha sido un error fichar con la misma agencia de conferenciantes que los Clinton; la agencia Harry Walker. Es dinero fácil. Este gigante del circuito de conferenciantes ha dado unos 158 millones de dólares a los Clinton. Durante la campaña, Hillary explicó que ganó esa cifra porque “es la que le ofrecieron”.

Sin embargo, ¿necesitan los Obama ganar todo ese dinero fácil? Si algo gustaba de tener a Barack y a Michelle en la Casa Blanca es que no provocaban conflictos éticos. Parecían tomar las decisiones morales correctas y tener valores familiares. Y gracias a un acuerdo editorial con Penguin Random House de 65 millones de dólares, y lo que ya ha ganado con sus libros anteriores, Obama no tiene problemas económicos.

Por supuesto que se merecen ser recibidos a lo grande por Angela Merkel y, en el caso de Michelle, que impulsó un huerto orgánico en el jardín de la Casa Blanca, participar en una conferencia de alimentación en Italia. Sin embargo, según The New York Times, durante su viaje también pronunciarán discursos pagados.

Bernie Sanders tiene razón cuando dice que el Partido Demócrata debe volver a prestar atención a sus bases y representar los intereses de la clase trabajadora, no de los multimillonarios. Tiene razón cuando afirma que es un escándalo que Obama no haya sido capaz de llevar ante la justicia a los ejecutivos de Wall Street responsables de la crisis financiera. El hecho de que ahora cobre de Wall Street no hará más que levantar sospechas.

Es necesario que Obama se comporte como el líder del Partido Demócrata. Nadie más puede hacerlo. Y es por este motivo que en declaraciones al Times, Sarah Kovner, una activista demócrata que siempre ha apoyado a Clinton, indicó que “es necesario que se pronuncie”.

Hillary Clinton ha quedado desacreditada tras su imprevista derrota; una herida mortal política. Si bien en otras ocasiones en candidato perdedor es visto como el líder en la oposición, Clinton, de 69 años, ya ha perdido la oportunidad de presentarse por tercera vez como candidata presidencial.

Ni Nancy Pelosi ni Chuck Schumer, líderes de la minoría demócrata en el Cámara de Representantes y en el Senado respectivamente, pueden llenar este vacío. El nuevo responsable del Comité Nacional Demócrata, Tom Pérez, es hoy por hoy un gran desconocido.

Con los republicanos controlando el gobierno, los demócratas necesitan a su líder más brillante. Tendrá que pasar algún tiempo antes de que emerja un nuevo líder y Bernie Sanders y Elizabeth Warren no pueden ser los únicos que critican a la nueva administración.

Habla, Obama, habla. Y no lo hagas solo por dinero.

Traducido por Emma Reverter