Joe Biden ha cedido este viernes a la presión para que reaccione a las acusación de abuso sexual lanzada contra él por Tara Reade, una antigua empleada de su equipo, quien afirma que abusó de ella en 1993, hace 27 años, cuando era senador por Delaware. “Las acusaciones no son ciertas. Eso nunca pasó”, ha dicho a la cadena MSNBC el exvicepresidente de Estados Unidos durante la Administración Obama y actual único candidato que queda en la carrera del Partido Demócrata a la presidencia del país.
Reade es una de las ocho mujeres que el año pasado hicieron públicas historias de presuntos tocamientos y muestras de afecto no solicitadas por parte de Biden. Nadie habló de abuso sexual y Biden se comprometió a estar “más atento”. Por entonces, Reade contó a un periódico californiano, The Union, que Biden solía tocarle el cuello y los hombros cuando trabajaba para él en el Senado entre 1992 y 1993. Dijo al periódico que le pidieron servir bebidas durante un encuentro porque a Biden le gustaban sus piernas y que, cuando se negó a hacerlo, primero la ningunearon y acabó por perder el empleo.
Un año después, en una entrevista para un podcast de izquierdas presentado por Katie Halper, Reade acusó a Biden de inmovilizarla contra una pared y penetrarla con los dedos en el sótano de una oficina de Capitol Hill en la primavera de 1993. Aseguró que no lo había hecho público antes porque tenía miedo de las consecuencias y aún tenía que lidiar ella misma con lo sucedido.
Reade afirma que informó al Senado y que perdió el trabajo tras quejarse a sus supervisores. Varias personas que trabajaban allí lo niegan, pero otras personas a las que se lo contó en aquel momento y a lo largo de los años posteriores corroboran su versión.
Durante una entrevista concedida recientemente a una web conservadora, The Daily Caller, Reade pidió que Biden haga públicos los documentos de la época en la que fue su empleada. “Quiero que asumas responsabilidades por lo que me sucedió, por el modo en que tu equipo te protegió, te permitió que actuaras y me presionó en repetidas ocasiones para que callara”, dijo.
El exvicepresidente de Obama no había querido hablar hasta ahora sobre las alegaciones contra él, pero las últimas publicaciones sobre lo que pudo haber sucedido habían convertido su silencio en una posición cada vez más difícil de mantener. La mano derecha Biden en su campaña electoral, Kate Bedingfield, había hecho público este mes un comunicado en el que afirma que “eso no sucedió, de ninguna manera”, y no volvió a haber más comentarios al respecto, hasta la entrevista concedida este viernes a MSNBC.
La acusación de Reade se hizo pública mientras las sucesivas victorias de Biden en las primarias lo señaban como el candidato que se enfrentará en las próximas elecciones presidenciales a Donald Trump, quien a su vez ha sido acusado de abusos y conducta sexual impropia por más de una docena de mujeres.
Muchas de las organizaciones de mujeres vinculadas al Partido Demócrata y reconocidas feministas del mismo entorno no han hecho comentarios respecto a las alegaciones de Reade. Ahora, los mismos demócratas que se posicionaron firmes en el “yo te creo” resultante de movimiento #MeToo se ponen de perfil antes de responder.
El miércoles, The New York Times informó de que grupos de activistas feministas estaban presionando entre bastidores al entorno de Biden para que este rompiera su silencio y emitiera un comunicado o hiciera algún tipo de declaración antes de que terminase el mes de abril, que en EEUU es el Mes de la Concienciación sobre el Abuso Sexual. Según este periódico, algunas activistas habían redactado un borrador que aún no se ha hecho público. En él se elogiaba el trabajo previo de Biden como “abierto defensor de las víctimas de la violencia sexual” al tiempo que le pedía que “ejemplifique cómo se toma en serio una acusación”.
Un editorial del Washington Post había pedido a Biden que se refiriera a las acusaciones contra él e hiciera pública la información sobre la relación laboral de Reade con su oficina y si en el período en el que trabajó allí presentó alguna queja. “Tara Reade merece que la escuchen y los votantes merecen escucharla” escribió el consejo editorial del periódico. “También merecen escuchar a Joe Biden”.
Aumenta la presión sobre Biden
Ahora, la aparición de información con la que no se contaba había incrementado la presión para que Biden aludiera públicamente al tema.
El lunes, Business Insider publicó una noticia a partir de entrevistas con dos mujeres que corroboraron algunos aspectos importantes de la versión de Reade. Lynda LaCasse, quien fuera vecina de Reade, dice que ella le contó sobre su encontronazo con Biden cuando vivían en el mismo edificio en California a mediados de los 90. Lorraine Sanchez recuerda que Reade le había contado que cuando trabajaba en Washington su jefe la había acosado.
La semana pasada, The Intercept publicó la transcripción de una llamada al programa de Larry King en el que una mujer de California preguntaba qué podría hacer su hija para resolver “problemas” que había tenido cuando trabajaba para un “importante senador”. La mujer -que Reade identifica como su madre, ya fallecida- dijo que su hija no quería hacer pública la acusación por respeto al senador.
BuzzFeed News publicó este martes que desde la campaña de Biden habían enviado un argumentario a sus asociados en los que se les explica cómo describir al candidato como “gran partidario de las mujeres” que nunca ha enfrentado “una denuncia, acusación, indicio o rumor de conducta inapropiada” en sus más de 50 años de carrera política. El argumentario también sugiere, de forma equivocada, que una información publicada en The New York Times este mes llegaba a la conclusión de que el incidente “nunca sucedió”.
En el artículo citado, The New York Times habló con tres personas que trabajaron en el Senado y aseguraron que el comportamiento descrito por Reade no coincidía con el comportamiento de Biden y que no tenían recuerdo alguno de ninguna agresión. El Times también habló con dos becarios que recordaron que Reade dejó de supervisarlos de un día para otro, y apoyan la versión de Reade de que se le retiró la responsabilidad de hacerlo. Ninguno de ellos recuerda ninguna conversación sobre Biden comportándose de manera inapropiada.
El martes, en una aparición de campaña conjunta con Hillary Clinton bajo el título “encuentro con las mujeres”, le preguntaron a Biden sobre mujeres atrapadas con parejas abusivas en el contexto de la pandemia del coronavirus. Respondió que “la violencia contra las mujeres es un problema inmenso, sobre todo ahora” y añadió que terminar con la violencia contra la mujer es una de las “causas que han motivado” su vida.
Aunque Biden no se había pronunciado en público hasta hoy, varias de las mujeres que considera como posibles compañeras de lista, sí habían sido cuestionadas sobre este tema y la conducta del candidato. Algunas feministas no están contentas con lo que ven. En un texto publicado en la New York Magazine, la columnista Rebeca Traister dijo que formar parte la candidatura de Biden equivale a beber de un “cáliz envenenado”. Para ella, la promesa del candidato de que su vicepresidenta sea una mujer “garantiza que, sea quien sea, tendrá que responder una y otra vez a preguntan sobre el comportamiento de Biden con otras mujeres”.
Tarana Burke, la activista que fundó el movimiento #MeToo, ha dicho que también se debate en torno a las acusaciones lanzadas por Reade, pero que Biden puede “ser elegible al mismo tiempo que rinde cuentas”.
El miércoles, la actriz y activista del movimiento #MeToo, Rose McGowan, calificó a los demócratas de “secta” por, desde su punto de vista, minusvalorar la historia de Reade. “Estoy muy triste y estoy cansada”, escribió en Twitter. “Suelo compartir pensamientos, pero esta noche solo tengo emociones”.
Traducido por Alberto Arce