Un vídeo musical brasileño provoca un debate sobre racismo, desigualdad y abuso sexual

Dom Phillips

Río de Janeiro —

El vídeo del último éxito de la estrella pop brasileña Anitta comienza con un primer plano de sus nalgas meneándose de un lado a otro mientras ella camina por las calles de una favela de Río de Janeiro, para luego mostrar a la cantante bailando en un tejado inundado, llevando sólo un diminuto bikini.

Desde su lanzamiento el lunes pasado, el vídeo de Vai Malandra (que podría traducirse como “sé mala”) ha sido visto más de 30 millones de veces en YouTube y se ha convertido en la primera canción en portugués en entrar en el Top 20 mundial de Spotify.

Pero el vídeo también ha generado un fervoroso debate en Brasil, que deja en evidencia tensiones sociales al tocar temas como la desigualdad, el racismo, el abuso sexual y la apropiación cultural.

Activistas de la comunidad negra han acusado a Anitta de apropiarse del estilo negro como las trenzas en el pelo. Otros, en cambio, han elogiado que el vídeo se haya rodado en la favela Vidigal e interpretan que celebra la sexualidad de las mujeres negras y de las mujeres de barrios marginales.

Si bien la cantante fue elogiada por algunas feministas por mostrar su celulitis sin reparos, otras la criticaron por contratar a Terry Richardson como director del vídeo, a pesar de que Vogue anunció recientemente que ya no utilizará al fotógrafo de moda por las numerosas acusaciones de abusos sexuales que ha recibido.

Un director polémico

Juliana Borges, investigadora de la Fundación Escuela de Sociología y Política de San Pablo, escribió que Anitta no tendría que haber contratado a Richardson en un momento en que “las mujeres están haciendo oír sus voces contra el abuso, el acoso y la violencia machista en las industrias culturales”.

En octubre, Richardson fue despedido de Condé Nast –editora de revistas internacionales como GQ, Vogue y Vanity Fair– y de las marcas de moda Bulgari y Valentino después de que las acusaciones de abuso sexual contra Harvey Weinstein y otros hombres poderosos del mundo cultural generara la campaña mundial #YoTambién (#MeToo en inglés) para denunciar el abuso sexual.

“Lo menos que podemos hacer es garantizar que los abusadores sean condenados al ostracismo”, escribió Borges en la web de la revista Claudia.

En un comunicado, Anitta –elogiada con frecuencia por sus respuestas firmes a las críticas sexistas– dijo que había pedido asesoramiento jurídico cuando supo de las acusaciones contra Richardson.

“Estudiamos todas las posibilidades”, afirmó. “Esto no es el trabajo de una sola persona”.

El vídeo fue rodado en agosto, pero hace más de una década que Richardson se enfrenta a acusaciones de abuso. Fue denunciado en 2013 por Caryn Franklin, una profesora de diversidad en la moda en la Escuela de Arte Kingston, en Reino Unido. El fotógrafo ha negado las acusaciones en numerosas ocasiones.

En su comunicado, Anitta dice que decidió cumplir su promesa a la gente de Vidigal. “Como mujer, insisto en reafirmar que repudio cualquier tipo de acoso y violencia contra nosotras”, aseguró.

Apropiación cultural

A los brasileños no les ha sorprendido nada el fuerte contenido sexual del vídeo, en el que Anitta lleva un bikini hecho con cinta adhesiva, algo que se ha puesto de moda en las favelas para obtener marcas de bronceado perfectas.  

Muchas personas han elogiado el uso del atrevido estilo de las favelas como celebración de estas comunidades marginales y de bajos recursos, sobre todo teniendo en cuenta que Anitta creció en uno de estos barrios vulnerables de Brasil. Pero otros han dicho que la cantante sólo finge.

“Anitta utiliza la cultura negra cuando le conviene”, escribió Stephanie Ribeiro, arquitecta y activista, en una columna para Marie Claire.

La cantante, que generalmente lleva el pelo largo y lacio, fue acusada de incurrir en apropiación cultural a principio de año cuando se publicaron fotos de ella muy bronceada y con trenzas en Salvador, la ciudad más africana de Brasil.

“Nadie es totalmente blanco en Brasil”, dijo la estrella pop al periódico brasileño Folha. Antes había declarado que tenía ascendentes negros por el lado paterno de su familia.

Feminismo

En un artículo en la web Revistacult, la académica Ivana Bentes argumentó que las estrellas femeninas de Baile Funk –el estilo de rap nacido en Río de Janeiro con contenido sexualmente explícito, con el que comenzó su carrera Anitta y al que ha regresado con esta canción– siempre se han alineado con el feminismo abiertamente sexual promovido por movimientos de protesta como SlutWalks.

“El trasero en movimiento de Anitta, con celulitis y sin photoshop, es sujeto, no objeto”, señaló Bentes. “Anitta forma parte del surgimiento de un feminismo a la vez femenino y viril. La masculinidad y la virilidad pueden ser apropiadas y transformadas por las mujeres”.

Bruna Aguiar, una estudiante universitaria y activista de la favela Acari de Río de Janeiro, celebró que la estrella pop mostrara al mundo la cultura de las favelas, en las que nació el funk.

“Las favelas son ricas en música, en colores, en vida. Está bien que el mundo lo vea, para que sepan que no somos sólo cuerpos ensangrentados, tiroteos y lágrimas”, afirmó.

Traducido por Lucía Balducci