ANÁLISIS

Lo que ha cambiado en Cisjordania desde la segunda intifada

5 de julio de 2023 22:57 h

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Yenín hace 21 años, Yenín hoy. En 2002, helicópteros militares sobrevolaron el campo de refugiados de la ciudad del norte de Cisjordania, a lo largo de una semana de brutales combates. Ahora, los protagonistas de la nueva ofensiva han sido los ataques con drones, que redujeron a escombros el centro del campo de refugiados, mientras los soldados israelíes entraban en la localidad.

A día de hoy, aún se recuerdan escenas de aquellos combates que ocurrieron dos décadas atrás. Periodistas de pie entre los olivares a las afueras del campo, observando a un helicóptero que, desde lo alto, disparaba a las calles. Una mujer sentada en la habitación del primer piso de una casa, cuya fachada había sido abatida. Un hombre en silla de ruedas intentando atravesar un campo de escombros.

Una vez disipado el humo del enfrentamiento conocido como la Batalla de Yenín, más de 50 palestinos y 23 soldados israelíes habían muerto; 13 de ellos, en una sola emboscada cuando intentaban atravesar las calles llenas de artefactos explosivos.

La operación militar israelí de esta semana ha sido descrita como la más grande en Cisjordania desde la entrada de las tropas a las ciudades palestinas durante la segunda intifada (2000-2005), cuando sitiaron el complejo de Yaser Arafat en Ramala y la Iglesia de la Natividad en Belén.

Fueron días violentos en Cisjordania, con tanques israelíes recorriendo calles en las que se escuchaban los tiroteos, a los que seguían funerales llenos de furia.

Pero Yenín y Cisjordania, en general, han cambiado en las dos últimas décadas, con la constante marginación por parte de Israel de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), respaldada por Occidente. Esa marginación ha dado paso a una nueva generación de militantes incontrolables. En esta ocasión, fuentes israelíes aseguraron que el asalto con 2.000 soldados desplegados sería de unos días y la dan ahora por concluida.

Similitudes y diferencias

Si resulta familiar es porque lo es. Una vez más, excavadoras blindadas se abren paso en el campamento, con francotiradores en los tejados, en una operación militar que fue aprobada hace 10 días. Entonces, como ahora, el campo de refugiados de Yenín era un lugar donde el mandato de las fuerzas de seguridad palestinas era considerado débil.

El asalto de 2002 se produjo pocos días después de un atentado suicida palestino, durante una congregación masiva con motivo de la Pascua Judía, que acabó con la vida de 30 personas. Mientras, la incursión actual se produce dos semanas después de otro enfrentamiento violento en Yenín y de que el Ejército dijera que un cohete había sido disparado desde la zona la semana pasada.

“Ha habido una dinámica en torno a Yenín durante el último año”, dice el portavoz israelí, teniente coronel Richard Hecht, defendiendo las tácticas del lunes: “Se ha vuelto cada vez más intensa”.

Si hay alguna diferencia es que, durante la segunda intifada, las fuerzas de seguridad palestinas y combatientes asociados a figuras palestinas destacadas se vieron envueltos en la escalada de violencia. En esta ocasión, la ausencia de fuerzas de seguridad de la ANP ha contribuido a la reciente escalada.

El nivel de resistencia armada en el interior del campamento en la última gran incursión israelí, el pasado 19 de junio, cogió desprevenido a Israel, que vio cómo una explosión hirió a siete de sus soldados y desplegó helicópteros y aviones no tripulados para rescatar a las tropas heridas. Eso ha llevado a que políticos israelíes presionaran al primer ministro, Benjamin Netanyahu, cuyos socios de gobierno apoyan a los colonos en Cisjordania, para que se lleve a cabo una “operación a gran escala” en toda esa región ocupada.

Una distracción interna

El incidente puso de manifiesto la debilidad de Netanyahu. Los años en los que sus gabinetes han desautorizado y marginado a la Autoridad Nacional Palestina como socio de paz plausible y como Gobierno palestino viable, junto con su asociación con grupos de colonos de extrema derecha envalentonados, han contribuido a que exista un vacío cada vez mayor en la sociedad palestina de Cisjordania.

A su vez, eso ha reforzado a grupos armados en Yenín y otras ciudades, como Nablús, mientras una nueva generación se ha ido distanciando de la ANP.

Pero Netanyahu se ha visto debilitado en otros aspectos, y quizás eso explique el momento elegido para esta ofensiva, ante las protestas por la reanudación de la tramitación parlamentaria de su controvertido proyecto de reforma judicial. Puede que el primer ministro esté esperando que una demostración de fuerza sea también una distracción, a la vez que que algunos políticos llaman a suspender las manifestaciones contra el Gobierno durante la operación en Yenín.

Una cosa está clara: volver a ejercer la violencia a gran escala sobre Yenín y otras ciudades palestinas —como ha demostrado ampliamente la experiencia de Gaza— no resolverá los problemas tóxicos y de larga data asociados a la ocupación y la construcción de asentamientos en Cisjordania.

Traducción de Julián Cnochaert.