Todavía estaban contando los votos de las primarias en New Hampshire, cuando Elizabeth Warren se dirigió a sus seguidores en un centro deportivo de la ciudad de Manchester. Lo primero que hizo fue elogiar a sus rivales Bernie Sanders y Pete Buttigieg por la que parecía que iba a ser una buena noche para los dos. También a Amy Klobuchar, “por demostrar lo equivocados que pueden estar los analistas cuando descartan a una mujer”.
No fue el discurso de noche electoral que Warren esperaba pronunciar cuando hace más de un año comenzó su carrera presidencial. Llevaba meses luchando por ganar esas primarias críticas en un lugar donde los votantes la conocen desde 2012, cuando se presentó por primera vez como senadora por el estado vecino de Massachusetts.
“Afrontémoslo”, decía el correo electrónico que su equipo de campaña envió el miércoles para recaudar fondos entre los simpatizantes. “Lo de anoche no salió como queríamos que saliera”.
Más de una semana después de que el caos en el recuento eclipsara su tercer puesto en el 'caucus' de Iowa, Warren se ha desvanecido en New Hampshire hasta un lejano cuarto puesto y ha quedado por debajo del mínimo necesario para ganar delegados. Los pésimos resultados plantean dudas sobre cómo va a sostener su campaña presidencial.
No es la única candidata de alto nivel que ha obtenido resultados peores a los esperados. Joe Biden ha quedado cuarto en Iowa y quinto en New Hampshire. Pero mientras el exvicepresidente lo está apostando todo al “cortafuegos” del apoyo de los votantes negros de Carolina del Sur, para Warren no está tan claro a dónde acudir. En una entrevista reciente con la emisora de radio NPR le pidieron que nombrara el primer estado en el que esperaba ganar. “Simplemente no lo estoy enfocando de esa manera”, respondió.
Antes de los resultados de New Hampshire, su equipo de campaña argumentaba que Warren seguía siendo la candidata “con el mayor techo de apoyo potencial” y que el camino hacia la nominación demócrata era una “competición larga” y “fracturada”.
El martes por la noche, Warren se presentaba como la “candidata de consenso” que podría entusiasmar a los progresistas sin alejar a los votantes más moderados. La alternativa, advirtió, era un “largo y desagradable refrito” de las divisiones que desgarraron al partido en 2016. “Las tácticas duras pueden funcionar cuando estás dispuesto a quemar al partido para ser la última persona que quede en pie”, dijo.
“Nevada es una posibilidad”
El equipo de Warren confía en que dé sus frutos el dinero que invirtieron al inicio para la organización de las elecciones que quedan: tienen a más de 1.000 personas repartidas en 31 estados, incluyendo los principales campos de batalla del 'supermartes', el día con mayor número de primarias. Para sostener la campaña cuentan con índices de simpatía relativamente altos y una prodigiosa operación de recaudación de fondos que piensan desplegar en las próximas semanas entre los pequeños donantes y la base de seguidores más comprometidos.
“Hay 57 competiciones y después de solo 2 ya estamos hablando de dónde está [Warren], cuando son 2 que no representan demográficamente al grueso de las primarias demócratas”, se quejó Christina Reynolds, vicepresidenta de comunicaciones en Emily's List, un comité de acción política pro Warren.
Reynolds también señaló las diferencias en el tratamiento dado a Biden, que quedó por detrás de Warren en Iowa y en New Hampshire. Mientras que Warren prácticamente desapareció de la conversación política, dijo, se sigue hablando del potencial de Biden porque aún quedan electores por votar. En opinión de Reynolds, ese criterio “debería aplicarse también al resto de candidatos”. Pero en las semanas previas al Súper Martes, hay muchos estrategas demócratas que ven con escepticismo las posibilidades de Warren.
Según Abe Rakov, el último director de campaña que tuvo la candidatura presidencial del exgobernador de Massachusetts Deval Patrick, Warren podría tener una oportunidad en Nevada, donde su organización es fuerte y donde está alineada con Harry Reid, ex líder demócrata del Senado y una figura influyente en el estado. “Allí han trabajado más duro que en ninguna otra campaña”, dijo Rakov. El problema, dijo también, es que Iowa y New Hampshire ha demostrado que “el trabajo duro a veces no rinde”.
En opinión de Clay Middleton, miembro del Comité Nacional Demócrata en Carolina del Sur, Warren no pesa demasiado en ese estado. “Creo que su campaña puso más énfasis en Iowa y en New Hampshire que en Carolina del Sur, probablemente porque pensaron que Joe Biden tenía mucho apoyo afroamericano”, dijo. También, que sus posibilidades en el estado “no son muy buenas”.
Pero Middleton también es consciente de que Warren está tratando de mejorar su posición entre los votantes no blancos. Así es como interpreta haber sido invitado por el equipo de campaña de la senadora para asistir este viernes a una reunión de los Demócratas Afroamericanos del estado.
“Ella es la elegida”
Con el surgimiento de Sanders y con los moderados peleándose entre ellos, Warren espera ubicarse como la mejor candidata para unir a un partido cada vez más dividido por dos polos ideológicos. Muchos de los admiradores de Warren son relativamente optimistas sobre su posición. Tras más de un año de campaña, la carrera por la nominación todavía puede dar sorpresas. Después de todo, dicen, el buen desempeño en el debate ha llevado a Amy Klobuchar hasta la cima y sólo han hecho falta unos días para que la resistencia de Biden se haya evaporado casi por completo.
“New Hampshire no será el final para ella”, dijo la diputada estatal de New Hampshire Suzanne Vail mientras sostenía un cartel de Warren a las puertas de un centro de votación. “No puede ser. No cuando aún quedan tantos candidatos en carrera y tantas elecciones por delante”.
Varios simpatizantes también han señalado una doble moral: como una de las pocas mujeres que quedan en la competición, a Warren le perjudica la obsesión del partido por la 'elegibilidad' y se le exige más, aunque ella ya disponga de un arsenal de planes para combatir la crisis climática, dividir los monopolios tecnológicos, cancelar la deuda de los préstamos universitarios y crear un sistema sanitario universal. Los aliados de Warren confían en que empiece a distinguirse más claramente de sus rivales.
“Cualquiera que ame los valores de Bernie Sanders debería votar por Elizabeth Warren si de verdad quiere la implementación de una política progresista”, dijo Adam Green, director del Comité de Campaña del Cambio Progresivo que apoya a Warren. “No se puede estar orgulloso de haber luchado treinta años por el mismo tema y perder”, dijo también en alusión a Sanders, que fue elegido como miembro de la Cámara de Representantes por primera vez en 1990. “Elizabeth Warren vino a Washington hace varios años con una prioridad básica, le dijeron que no se podía hacer, pero ella convirtió la reforma de Wall Street, la joya de la corona, en ley”.
Tras terminar su discurso en la noche de las primarias, Warren se quedó más de una hora sonriendo, abrazándose y sacándose fotos con los simpatizantes que habían hecho fila para retratarse junto a la mujer que aún esperan ver convertida en presidenta. Uno de ellos era Paul Lagueux. De 52 años y residente en New Hampshire, dijo que empezaba a preocuparse por las perspectivas de su candidata. “Un poco sí, pero sé que tiene el mensaje, la actitud y la inteligencia, de verdad que es la única que puede darle la vuelta a este país”.
Traducido por Francisco de Zárate.