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Los conservadores rebeldes seguirán intentando acabar con Boris Johnson tras la moción interna

Aubrey Allegretti

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Los conservadores rebeldes de Reino Unido han prometido que seguirán intentando forzar la salida del primer ministro, Boris Johnson, de su cargo, mientras sus aliados admiten que está llegando al “principio del fin” tras el demoledor resultado de la votación interna de este lunes.

La lucha de Johnson por mantener unido a su dividido partido se intensificará, ya que algunos de los 148 diputados –el 40%– que votaron en su contra se declaran “implacablemente contrarios” a su cargo como primer ministro.

Le presionarán cuando se inicie la próxima investigación del 'partygate', que comenzará en unas semanas, sobre si el mandatario engañó al Parlamento al negar que se hubieran infringido las normas contra la COVID en Downing Street.

Varios diputados rebeldes se jactan de que la operación para que se apoyara al primer ministro ha sido “espantosa” y parece derrumbarse bajo el peso de la rebelión de este lunes, lo que significa que Johnson está ahora “de prestado”. La división entre los que apoyan y los que se oponen a Johnson amenaza con hacer fracasar los intentos de Downing Street de poner fin a este humillante episodio.

“Una victoria es una victoria”

Aunque la mayoría de los diputados tories apoyaron al primer ministro, un número significativo votó a favor de su destitución en la votación secreta celebrada por el llamado Comité 1922. El resultado tuvo reminiscencias de la votación interna celebrada en 2018, cuando Theresa May obtuvo el apoyo de dos tercios de su partido pero quedó irremediablemente dañada.

Fuentes del Gobierno insisten en que el margen de la victoria de Johnson no importa, y un miembro del gabinete dice que “una victoria es una victoria”. Sostienen que, dado el resultado, los rebeldes deben “cambiar las reglas o callarse la boca”.

Otros aliados de Johnson dicen que es necesario tomar medidas drásticas para restablecer la disciplina, como despedir a cualquiera en nómina del Gobierno que guardara un llamativo silencio este lunes mientras sus colegas tuiteaban su apoyo al primer ministro. Aunque a los diputados se les prohibió sacar fotos de su papeleta para demostrar que habían votado a favor de Johnson, a muchos se les pidió que hicieran declaraciones públicas.

Otra medida defendida por altos cargos tories es expulsar del grupo conservador a media docena de rebeldes “acérrimos” acusados de debilitar a Johnson e impulsar la campaña para destituirlo. Se dice que la idea cuenta con el apoyo de figuras clave del “grupo de apoyo” del primer ministro, formado por sus colegas de mayor confianza.

“El principio del fin”

Pero tales movimientos podrían inflamar aún más una atmósfera ya tóxica en el partido, que Johnson advirtió antes de la votación que corría el riesgo de desembocar en una guerra civil.

Un diputado tory que votó en contra de Johnson dice que sus partidarios “necesitan algunas lecciones sobre cómo hacer amigos e influir en la gente” porque “no están llevando a la gente del brazo y tratando de entenderse, están siendo francamente desagradables y amenazantes”.

Varios expresan su preocupación por la investigación pendiente de la comisión de privilegios sobre si Johnson engañó al Parlamento. Temen que se prolongue durante meses y se vea perseguida por nuevas filtraciones de nuevas fiestas durante las restricciones por la pandemia en Downing Street.

Un alto aliado de Johnson también admitió este lunes por la noche que creen que su gestión se estaba “acercando al principio del fin” porque sus oponentes están “implacablemente en contra” y decididos a derribarlo como sea.

El futuro

A pesar de que las normas del partido otorgan a Johnson una prórroga para no enfrentarse a otra votación interna durante 12 meses, es probable que sus detractores intenten que se reduzca a la mitad y así aumentar la presión para que dimita.

Esperan que las pérdidas en las próximas dos elecciones parciales a la Cámara de los Comunes de este mes ayuden a convencer a más colegas de que Johnson se ha convertido en un lastre electoral que llevará al partido a la derrota en las próximas elecciones generales.

Algunos son optimistas y creen que se puede convencer a los miembros del Gobierno de que renuncien más adelante para presionar aún más al primer ministro. Sin embargo, es probable que los posibles aspirantes al liderazgo del partido y sus equipos sigan pasando desapercibidos, sin que haya ningún candidato obvio para tomar el relevo de Johnson.

Algunas de las personas leales al primer ministro también están usando la amenaza de unas elecciones generales anticipadas. Creen que tiene un mandato democrático que no debe ser anulado por los diputados y sostienen que el Gobierno debe volver a centrarse en el cumplimiento de su programa “level up”, cuyo objetivo, según el Ejecutivo, es reducir las disparidades económicas en el país.

Dado que los tories no han logrado situarse a la cabeza en ninguna encuesta nacional desde diciembre, los estrategas de la campaña están desesperados por volver a centrarse en el trabajo para abordar la crisis del coste de la vida y el retraso de las operaciones del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido, así como en el apoyo a Ucrania en sus esfuerzos por expulsar a las fuerzas invasoras rusas.

Mientras tanto, integrantes del Partido Laborista confían en que el revuelo en torno a Johnson solo hará que la popularidad de los conservadores siga cayendo en picado y están encantados de dejar que el “caos se desate”.

Traducción de Lara Lema