En un intento desesperado por detener el virus de la fiebre amarilla antes de que llegue a Kinshasa, en la República Democrática del Congo, y se convierta potencialmente en una epidemia mundial, se lanzará una campaña de vacunación, aunque con un inconveniente: las vacunas solo contienen un quinto de la dosis normal por la escasez de reservas.
La fiebre amarilla suele ser mortal. Mata a la mitad de los infectados que desarrollan síntomas graves. Se transmite a través de la picadura del mosquito Aedes aegypti, que también es responsable del contagio del virus del zika. Existe una vacuna que protege de por vida, pero pocos adultos habían sido vacunados en Angola cuando surgió el rebrote de la fiebre en diciembre del año pasado, y la situación es parecida en la RDC, adonde ha llegado ahora.
Si el virus se apodera de Kinshasa, una ciudad con más de 10 millones de habitantes, se teme que los mosquitos infectados puedan viajar más allá de la región central de África, donde el rebrote del virus es tan grave que se están acabando las reservas de la vacuna.
En Angola se han contabilizado 4.000 casos sospechosos de ser fiebre amarilla, de los cuales se han confirmado 879; la RDC ha contado 68 casos confirmados y más de 2.200 casos sospechosos. Entre los dos países suman ya 400 muertes confirmadas, la mayoría en Angola. Desde enero se han aplicado casi 19 millones de dosis de la vacuna, pero solo quedan 5 millones en las reservas de emergencia. La vacuna tarda un año en fabricarse, así que incluso con los fabricantes trabajando a todo vapor, es imposible reponer las reservas a tiempo.
La lección del ébola
“Estamos tremendamente preocupados,” afirma Ruairidh Villar, de Save the Children, que está colaborando con las tareas de vacunación. “Acabamos de enviar un equipo de emergencia a la RDC para colaborar con la campaña de vacunación que se lanzó desesperadamente antes de que el brote del virus llegue a Kinshasa. Nuestro miedo es que la epidemia se vuelva mundial si no podemos parar el virus pronto y llega a la ciudad.”
Además, agrega que “no es un virus tan mortal como el ébola pero es bastante terrible. Los síntomas incluyen fiebre, jaquecas, ictericia, dolor muscular, náuseas, vómitos y fatiga. Algunas personas se recuperan en pocos días, pero una minoría se enferma de gravedad: sufren fallos multiorgánicos, sangran por los ojos y finalmente mueren.
Algunos piensan que la propagación de la fiebre amarilla demuestra que el mundo no ha aprendido la lección del ébola.
“La fiebre amarilla es algo que conocemos, tenemos la herramientas para prevenir su propagación, que es la vacuna,” afirma la doctora Joanne Liu, presidenta internacional de Médicos Sin Fronteras, organización involucrada en la nueva campaña de vacunación. “Los primeros casos de fiebre amarilla se dieron en diciembre de 2015 y se confirmaron en enero de este año. Las primeras vacunas se aplicaron unas semanas después, pero se podría haber hecho antes.
“¿Qué nos dice esto? Aunque tengamos los mejores sistemas de monitoreo y las mejores herramientas, hace falta la decisión política para actuar a nivel local, a nivel regional y a nivel internacional. Como pasó con el ébola, cuando no se hace a nivel gubernamental, la respuesta siempre, siempre llega tarde. En esas semanas críticas permitimos que el virus se propagase.
“Me entristece mucho y me hace sentir un poco de desesperación. Hay que actuar. La respuesta debe ser rápida y eficiente.”
Se ha reportado que 1 millón de dosis de la vacuna desaparecieron luego de ser entregadas a Angola, pero la Organización Mundial de la Salud niega que falte ninguna dosis. Al parecer, el gobierno habría usado esas vacunas en otra región de Angola.
“Al realizar un seguimiento de la primera ronda de vacunación en Angola, se encontró que aproximadamente 1 millón de dosis de las reservas de emergencia se habían utilizado para vacunar gente en otros centros médicos que no formaban parte del programa inicial de vacunación de emergencia”, ha explicado un portavoz de la OMS.
El epicentro en Kinshasa
Una campaña de vacunación masiva en el oeste de la RDC en mayo inmunizó a más de 20.000 personas, afirmó Heather Kerr, directora local de Save the Children. Pero eso no detuvo la propagación del virus. “Estamos planificando una segunda campaña con el equipo sanitario de emergencia. Trabajamos dando apoyo al gobierno. El plan es suministrar la vacuna en todas las provincias que rodean Angola, porque la fiebre amarilla se propagó originalmente desde Angola”, explica Kerr vía Skype desde Kinshasa.
“Kinshasa es una ciudad enorme. No sabemos en verdad lo grande que es. Creemos que viven aquí unos 10 millones de personas. Algunos de los suburbios están superpoblados. Además estamos cerca de las fronteras angoleñas. Ya han habido casos en Kinshasa – no muchos, pero sí algunos – por la densidad de la población y la capacidad de los mosquitos de viajar muy lejos.
“Afortunadamente estamos en la estación seca, pero aún así hay picaduras de mosquitos y no todo el mundo duerme con mosquitero”.
La OMS también afirma que hasta ahora los rebrotes en África central habían sido en zonas rurales donde los mosquitos se reproducen en agua estancada, no en centros urbanos. Pero se está acabando el tiempo de detener la propagación porque en septiembre comenzará la temporada de lluvias. La campaña de vacunación de emergencia que comenzó el miércoles es una de las más grandes que se hayan llevado a cabo, asegura la OMS.
Una vacuna menos potente
“En cooperación con los Ministerios de Salud de los dos países, la OMS está coordinando 56 socios internacionales para vacunar a más de 14 millones de personas contra la fiebre amarilla en más de 8.000 lugares,” afirma en una declaración. “El rebrote de fiebre amarilla ha logrado llegar a centros urbanos muy poblados y a zonas fronterizas de difícil acceso, lo cual hace que esta campaña de vacunación sea especialmente compleja.”
La decisión de suministrar un quinto de la dosis normal de la vacuna la tomó el grupo de consejeros estratégicos expertos en vacunación de la OMS (Sage). Pequeños estudios han demostrado que esa cantidad proporciona protección por un año o quizás más tiempo.
“El objetivo de esta estrategia es proteger al mayor número de personas posible. Tenemos que ser muy cuidadosos al utilizar las vacunas ya que las reservas son muy pocas”, sostiene William Perea, coordinador de la unidad de control de enfermedades epidémicas de la OMS.
Traducción de Lucía Balducci